Investigación

Podemos, tan aprovechador como el chavismo

Mientras los miembros de la tolda morada se pasan el día marcando distancia de la Venezuela bolivariana, las encuestas señalan su ascenso: Podemos ya se perfila como la segunda fuerza política de España. Especialistas señalan que no tener petróleo es una diferencia fundamental para romper el paralelismo venezolano. En el fondo, la causa está en el agotamiento de la socialdemocracia europea

Fotografía: AP
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No. España todavía no ve clara su recuperación. En el Barómetro de enero, que publicó el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y difundido en diario El País, queda retratado el ánimo general: los encuestados califican de mala y muy mala la situación económica del país. En comparación con hace un año, la situación económica actual es igual o peor. Y sólo dentro de un año —de elecciones generales—, consideran que la situación será igual, o acaso mejor. El abismo es grande. El desánimo también.

Mientras tanto, un partido, que promete “convertir el hartazgo en cambio político”, crece como la espuma. Institutos privados de investigación como Metroscopia, o públicos como el CIS, señalan mes a mes la ruptura del bipartidismo: los clásicos del eje izquierda-derecha, Partido Popular (PP) y Partido Socialista (PSOE) respectivamente sufren, merman sus votantes; en contraste con los nuevos, como Podemos, que los ensanchan: capitalizan el desánimo de los “perdedores de la crisis”, como reza una de sus bien aceptadas consignas. Aunque nadie duda en qué esquina del ring se ubica, el partido amplía sus bases sociológicas sosteniendo un discurso de “los de arriba y los de abajo”, como suele repetir mitin tras mitin, Pablo Iglesias. Con solo cinco eurodiputados y ninguna gestión que exhibir, Podemos aparece en las encuestas como la segunda fuerza electoral detrás del PP. Y por primera vez desbanca a los socialistas.

Buena parte de la inmigración venezolana en España entra en alarma. A más de setenta mil personas “les gusta” una comunidad Anti-Podemos en Facebook, donde publican, uno tras otro, videos de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero en el plató de Venezolana de Televisión. En paralelo, los miembros de la agrupación hacen todos los esfuerzos para desmarcarse del proyecto bolivariano.

Dicen que para las políticas educativas se inspiran en Finlandia; que “las políticas redistributivas que me gustan”, como le dijo Pablo Iglesias a la periodista Ana Pastor, “son las de Ecuador”. En fin. Hablan como si Venezuela no existiera en el mapa de sus influencias políticas.

A la sombra latinoamericana

Podemos-CLímax

En un artículo publicado en julio pasado en Le Monde Diplomatique —en español—, Íñigo Errejón, profesor y responsable de la campaña electoral del partido, describió los tres pilares sobre los cuales se sostiene Podemos: El primero es “una lectura particular del Movimiento 15M o de los indignados”, cuando España vivió su primavera política en mayo de 2011. Momento que hubo diversas manifestaciones pacíficas en contra del bipartidismo PSOE-PP para sugerir una democracia más participativa. El segundo “es el desarrollo de una práctica teórico-comunicativa que combinaba el análisis del discurso con la creación de programas de televisión propios en cadenas comunitarias”, cuyos protagonistas luego saltarían a los platós de los canales privados; y finalmente, “un estudio prolongado y un aprendizaje sobre el terreno de los procesos latinoamericanos recientes de ruptura popular —y constituyente”. Voilà! “Algunos de los impulsores de la iniciativa”, escribió Errejón, “hemos reconocido que, sin aquel aprendizaje, Podemos no habría sido posible”.

Y son aquellas lecciones las que les cobran ahora, sobre todo la prensa conservadora. La guinda la puso el viernes 20 de febrero Juan Carlos Monedero, compelido a ofrecer una rueda de prensa para explicar el origen de 425.120 euros que facturó en 2013 en concepto de asesorías al Banco del Alba: Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua; y que por señalamientos del Ministro de Hacienda, lo obligaron a realizar una declaración de impuestos complementaria.

Monedero publicó una carta de disculpas a sus electores: “Mi declaración voluntaria complementaria no tiene detrás que antes hiciera nada ilegal, sino hacer la declaración que evitara cualquier discusión con hacienda evitando la confrontación con un Ministro, que también debiera ser el mío, pero que se comporta como una persona al servicio de la casta. Han querido ganar en los medios de comunicación lo que no son capaces de ganar en las urnas”. Guerra mediática.

Todo impuestos, cero petróleo

La pregunta de fondo queda en el aire: ¿Se venezolaniza España? ¿Se latinoamericaniza Europa? La especialista en relaciones internacionales, Andrea Costafreda señala: “es indudable que Podemos recoge características propias del populismo, en el sentido de interpelar directamente al pueblo, a los intereses del pueblo y hacer un vínculo casi directo entre esos intereses y una agenda de gobierno”.

En Latinoamérica —¿quién lo duda?— la receta del populismo suele traducirse “en políticas asistencialistas y clientelares, a cambio de lealtad política”, señala la profesora. “Ahí perviertes el juego democrático absolutamente”, vuele. Y esta es una crítica que hasta Monedero le hizo al modelo venezolano: su rentismo exacerbado. Es justamente en el petróleo donde Costafreda encuentra la principal diferencia con España: “El gasto público o las políticas públicas dependen en gran parte o casi en exclusiva de los impuestos, con lo cual la ciudadanía se hace más vigilante. En ese sentido, la salud del ejercicio representativo tiene más contrapesos que en el caso venezolano”.

Luego, en términos políticos, Costafreda encuentra otra diferencia vital: “Aquí no hay una concentración tan evidente en el Ejecutivo”. La especialista recuerda que Pablo Iglesias sería candidato no de unas elecciones presidenciales del tipo “winner takes all”, sino de unos comicios parlamentarios, donde “probablemente va a necesitar coaliciones de partido”.

Crisis de la socialdemocracia

Para otros especialistas, sin embargo, el fenómeno de Podemos encuentra su explicación en un análisis más general, que también se manifiesta en Grecia, por ejemplo. Politólogos como Jordi Muñoz han escrito que el problema estructural está en “la erosión de las bases de la socialdemocracia europea”. En un artículo titulado “Ideología en tierra hostil”, Muñoz sostiene que el target electoral de la socialdemocracia no se ha renovado lo suficiente. “Sus bases de apoyo, muy articuladas alrededor de la clase trabajadora tradicional, se han erosionado al amparo de los cambios socioeconómicos de las últimas décadas”, pontifica.

Esta tesis se ve reforzada por economistas como Santiago Niño-Becerra, suerte de profeta del desastre, que cuando nadie se imaginaba lo que estaba por pasar, anunciaba que una gran crisis económica venía en camino. En una reciente entrevista, Niño-Becerra afirmó que “la actual crisis era inevitable, que el modelo económico que teníamos en 2007 ya no volverá nunca más y que el nuevo que ha surgido de la crisis nos enfrenta a una realidad muy diferente”. Un cambio de paradigma: “Una sociedad donde mandarán las grandes corporaciones industriales; donde los hijos vivirán peor que sus padres; donde habrá bajas tasas de crecimiento, menos producción, salarios bajos, más desigualdad, mucha menos protección social y, lo más grave, empleo de peor calidad y un paro estructural en torno al 18% producto de una gran mano de obra sobrante a la que el progreso tecnológico va a dejar en la estacada”. Trágico para el estándar europeo: “Nos vamos a tener que acostumbrar a vivir austeramente”, remata el economista.

En este marco, desarrolla Muñoz, “el target electoral clásico de la socialdemocracia ha envejecido y se ha hecho, proporcionalmente, más pequeño”. Según él, “esta fractura entre estables y precarios es posiblemente uno de los elementos que explica el envejecimiento progresivo de los electorados —y las militancias— de los partidos socialdemócratas”. El mayor síntoma o consecuencia se experimentó a mediados de mayo de 2011 al grito de “¡No nos representan!”, que desbordó la plaza del Sol en Madrid, y que como afirmó Errejón, Podemos supo capitalizar. “En Cataluña, por ejemplo, el Partido Socialista tiene hoy uno de los electorados más envejecidos de todo el arco parlamentario, y la tendencia parece que va camino de acentuarse a raíz de la emergencia de Podemos”, concluye el politólogo.

Y aquí el meollo del asunto. “Solo hay que pensar en los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero en España: alteró bien poco las políticas económicas del PP de José María Aznar y, en cambio, acentuó mucho un perfil diferenciado en cuestiones como el matrimonio gay o el aborto”. De allí que el votante comience a ver al PP y al PSOE como referentes de un mismo problema: malos gestores de la crisis económica, y se decanten por nuevas ofertas electorales.

“La gran novedad de la política española se llama Podemos”, escribía en La Vanguardia el periodista Enric Juliana. “Ya no hay duda de ello”. A un año de las elecciones generales y a tres meses de las municipales, las expectativas alrededor del nuevo partido, no dejan de crecer. “Han encontrado un lenguaje eficaz para colectivizar el malestar de la España en crisis”, escribió en otra nota Juliana. “Conceptos duros y rompedores —casta, por ejemplo— que desempeñan una doble función: describen la situación en términos muy críticos y actúan como condensador emocional”, acaso la similitud más concreta con los modelos latinoamericanos que los líderes de Podemos estudiaron tan de cerca.

Pero en este momento, el tema central de España es fundamentalmente económico y no sentimental. Preguntado sobre la posible ascensión de Podemos, el casi siempre catastrófico Niño-Becerra respondió: “¿No gobierna Syriza en Grecia? ¿Y ha pasado algo? Si Podemos gobernara no habría ni hecatombe ni drama: plantearía una reestructuración de la deuda, una renta básica y otra política fiscal. Eso es asumible y llegaría a acuerdos”. Y hasta ahí el juego de semejanzas y diferencias con la Venezuela bolivariana.

Por Andrea Daza

Desde Barcelona. España

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