Cine

Miss Venezuela: pura ficción

El concurso de belleza ya dejó de ser sólo un show televisivo. El cine, el teatro y la literatura utilizan el certamen como recurso narrativo para retratar a un país que gusta o se obsesiona por las medidas y tetas

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Punta-tacón, punta-tacón. Mete las costillas, levanta la cabeza. Las instrucciones no las da Osmel Sousa en la Quinta Miss Venezuela sino Diana Peñalver en la película 3 bellezas. El director de la cinta, Carlos Caridad Montero, utilizó el certamen para hacer un drama que refleja la afición del venezolano por las apariencias. La impostura, la plasticidad, la elegancia. El concurso que cada año suele paralizar al país ante las pantallas televisivas también tiene su correlato en el cine, el teatro y la literatura. Del imaginario popular a la creación artística.

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Una madre obsesionada con ver a alguna de sus hijas convertida en reina, dos hermanas que se tornan rivales. Una tragedia. 3 bellezas, el filme que ya se exhibe en las salas nacionales, se une a una creciente lista de obras que han tomado el Miss Venezuela como uno de sus recursos narrativos. El mismo Montero, de hecho, tiene en su lista de próximos estrenos un documental sobre el tema que hizo en paralelo a su largometraje de ficción.

Diana Peñalver da vida a una antigua miss que quiere proyectarse en sus hijas. Fabiola Arache y Josette Vidal interpretan a las chicas en su etapa adulta. Ambas entran en el Miss República, un evento animado por Prakriti Maduro, que hace de Maite Delgado o Mariángel Ruiz. Francisco Denis es Osmel Sousa. Cirugías —“las flores de plástico nunca se marchitan”—, pastillas para rebajar, dietas, candados en las neveras, pedazos de vidrios en los tacones. Caridad Montero optó por el humor negro para parodiar el certamen. “Los concursos ya forman parte de la idiosincrasia nacional. Yo no veo nada de malo en ello. Sólo quise mostrar esos patrones en la película, darle otra mirada”, dijo el cineasta, que fue a eventos de distintos géneros para documentarse.

El cine venezolano ya tenía antecedentes. En 2007, Henry Rivero y César Oropeza hicieron una comedia del concurso en Puras joyitas. Una banda de ladrones profesionales arma un plan para robarse la corona. Mario Cimarro, Albi de Abreu, Erich Wildpret y Miguel Ferrari integran un grupo que, cual La gran estafa —Steven Soderbergh—, se queda con el premio. 358.548 espectadores hicieron del filme el segundo más taquillero del año —una muestra de que la gente va incluso al cine a divertirse, o burlase de estas competiciones.

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La dramaturgia tampoco podía dejar de lado un espectáculo tan teatral como el Miss Venezuela. Siempre desde la parodia o el humor, quizás herencia del Miss Chocozuela. El repaso por importantes acontecimientos del país que hace Carmen García Vilar en Y Miss Venezuela es…, el retrato de la época de Marcos Pérez Jiménez que Johnny Gavlovski realizó en El día que ganó Susana Duijm y el ascenso y la caída de una reina de belleza en Miss, de Gustavo Ott, que también mató a una Miss Universo venezolana en la novela policial Yo no sé matar pero puedo aprender, publicado por Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. El Miss Venezuela como excusa para mostrar miserias detrás de tanta belleza.

La literatura local tiene algunas otras historias del certamen. Sonia Chocrón hizo una novela negra a partir de la muerte de una reina justo antes de entregarle la corona a su sucesora en Sábanas negras (Ediciones B), la periodista María Isoliet Iglesias debutó en la narrativa al contar el secuestro de una miss en Me tiraste la hembra pa’l piso (Ediciones B), mientras que Salvador Fleján contó los pesares de una ex modelo que termina trabajando en un bar nocturno en el cuento Miss Nueva Esparta, que forma parte del libro Intriga en el car wash (Ramdon House) y que será llevado al cine por Alexandra Henao.

Elisa Lerner y Gisela Kozak Rovero son otras que han escrito ensayos sobre el tema. Lerner bromea con la vez que Susana Duijm pidió un plato de arroz con caraota y plátanos fritos tras ganar el Miss Mundo 1955, o la prisa con que las misses van a ponerse el traje de baño al decir que han leído alguna novela de Rómulo Gallegos Crónicas ginecológicas, Línea editores. Kozak Rovero escribe sobre la vía fácil al éxito que toman las mujeres para entrar a un mundo de frivolidad que ni el socialismo del siglo XXI se atreve a desterrar por temor a perder votos —Ni tan chéveres ni tan iguales, Ediciones Puntocero.

Todos los textos que recrean el concurso lo hacen desde la comedia. Y poco a poco se suman más autores que indagan en el evento, que tiene poco más de medio siglo. “Ya era hora de que pasara a ser motivo de creación. Antes parecía un tópico frívolo que no debía tocarse. Tuvo que llegar el humor, el policial, para explorarlo. Había que meterse con eso, analizarlo de la manera en que lo ve la gente. Se perdió aquello de que la novela tenía que ser expresión de una gran solemnidad. Puedes abordar un tema como el de las misses con toda la ironía del mundo, sin que implique una crítica a las muchachas que participan sino acercarse al fenómeno”, concluyó Kozak Rovero. El Miss Venezuela ya es otra forma para retratarnos como país desde la ficción.

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