Entrevista

Marialbert Barrios: diputada por carambola

Criada en un entorno dominado por la revolución chavista, dentro y fuera del hogar, Marialbert Barrios dice conocer las entrañas de los sectores populares, donde nació y se formó. Ahora, gracias a Tibisay Lucena y pese a las trabas intentadas por el CNE, es la diputada más joven en la historia de Venezuela, al derrotar en su terreno a un duro del Psuv, Freddy Bernal 

Fotografías: Horacio Siciliano
Publicidad

Su apellido es fundamental para entender su naciente y pujante carrera política. Ella, una mujer que viene «de abajo», ya acumula varias características que la hacen única: Marialbert Barrios es la diputada más joven de la Mesa de la Unidad (MUD) -25 años-, es la parlamentaria mujer de menor edad en llegar al Poder Legislativo -arrebatándole tal honor a Liliana Hernández que permanecía imbatible con ese récord desde hace más de cinco lustros y es quien le ganó a Freddy Bernal las elecciones en su circuito consentido, en sus «catacumbas del pueblo», donde aquél se preciaba de ser invencible luego de haber ganado allí consecutivas elecciones cada vez que compitió para ser alcalde o parlamentario.

Nacida en la Maternidad Concepción Palacios, criada en una familia «roja rojita» de San Martín – «me sé todas las canciones del chavismo»-, y egresada en 2011 de la Universidad Central de Venezuela como Internacionalista no la definen tanto como su tez morena y su filiación partidista. Ella es una mujer de partido. Militante de Primero Justicia, disciplinada, con la estructura clara – «Julio Borges es mi jefe político, pero Henrique Capriles es mi líder»-, se asume caraqueña de pura cepa -con todo y sus coleadas groserías al hablar. Sostiene que su historia es como la de muchos en el barrio, con su familia de estructura no tradicional -sus padres están divorciados y ella tiene medios hermanos con quienes se las lleva muy bien-, donde hubo apoyo familiar para llegar a la universidad y formarse con el apremio y el empuje del trabajo cotidiano de sus padres, ella manicurista y trabajadora en una academia de salsa casino, y él gerente de ventas de una empresa de trajes de etiqueta.

Marialbert1

Pero va más allá. Forma parte de una familia popular de la quinta república -de la que se califica como «víctima emocional» al haber tenido que despedir a tantos afectos sobre un mosaico de Carlos Cruz-Diez-, marcada por la emigración de amigos, hermanos y hasta de su papá que prepara maletas para «irse demasiado», huyendo de la crisis que su voto ayudó a instaurar. «Él era super chavista hasta que un día yo le dije que iba a la universidad a protestar por el presupuesto universitario. Me preguntó hasta cuándo quería tragar bomba lacrimógena y yo le contesté que igual iba, que si me apoyaba se viniera y si no que igual lo quería mucho. Agarré mi morral y mis zapatos de goma y me fui. Eso lo marcó», cuenta la muchacha que admite tener formación de izquierdas de su padre y hasta de tíos comunistas. «Yo he vivido con ahínco el único gobierno que mi vida me ha permitido vivir: el chavismo. Por eso formo parte de una juventud cansada de más de lo mismo», dice quien asegura conocer las entrañas de los barrios, allí donde «uno tiene que conocer a los malandros, que son los que terminan ‘cuidando’ a la comunidad. Eso hay que entenderlo si eres del barrio».

CitasM3

Marialbert Barrios sabe que la candidatura le llegó por carambola. Carmelo Zambrano, politólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y coordinador juvenil de Primero Justicia en Caracas, había sido acordado como compañero de fórmula de Jesús Abreu -candidato de Voluntad Popular electo por primarias ganadas sorpresivamente- y anunciado como tal. Pero las disposiciones pronunciadas por el Poder Electoral obligaron a la MUD a incluir más mujeres en sus planchas. Así entró ella a competir, por la misma razón que lo hizo la diputada 112 electa por 84 votos de ventaja en Aragua: gracias a Tibisay Lucena. «Cuando me dijeron que sería la candidata me asusté, me quedé helada. No lo esperaba. Lo mío era la operatividad porque yo trabajaba en el equipo de giras de Tomás Guanipa -candidato cabeza de lista en Caracas- como antes lo fui de Henrique Capriles. Sí es verdad que en las giras yo era muy política, hablaba con la gente, me sentaba y me tomaba un café, les transmitía esperanza. Eso me fue dando el perfil que se necesitaba», confiesa la ahora parlamentaria.

Pero tocar la puerta no es entrar. «Apenas me dieron la candidatura me dijeron que tenía que salir a ganarme a la gente, que además no me conocía. Era una batalla de David contra Goliat, porque Bernal fue alcalde y diputado, Ernesto Villegas jefe de gobierno del Distrito Capital, y yo era la muchachita que sorprendía por ser tan chiquita, en los recorridos casa por casa», cuenta Barrios quien encabezó una intensa campaña de recorridos tempraneros en estaciones de Metro, visitas a sectores populares tocando puertas de las casas, haciendo conversatorios y organizando la formación de testigos electorales sin demasiado escándalo. «No hacíamos grandes asambleas. Evitábamos los problemas. Solo tuvimos dos recorridos en moto, caravanas que no tuvieron ni una mentada de madre cuando ya terminaba la campaña».

Frente al monstruo

Marialbert Barrios se prepara para asumir la curul. Aunque le gustaría ir de camisa ligera y zapatos de goma al hemiciclo el 5 de enero a juramentarse, asegura que lo hará con la «pinta» formal que el cargo requiere. Dice sentirse preparada para sentarse en el mismo espacio que vio la labor parlamentaria de hombres como Arturo Uslar Pietri, aunque sabe que no será una tarea fácil la que deberá asumir por los próximos cinco años en el espacio donde deberá incluso debatir con Pedro Carreño o Diosdado Cabello. «No me va a titubear la garganta porque uno es del barrio, uno sabe lo que está viviendo la gente. Lo que me da es rabia, eso sí. Entonces tengo que estar pendiente de que no se me vaya a ir una grosería, respirar, medir los tiempos, no quitarle los ojos de la cara».

CitasM4

En el Legislativo quiere promover una ley marco de asistencia social pero, especialmente, quiere revisar que lo que ya existe funcione bien, aunque en ello se le vayan cinco años. Se asume representante de toda una generación que incluye a quienes se fueron y a quienes no han podido, a quienes buscan vislumbrar un futuro que no sea de colas y carestías. Pero también sabe que aún en Miraflores está «el hijo de Chávez». «Yo me anoto en darle el beneficio de la duda a Nicolás (Maduro). Él tiene de aquí a los 10 días posteriores al 5 de enero para presentarse ante la Asamblea a rendir sus cuentas como Presidente, sabiendo que va a tener un debate político duro en su contra como primer causante de toda la crisis. Si él se pone al servicio de la Asamblea, aquí viene un diálogo político. Si él presiona, va a tener un muro de contención de este lado. Maduro se está quedando solo, pero todavía, con madurez política, asumimos que tiene un plazo».

En la UCV, donde formó parte del movimiento estudiantil y ganó sus primeras elecciones como representante del estudiantado, dice que obtuvo las herramientas que ahora aplicará en la Asamblea Nacional. «La carrera te enseña el arte de persuadir y de negociar. Como internacionalista tienes lente para lo político, lo económico, lo social, para el derecho; la carrera te abre las perspectivas. Yo vengo de hacer modelos de las Naciones Unidas, por ejemplo, y hay que entender que negociar no es ganarle al otro sino trabajar en una función de una cooperación. Yo creo en el ganar-ganar, así yo gane más».

Lo que aprendió en los pasillos y aulas del campus diseñado por Carlos Raúl Villanueva lo combina con lo aprendido en una Maestría de Estudios Políticos y de Gobierno donde recibió clases de Ramón Guillermo Aveledo, Miguel Ángel Martínez, Edgardo Mondolfi, entre otros, en el Instituto de Altos Estudios Parlamentarios.

CitasM

Legislatura con pop

Marialbert Barrios es pequeña, menuda, delgada y natural. Sin silicona en su cuerpo -«ni las lolas me operaría»-, y con una piel tostada por el sol y por los genes que, combinada con su mirada, le imprime color a un rostro fiero de esos que no portan maquillaje -«apenas me pongo base a veces, eso no me gusta». Eso sí, el pelo es otra historia: allí hay cuidados constantes y dedicados; así como las uñas, siempre pintadas, pero por mano propia. Así vistió la candidatura, antes muerta que sencilla, con sus sempiternos zapatos de goma y sus camisas de botones, las que tanto portan los políticos de estos tiempos.

Marialbert2

Los 155 mil votos que la conviertieron en diputada a los 25 años recién cumplidos también la comprometen a una vida de servicio y acción política permanente que «no va a afectar mi vida personal porque yo igual no salía mucho, no era de rumbas. En vacaciones protestaba, entrenaba para los modelos de Naciones Unidas, me dedicaba a fondo en el partido», dice Marialbert, quien admite alguna escapada acaba trapos y predilección por las playas de Morrocoy, siempre amenizada con música de su preferencia: Cranberries, Beatles, Farruko y Nicky Jam -«el Potro Álvarez no, aunque en una fiesta uno lo baila».

Cuando tenga tiempo, seguirá viendo películas de suspenso y de historia, como las enmarcadas en fantasías medievales. Leerá los libros que reflejan los mismos gustos definidos, como Cuba: La lucha por la libertad de Hugh Thomas -«es buenísimo»-, Mujeres espías de Laura Manzanera o Rebelión en la granja de George Orwell, todos títulos de reciente consumo para ella, además de los teóricos, de izquierda, historicos, «como los de Carrera Damas». A su novio -«apenas estamos empezando»- también deberá incluirlo en la dinámica, aunque «no me gusta hablar de mi vida privada».

CitasM3

Lo que venga después de la legislatura es otra cosa. Ella tendrá 30 años al terminar su período como diputada y, según el plan de vida que había diseñado, a esa edad llegaría el matrimonio y su primera hija que ya hasta nombre tiene asegurado: Juliana. Una posible reelección deberá confrontarse con los planes de la niña que jugó con Barbies y creció para tener vida pública.

Publicidad
Publicidad