Literatura

Obligaciones de la memoria, Rodolfo Izaguirre doblega el olvido

Un libro recoge 123 crónicas del autor caraqueño que cuenta la historia nacional a través de la vida del cine, escudriñando en la cultura y su relación con la realidad. Es el correlato de un país sobreviviente, como él

TEXTO: Yoyiana Ahumada | FOTOS: CORTESÍA
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“En el arco de mi propia vida he sobrevivido a tres regímenes dictatoriales: era un niño cuando Gómez murió, pero mis hermanos mayores vivieron el horror de la dictadura gomecista. Cuando era joven me tocó la ferocidad criminal de la represión de la Seguridad Nacional, organizada por un fascista llamado Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Hoy en mi senectud me toca vivir los desmanes del régimen bolivariano”.

Rodolfo Izaguirre es sobreviviente, como queda patente en un nuevo libro publicado por Fundavag Ediciones. Obligaciones de la memoria reúne un compendio de 123 textos publicados en el transcurso de los años 2000 al 2017 tanto en las columnas del vespertino El Mundo, como –las crónicas que ha publicado y continúa publicando– en El Nacional.

Rodolfocita4“El Ministerio de Sanidad y Asistencia Social se crea bajo el gobierno de Eleazar López Contreras en el año 1936. De manera que mis primeros años transcurrieron en un limbo sanitario. Sobreviví al sarampión, a las paperas, la viruela, al paludismo. Sobreviví a la maestrica y la casita a la que uno llevaba la sillita. Kindergarten no existía, eso de Pestalozzi nunca se escuchó porque tampoco existía el Instituto Pestalozzi. Sobreviví a mi adolescencia, la de un niño alelado, triste, con un real de Lucky Strike, un cigarrito envuelto en papel, porque no había plata para comprar una caja. Peleado con la novia, química para septiembre y con caspa. Sobreviví a los primeros años de mi matrimonio, a los abusos de los cogollos de AD y Copei, a los abusos de los caudillos militares y civiles”.

El libro da cuenta del paso del escritor y crítico de cine Rodolfo Izaguirre por el siglo XX y lo que va del XXI, y se presentó recientemente en Madrid, en ese centro neurálgico de la diáspora venezolana llamado Cesta República. “Tenemos que obligar a la memoria a que no olvide lo que está ocurriendo en el país”, afirmó el escritor nacido en Caracas en 1931, durante la presentación del texto en Caracas.

Libro Rodolfo Izaguirre

“Mi memoria está obligada a no olvidar, a permanecer atenta y vigilante para impedir que se continúe erosionando no solo el país si no la dignidad de nuestra vida civil. (…) Son obligaciones de la memoria escritas en un lenguaje que roza, a veces, alas poéticas y pretenden abrazar momentos de vida, agonías políticas, sociales y culturales presentes y pasadas”, dice el propio autor en su introito. Y completa: “Acontecimientos que de manera cinematográfica han estado hilvanando la vida civil del país”.

Rodolfocita3El autor, uno de los venezolanos portentosos del siglo XX, perteneció a los dos grupos que definen la vanguardia artística venezolana: Sardio (1958), de carácter estrictamente literario que formo junto a Elisa Lerner, Salvador Garmendia, Luis García Morales, Guillermo Sucre, Gonzalo Castellanos y Peran Erminy. Un colectivo que, tras el triunfo de la revolución cubana, deviene en El Techo de la Ballena (1961) e incorpora a artistas visuales. Ambos tuvieron intenciones políticas y acciones para afirmar el arte como obstinada resistencia ante el poder. El primero como firmeza a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el segundo acompañando la radicalización que implicó el triunfo de la revolución cubana, extremismo del que Izaguirre logró zafarse para convertirse en disidente hasta los días que corren.

Escribe Alberto Márquez en el prólogo del libro: “Lo que hay en estas páginas es el pensamiento de un hombre libre, hasta donde se puede ser, un hombre moderno que pasa revista a lo que ha sido su vida, a lo que creyó en un momento y luego dejo de hacerlo, pero sobre todo a la permanencia del arte como forma superior de vida”.

Obligaciones de la memoria es el libro de un crítico de la imagen: dos décadas al frente de la Cinemateca Nacional, 39 años con programa El cine, mitología de lo cotidiano (1971-2010), y cinco años como ancla de Cinemateca en el aire (1989-1994) en el antiguo canal 5, además de una columna de cine, “35 milímetros”, en El Nacional.

Rodolfocita2Un volumen que tiene como correlato la imagen. “Son dos libros en uno”, dirá el autor. Una importante colección de fotografías realizadas por Federico Prieto, coordinador de la publicación, dan cuenta de la “otra” narración que dialoga con los textos: en las imágenes el autor es captado en toda su capacidad histriónica. Son retratos en blanco en negro que recogen la gama de sensaciones que el autor proyecta en las crónicas. No son poses sino expresiones genuinas de quien ha convivido toda su vida en armonía con su anatomía fibrosa y de largas extensiones. Un cuerpo educado bajo la disciplina física –no olvidemos que Rodolfo Izaguirre es viudo de la bailarina y maestra Belén Lobo– para la expresión y la armonía.

Leídas en conjunto, las crónicas de Izaguirre van componiendo una reflexión sobre todo lo que ha ocurrido a lo largo de estos 20 años en el país. Impacta la capacidad reveladora y oracular. Estas piezas literarias tienen un punto de arranque con imágenes que tienen que ver con su infancia o su vida en general. Ese hecho le da pie para verse como está en la actualidad y, más aún, de su manera de estar en esa actualidad.

A lo largo de sus 7.000 caracteres, se apropia de su capacidad re-lectora y de la antigüedad clásica, que sostiene el relato: laberintos, enigmas, abismos, eclipses, fenómenos meteorológicos. “Me remonto a la antigüedad clásica, porque hay situaciones de ese tiempo que repercuten en mi vida actual”. Emplea el autor objetos que aparecen y desaparecen como el sol, la luna, las ballenas, los delfines. Pero los usa para hacer analogías con alimentos como la harina pan y el azúcar tan presentes en la escasez del venezolano. “La democracia venezolana, aparece y desaparece. Los militares aparecen pero no desaparecen”, dice refiriéndose a la intermitencia de la marcha democrática del país.

Rodolfocita1Coherente con la máxima que ha sostenido su ejercicio crítico, estos 123 textos se nutrende lasreferencias personales, familiares y de la infancia del autor, vinculado con la memoria presente. “Esas crónicas son completas porque me involucran dentro de las situaciones del país”.

Es un libro de memoria a futuro, un despliegue de poesía y gozo del idioma, un compromiso con la libertad, la ética y lo “positivo venezolano”, como diría Augusto Mijares. Un volumen donde la crónica alcanza su mayor esplendor y deviene en ejercicio reflexivo sobre la hora más aciaga de una sociedad arrinconada por el militarismo y sus taras.

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