Investigación

La violencia trajo por primera vez a Médicos Sin Fronteras

Desde inicios de este año un equipo de la ONG, proveniente de España, ha dictado cursos para líderes comunitarios y especialistas que acompañan a las víctimas de violencia sexual y urbana. El entrenamiento abarcó 23 centros educativos de Fe y Alegría en Distrito Capital y Vargas Venezuela se encuentra entre los Territorios Palestinos Ocupados y Yemen, de acuerdo a la página 162 del Informe de Misiones MSF-E 2015, documento que reúne el trabajo de Médicos Sin Fronteras, sección España, durante todo el año pasado alrededor del mundo. Vinieron a Caracas desde la ciudad de Barcelona, Cataluña. Primero fue de modo exploratorio y luego interesados en tejer algún tipo de alianza con una organización local que garantizara sus principios de no intervención en asuntos políticos.

Texto: Dalila Itriago | Fotografía de portada: Álvaro Ibarra Zavala
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La ONG fue creada en 1.967 como consecuencia del conflicto en Biafra, región cercada por el Ejército nigeriano. En ese entonces la población quedó debilitada por la sequía y el hambre, y la Cruz Roja Internacional no podía denunciar lo que allí pasaba. Médicos Sin Fronteras (MSF) nació como brigada internacional de emergencia. Es una organización de acción médico-humanitaria que asiste a personas amenazadas por conflictos armados, violencia, epidemias, desastres naturales o exclusión de la atención médica. En su página www.msf.es advierten que no aspiran transformar una sociedad, sino que pretenden que esta pueda superar un periodo crítico que esté atravesando: “Nuestro objetivo son las personas, no los Estados”, señala el portal. cita-médico-6 ¿Qué hace MSF en Caracas? Desde inicios de 2016 brindan apoyo a organizaciones que trabajan con poblaciones vulnerables, con el propósito de mejorar el acceso de las víctimas de la violencia urbana y la violencia sexual a la atención integral y, concretamente, a servicios curativos y preventivos de salud mental.

Su actividad comenzó en la Escuela Jesús Maestro de Petare, así como en el Colegio Andy Aparicio de La Vega. También acudieron al consultorio médico Santa Inés de Montalbán. En estos espacios evaluaron el impacto de la violencia urbana en la salud mental de las comunidades, y emprendieron actividades psicosociales y de sensibilización para que el personal sanitario y la comunidad pueda identificar los síntomas de un deterioro de la salud mental vinculado a la violencia.

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En menos de siete meses han formado a 85 personas entre psicólogos, psicopedagogos, orientadores, maestros y líderes comunitarios. El entrenamiento que ha ofrecido MSF abarcó 23 centros educativos de Fe y Alegría en el Distrito Capital y el estado Vargas. De entrada no aspiran reducir la violencia sino que se concentran en atenuar las secuelas que esta ha dejado en las víctimas. Según el Informe de Misiones MSF-E 2015, el programa tiene un alcance de 200.000 personas y tiene un costo, en una primera etapa, de 128.054,08 euros, equivalente al 0,11% del presupuesto total de las misiones realizadas por la organización el año pasado.

Explica el documento que el contexto de la intervención en el país es la inestabilidad social, y que la población asistida será aquella que ha sido víctima de otras situaciones de violencia; así como también personas excluidas de la asistencia sanitaria. cita-médico-5 En el capítulo Venezuela se describe la situación de las comunidades vulnerables de la capital del país: “Las zonas geográficas más deprimidas de la Gran Caracas son las que más evidencian las consecuencias de la violencia. Los habitantes de estas áreas no solo viven atrapados por los enfrentamientos armados entre bandas o colectivos: también sufren otros problemas socioeconómicos vinculados a la violencia, como el hacinamiento, la obligatoriedad de cumplir reglas sociales no escritas, las restricciones de movimiento y las dificultades de acceso a la atención médica”.

El miércoles 10 de agosto, el propio secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, dijo estar muy preocupado porque los venezolanos no podían cubrir las necesidades básicas: comida, agua, sanidad y ropa. En el año 2015 MSF ya había dejado constancia en el citado texto de sus percepciones respecto al país, lo cual justificaba el inicio de sus actividades en el territorio. “El deterioro acelerado de la crisis política y social en Venezuela está empezando a generar necesidades en el ámbito médico-humanitario que justifican el inicio de operaciones de MSF en el país. El descenso pronunciado de los ingresos reales de la población, la marcada escasez de alimentos, medicamentos y otros productos básicos, junto con el colapso de los servicios sanitarios, son elementos de un problema social inminente que ha empezado a tener serias consecuencias en el ámbito humanitario”.

Sin olvidar el tema de la violencia, al mencionar que en el año 2015 la capital venezolana se convirtió en la ciudad más peligrosa del mundo con 119 homicidios por cada 100.000 habitantes. “Este deterioro corre en paralelo a un aumento de la violencia en las zonas periféricas y urbanas marginales de las grandes ciudades. Las mafias y bandas criminales siguen utilizando la violencia como herramienta de control del territorio y del tráfico de drogas y los negocios del secuestro y la extorsión. Adicionalmente, han aumentado la delincuencia común y las ejecuciones extrajudiciales, ligado todo ello al empobrecimiento de la sociedad y a una impunidad generalizada”, reza el texto.

Una gran alianza

Luisa Pernalete cree que se trata de una gran alianza. La coordinadora del área de Paz y Ciudadanía de Fe y Alegría tiene 40 años, de sus 63 de edad, trabajando con esta institución de sacerdotes jesuitas. Comenzó a los 21 dando clases al sur de la ciudad de Maracaibo, luego fue miembro del equipo regional, después directora de la zona Zulia, para convertirse posteriormente en la responsable educativa de todo el estado Bolívar. cita-médico-3 En esas andaba cuando en el año 2005 mataron a uno de los niños de las escuelas que supervisaba. El menor quiso proteger a su papá, quien era heladero, de un asalto. Un año después vendría la desaparición de una joven de 15 años de edad y en el 2007 ocurrió lo definitivo: tuvo que contabilizar seis muertes de su más cercano entorno. Dos por balas perdidas, otro por atraco, uno por homicidio, un secuestro y uno que ya olvidó la causa.

Fue tanta la conmoción que se dijo a sí misma que no seguiría en el cargo de directora zonal, sino que dedicaría lo que le restase de vida a trabajar por la paz y la reducción de la violencia en el país. Le comentó su decisión al sacerdote jesuita Manuel Aristorena, director de Fe y Alegría a nivel nacional, y ambos acordaron que comenzarían con lo que todo el mundo asume como la base de la sociedad: la familia. “Fue por pura intuición. Todo el mundo critica a las madres pero nadie les da una mano”, añade la educadora.

En el año 2009 nació en Guayana el programa de Madres Promotoras de Paz. Hoy este grupo se ha extendido a Carabobo, Aragua, Maracaibo, Maturín y Nueva Esparta. La profesora comenzó el proyecto escribiendo en hojas blancas su experiencia de cuatro décadas de trabajo en las aulas. Luego, los apuntes se convirtieron en el libro Conversaciones sobre la violencia y la paz, que fue probado y discutido con las primeras 30 participantes del grupo de progenitoras. cita-médico-4 Pernalete considera que haber sido directora educativa en un estado como Bolívar, con 35 escuelas, donde debe manejar situaciones propias de la ciudad, pero también de pueblos mineros y zonas indígenas, la capacitó para comprender las diferencias poblacionales en un mismo país. Dividió su curso en cuatro etapas: “La Paz comienza con la P de Persona”. “Las erres de la Educación para la Paz” (Reflexión, Reunión, Relajación, Recreación, Reconciliación, Resolución Pacífica de Conflictos, Responsabilizarse y Reír), “Ahora somos comadres” y “Tienes derecho a vivir en paz”.

En estos capítulos aboga por la consolidación de una relación fraternal entre la madre y la maestra, y respetuosa entre esta última y el niño. Recomienda que si llegara a existir alguna irregularidad se realicen sanciones pero no castigos humillantes. Sabe que la idea de las Madres Promotoras de Paz no es un proyecto que pueda decretarse o extenderse de modo obligatorio. Insiste en explicar que se trata de un programa cualitativo, que al ser recibido por las progenitoras estas lo irradiarán hacia las comunidades. Este año espera que los contenidos sean dictados en todo el país, y que la información llegue a las 180 escuelas de Fe y Alegría y a sus más de 100.000 alumnos.

Ana María Fernández es una madre promotora de paz de Petare. Trabaja como obrera en la zona educativa de Miranda y asistió a los cursos de MSF. Aplaude la iniciativa porque cree que ahora será más empática con la comunidad. “Vivo en la zona 5 del barrio José Félix Ribas y con los cursos aprendí a identificar cuándo las personas tienen problemas. Me he convertido en facilitadora comunitaria y mi mayor satisfacción es saber cómo puedo ayudarlos”, relató Fernández, quien ahora dedica los fines de semana a recrear a los niños de su comunidad. cita-médico-2 Cinco sesiones y una jornada previa

Decireé Angulo trabaja como Coordinadora Pedagógica Integral de Fe y Alegría en Caracas y Vargas. Asistió a los cursos de MSF, oficialmente llamado Formación en Componentes Técnicos para la Evaluación y Manejo de la Salud Mental en Contexto de Violencia. Explica que el objetivo fundamental de la alianza es lograr que los docentes y especialistas sepan percibir los rasgos de una persona que ha sido víctima de la violencia sexual y del maltrato, y pueda orientarla correctamente o remitirla a las instancias correspondientes. “Fueron cinco sesiones con una reunión previa para la sensibilización. De nuestra área asistieron orientadores, psicólogos y psicopedagogos. Cada módulo duró cinco horas y para mí lo mejor fue aprender a activar la escucha. No se trata de mirar a la víctima y hacer juicios de valor. Nos enseñaron que debemos permitirle exponer en libertad lo que ha padecido. Darle confianza y confidencialidad”, añadió Angulo.

Los temas de los módulos son: salud mental en contextos de violencia, violencia sexual, rutas de sistematización de la información, primeros auxilios psicológicos y evaluación y recapitulación. cita-médico-1 Astrid Brito, por su parte, agradece haber recibido formación sobre los distintos tipos de violencia y la diferencia de este concepto con el abuso y acoso sexual. Aplaude también haber conocido dónde se debe remitir a las víctimas. Brito es psicopedagoga de la Escuela María Rosa Mola, del sector El Cuartel, de Pérez Bonalde. “Es un trabajo de hormiga. Necesitamos estar engranados. Si no estamos en la misma línea no creo que logremos reducir la violencia. A veces tú tienes la mejor intención pero acudimos a las instituciones y no nos atienden. Hay mucha burocracia y eso te tumba las alas”, admite Brito.

Luisa Pernalete explica que el programa se concentra en atender a la víctima pues de no hacerlo esta, muy probablemente, se convertirá en maltratadora. Sabe que la tarea es difícil pero se ve a sí misma como la hoja que recoge agua pantanosa para transformarse en una maravillosa y colorida flor de loto. Quiere transfigurar el dolor que hay detrás de las historias de violencia en relatos de vida bien vivida. Sobran quienes la miren con recelo. Ella se sonríe con dulzura y en silencio. Apenas alcanza a responder: “Es cuestión de fe. Para hacer esto hay que creer que es posible trabajar por la paz en Venezuela y todos deberíamos involucrarnos en la tarea”.

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