Opinión

Luces en medio de las tinieblas

El domingo 30 de julio el país entra en una nueva etapa, empujado por la instalación de una asamblea nacional constituyente controlada por sectores del oficialismo. Suena a momento definitivo, pero no es más que un paso adelante de un gobierno que se apaga

Fotografía: AFP
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Un gobierno que, desde sus inicios, ha procurado tener a la población en el desasosiego, llega a su final (porque estamos viviendo el fin del régimen, aún cuando no podamos precisar la fecha exacta de su desalojo). Llega, decíamos, a su final, en medio de un caos de todo orden, inclusive, anímico. El país está destrozado de punta a punta, lo mismo que las emociones y las certezas de los venezolanos. Aquí nadie sabe qué va a ocurrir, que nos tocará vivir, de quién seremos esclavos y cuán duro será el destino que nos reserva. Ni siquiera sabemos si habrá algo de comer que darles a nuestros hijos y qué peligros habrán de asediarlos.
Las mil trabas a la libertad de expresión, así como la falta de libertad de empresa, nos ha impedido estar informados. Carecemos por completo de información de calidad, porque la institución pública está sumergida en la opacidad y el secreto, para no decir que se mueve en la irregularidad y el delito; y porque los medios de comunicación fueron perseguidos, confiscados, acorralados y censurados. El resultado es lo que padecemos hoy: tanteamos en la oscuridad. Pero aún en la espesura de la oscurana, hay bloques cuyos bordes percibimos con claridad.
1. Es un hecho que la oposición democrática no desistirá de su agenda de sacar al gobierno de Maduro, y al que habrá de venir después de la Constituyente, por vías pacíficas e institucionales. En este camino no hay regreso. La sociedad ha sacrificado demasiado y su demanda en este sentido es clara y enérgica. Venezuela exige cambio, democracia, libertades y un futuro.
2. Todo indica que, en el escenario internacional, el régimen de Maduro carece completamente de apoyos. Y, si es sustituido por uno encabezado por Diosdado Cabello, tendrá mucho menos legitimidad, si es que esto fuera posible. Aunque todavía muchos países se muestran ambiguos y dejan claros que les importa un comino las violaciones a los derechos humanos que diariamente perpetra el régimen de Maduro, las sanciones de los Estados Unidos a miembros prominentes del régimen son un hecho. Y tendrán fuertes consecuencias para esa oligarquía, aún si algunos de ellos no tienen cuentas bancarias ni bienes en ese país. De seguro, tienen sus bienes mal habidos en algún país, que preferirá llevar la fiesta en paz con los Estados Unidos antes que proteger delincuentes, por cuantioso que sea su botín.
3. El brutal deterioro de la economía venezolana y del estado de la infraestructura no van a mejorar mientras el chavismo esté en el gobierno. El descontento, las protestas, las presiones para un cambio van a continuar y a escalar, por salvaje que sea la represión.
4. La Constitución vigente, la del 99, la que Chávez mandó a hacer como quien encarga un traje a un sastre, ha sido violada de manera sistemática y descarada. La nueva Constitución que, según se puede discernir, será hecha según el capricho del grupo que se apodere del país, no será más que el disfraz constitucional de lo que ya vivimos y que es invivible. Será, pues, la “legalización” del crimen. Y también es un hecho que el chavismo o, mejor, los chavismos no tienen ningún conflicto con el crimen. Ni límites. Es un hecho y, por tanto, tenemos la certeza de que el chavismo no tiene ninguna contención frente al robo, el saqueo, la tortura, las violaciones sexuales de detenidos y el asesinato. También hemos comprobado que no hay ningún sector o tendencia del chavismo que escape a esto. Hasta ahora no ha salido una sola voz, que represente a un sector del chavismo, que se oponga a las injusticias y los horribles abusos. Pero también sabemos que en el mundo actual, por muchas que sean las Nicaraguas y las Bolivias, en fin, las celestinas de los gorilas, es mucho más difícil mantener la hegemonía con los métodos que privan en Venezuela y a los que el chavismo se ha amarrado.
5. Si el chavismo y sus prácticas han sido letales para Venezuela, ya ha dado muestras de serlo también para los países vecinos hacia los cuales ha empezado a desparramar la emigración incontrolada y pestes, como la fiebre aftosa de los vacunos. Mientras Chávez y luego Maduro fueron la desgracia para los venezolanos, muchos “hermanos latinoamericanos” fingieron ceguera frente a la catástrofe, pero tenemos fuertes indicios para pensar que la realidad les tocó la puerta con aldabonazos que no podrá desoír.
6. La certeza por la que hemos debido empezar es que quienes queremos democracia para Venezuela hoy somos una inmensa mayoría. A Maduro y a quien venga después de la ANC lo apoya una minoría ínfima. Con dolor, con despecho y con conciencia de su equivocación, muchos saben ahora que no se puede distribuir lo que no se ha producido. Y que quien te propone que suspendas tu autonomía y te subyugues como un amante incapaz de autogestión, terminará por doblegarte y avasallarte.
7. Pero la certeza más importante, la que habrá de sostenernos aún en los tiempos más duros que pudieran venir, es que ya no hay amenaza que nos paralice. Ya no hay insulto que nos haga mella. Ya no tenemos miedo… salvo a ser reducidos a esclavos. Que venga lo que tenga que venir. Nos encontrará firmes y comprometidos con la libertad del país y de todos los venezolanos.
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