Semblanza

Mitzy Capriles, hombro con hombre

Ella es hoy una mujer más de Ramo Verde. La esposa de Antonio Ledezma no flaquea aun desposeída y sin marido en casa ni alcaldía. Su lucha, como la de Lilian Tintori, que apenas empieza, es mostrarle al mundo el carácter antidemocrático e inconstitucional del encarcelamiento del alcalde metropolitano

Fotografía: EFE
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Templada de carácter y dispuesta a dar la pelea que ya da —o que vienen dando, esto no empezó el 19 de febrero—, Mitzy Capriles de Ledezma, el pelo negro liso, los ojos enormes que siempre le celebra él, sentada en primera fila, observa conmovida la decisión del Concejo Municipal de Petare: se ha aprobado por unanimidad apoyar a su marido —no, no es Guillermina, felizmente—, que suma dos semanas en Ramo Verde. Lleva puesta una franela blanca que dice en letras negras: Liberen a Ledezma. Mientras el asambleísta Richard Blanco toma la palabra para leer la carta en la que Antonio Ledezma pide a todos luchar por el país y por la unidad antes que por él —tocaba al alcalde aprehendido ser orador de orden—, ella pensará en las otras; las que hace rato viven lo que ella. Hombres presos y esposas que echan el resto. Hogares que se convierten en hervidero, país que se arranca el rótulo de democrático. Tiempos de retrovisor, hasta la Colonia desanda el revival, cuando mandatarios y burócratas son puestos a dedo por un rey muerto, mientras los que disienten son blanco de injusticias, atropellos, desmanes.

A la torera, criminalizando la protesta, un centenar de estudiantes permanecen tras las rejas. Igualmente, por disentir, están presos —en neolenguaje, “privados de libertad”— un rimero de políticos y líderes de oposición; ahora Ledezma, y amenazan sin pudor a María Corina Machado y a Julio Borges. Luego de ser sacado de sus oficinas intempestivamente y a empujones, y detenido, un día después es acusado —así, sin juicio—, de conspiración. Que de conspirar saben los que se lo llevan tirando de sus gatillos y sin decir ñe. Y asimismo de estar incurso en el delito de asociación para delinquir; y se remiten, hoy sí y mañana no, a una íngrima prueba: el documento público suscrito por Antonio Ledezma, y muchos más, en el que se propone estructurar la transición. “Un documento, por favor, que no dice nada fuera de la ley, nada inconstitucional, es bochornoso”, mantiene su capacidad de asombro Delsa Solórzano, activista de Un Nuevo Tiempo. “Y no se acuerdan de que Chávez hizo un documento de transición también ¡Y nadie le puso un dedo encima!”, desliza.

Igual tuvo que esperar una semana —26 de febrero— para que su esposa, Mitzy Capriles, pudiera visitarlo. Ella y los hijos; solo pueden verlo los familiares. “Él está bien y con un espíritu enorme, gigantesco, y con el deseo ahora más grande de seguir luchando por la democracia y la libertad. Está fuerte”, consigna la prensa, fuerte ella también. “Es una mujer de convicciones democráticas, y la familia que han construido es muy sólida. Son gente de principios y así, los hijos, como son ambos, y ella, sin duda, tiene mucho coraje”, la pinta Richard Blanco, quien propuso, sin conseguirlo, que la Asamblea Nacional debatiera el tema. “Sí, lo es, como todas las venezolanas; y quien no tenga coraje, pues a estas horas tendrá que sacarlo”, añade la abogada Liliana Hernández y compañera de Ledezma en el partido que él funda, Alianza Bravo Pueblo.

De familia vinculada con la política y la información, —su tío Miguel Angel Capriles, además de senador al Congreso, fue creador y cabeza de la Cadena Capriles, poderosa editorial que imprimiría además de libros, influyentes revistas y masivos periódicos—, Mitzy Capriles compartiría en casa una sobremesa inédita, aderezada por una suerte de servicio privado de noticias calientes o por suceder. La caraqueña, buena intérprete del piano y bautizada como Victoria Eugenia, y quien se identificará desde siempre con el apodo de Mitzy que le impone su tía Lotty Capriles y con el sería llamada y amada con devoción en la familia —su madre murió cuando ella nació— por fuerza, pues, no escaparía al entrenamiento que da el criarse ya no solo entre observadores acuciosos sino junto a actores participativos; y encima, en esta circunstancia histórica de permanentes anhelos que se aproximan y se escurren. Claro que estaría al tanto del debate a pulso entre las conquistas y los baches, entre ideales y tejemanejes que son el pan nuestro.

Sin embargo, y pese a la “perseguidera” constante, los toma por sorpresa el trance, no hay una comunicación, nada. Aunque nadie bajo este temporal arbitrario de años confía del todo, aunque no es la primera vez que los hechos la llevan por la calle de la amargura. Luego que su marido gana las elecciones de la Alcaldía Metropolitana, tendrían que sortear la burla que resulta tanto para ellos como para los votantes en franca mayoría tener que asistir a la coronación en paralelo de una distinta autoridad caraqueña, improvisada y fuera de la ley. Le encasquetan a Caracas la figura inédita que encarnaría Jacqueline Farías de jefa del gobierno del Distrito Capital. En la plaza Bolívar se leían grafitis con consignas que parecían haber sido escupidas desde bocas de afilados colmillos y a punta de buches biliares: “somos malos perdedores”. Incansable, Ledezma continuó y, pese al presupuesto mermado y el despojo de las oficinas que le correspondían, fue reelegido. “Eso es lo que incomoda”, atizael diputado Blanco. “Sí, y es que a mí también me sorprende, por lo masivo, el apoyo de la gente, ahora mismo arrasaría, la solidaridad es inmensa”, ataja Delsa Solórzano.

En 1991 se casaron luego del fulminante flechazo que los enredó definitivamente en aquel acto acciondemocratista en el que coinciden en el Guárico natal de Ledezma. Es el 30 de noviembre de 1983. La entonces vicepresidenta de Decisión Femenina 83 quedará encantada con los requiebros del joven de declarada vocación política que inicia sin muchos titubeos el cortejo. Desde entonces, ella y el líder juvenil, abogado que luego estudiaría Gerencia Pública en el IESA y posgrado en Políticas Públicas en la Metropolitana —se gradúa con honores—, han estado juntos. “Son una pareja no solo de un hombre y una mujer que se aman, y geniales padres de familia, ellos son equipo. Comparten todo, todo el tiempo, no hay acto o protocolo al que no vayan los dos. En cada discurso él siempre le dedica la primera palabra a ella”, confirma Liliana Hernández. “Se apoyan mutuamente, ahora el turno es de ella, de decir”.

Cierto, no para. Los teléfonos queman, y los hijos en compacta fila a favor, la rodean y alzan sus voces, comparten la carga, se la reparten. Si no están en la sede de las oficinas de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Las Mercedes, en la radio, en reuniones, resolviendo la nueva cotidianidad trastocada. Daniela Schadendorf, hija de su primer matrimonio, por ejemplo, aboga por Ledezma, al que también llama papá, en el canal de televisión CNN. “Todos somos hermanos, no medios hermanos”, le dice a Fernando del Rincón. “Ambos se habían casado antes de encontrarse, y todos los hijos que estamos juntos porque por igual, porque a todos, por igual, nos afecta esta barbaridad que debe ser conocida en el mundo. Quiero decir por este medio que buscamos el apoyo de las instituciones que se tomen por democráticas porque creemos que la justicia se ejerce desde varias maneras, una es la presión”.

Como Daniela, Antonio, Vanesa, Oriette, Mitzyta, Antonietta e Isabel están para la causa. “En casa respetamos que esté casada con Andrés Izarra, y sus hijos son nuestros sobrinos adorados, el tema político no se suele abordar en reuniones por razones obvias; pero ahora mismo estamos todos con Antonio, y punto”. Juntos van también a la visita. Los abogados deberán, en cambio, encontrarse con su defendido a otra hora, no en la celda, en el patio, y podrán por cierto certificar que Leopoldo López y Antonio Ledezma se han podido ver. Abrazar. “No como se ha regado de manera infamante: que Ledezma intentaba ¡matarlo!”, se espanta Blanco.

Latas de sardinas aquellas que ocupan los forajidos —extraños paraísos del horror, unas con piscinas todas con pranes— aquellas donde van los que expresan sus discrepancias políticas son militares. Ramo Verde está custodiada por centinelas que no comulgan con el comeflorismo, cuidado, pueden lanzar excrementos; se los han arrojado a sus custodiados. Desde allí Antonio Ledezma jura que no se cansará de luchar por el país, que sus pensamientos nunca podrán estar encarcelados, que no hay que desmayar. “Todos los partidos políticos se han pronunciado, todos los que están con la democracia. Es demostración de que persiste la unión: como él la quiere, la hay”, redondea para los medios Mitzy Capriles. Y añade: “La voz de Antonio retumbaba en Venezuela, ahora lo hace en el mundo, la unión cruza la frontera”.

La agenda de la esposa también llamada primera dama de Caracas ha trocado de un día para otro; y aunque asegura que no es mujer política, no puede ni quiere evadir el compromiso. “¿Fe? La peor diligencia es la que no se hace”, confiesa con relación a la institucionalidad local y al estado de derecho. “No nos cruzaremos de brazos, y por supuesto que además habla por nosotros, y con más crudeza, la realidad”, apunta perspicaz, “tenemos un gobierno que reprime pero que, pese a su esfuerzo por silenciar, no puede taparear lo que sigue ocurriendo, encarcelando a Antonio como a Leopoldo López, a Daniel Ceballos, o los estudiantes, no dejan de existir colas, no por ello dejan de entrar a la morgue las víctimas de la inseguridad o el venezolano se está alimentando mejor ni está dejando de sufrir las consecuencias del horror político y económico de este Gobierno; siguen las escasez, la inflación, la inseguridad, el caos…”, suma. “Estos hechos sí que son golpes”, remata.

Que lo venían siguiendo de madrugada. A toda hora. Sin embargo, que nunca le pasó por la cabeza dejar un segundo el compromiso contraído, que lo que han hecho es atroz: dejar a la alcaldía sin alcalde; que quizá viaje. “Le diremos al mundo que las acusaciones que se le pretenden imputar a Antonio Ledezma son absolutamente falsas. Él es un demócrata a carta cabal, y que por eso ha sido secuestrado”, asegura. Agradecida por tanto apoyo —reitera- y con el papa Francisco, que en el Ángelus del pasado domingo se pronunció por la situación tan grave que vive Venezuela— jura que no hay otra opción que la de resistir. “Antonio no se quiso ir, tomó un camino, nos toca defender ese camino con él”. Que es un fajado, que nació el día del trabajador, un 1 de mayo. “Claro que vale la pena, claro que recobrar la democracia la vale, y la vale Venezuela”.

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