Opinión

¿Por qué Delcy tiene que ir a un modelo de Naciones Unidas?

Todo estudiante de Modelo de Naciones Unidas sabe que los problemas se afrontan al reconocer la existencia de uno. Sin embargo, la máxima la desconoce Delcy Rodríguez. Su cancillería exporta un tipo de diplomacia: la de los insultos, ridículos y mentiras

Composición fotográfica: Andrea Tosta
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En 1995 una pequeña delegación de estudiantes de la Universidad Metropolitana se convirtió en la primera institución académica venezolana en asistir al Modelo de Naciones Unidas de la Universidad de Harvard. Este modelo es una simulación donde los estudiantes representan a los diplomáticos de los 193 países miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en la discusión de temas que afectan al mundo contemporáneo. Tan exitosa fue la experiencia, que la iniciativa fue prontamente adoptada por otras universidades del país quienes comenzaron a participar también en otros modelos como World Mun o Latin American Model United Nations.

Los modelos de Naciones Unidas constituyen una actividad extracurricular para nuestros jóvenes. Muchos de ellos, incluso, comienzan a participar en simulacros desde el colegio. La preparación para estos torneos les da a los estudiantes no solo una sólida formación en temas internacionales sino también una óptima preparación en negociación y oratoria. Para ello se entrenan con la misma mentalidad y esfuerzo que utiliza el esgrimista Rubén Limardo para asistir a una disputa olímpica.

Para muchas casas de estudio del país, cuatro días de competencia implican hasta nueve meses de preparación anterior. En muchos casos, la preparación es interna, donde los mismos estudiantes se enseñan entre ellos las reglas de debate, composición correcta de resoluciones y manejo de tolerancia en situaciones de crisis. Ahondado a esto, se les añade la dificultosa tarea de conseguir patrocinio para cubrir los costos del viaje de todo el equipo en una economía devastada por un abusivo control de cambio.

El esfuerzo bien vale la pena. Desde que la Universidad Católica Andrés (UCAB) Bello ganó la Mejor Delegación, el premio por excelencia, en 2002 en la Universidad de Harvard, la buena racha de las universidades venezolanas en estas competencias ha sido constante. Tanto, que en 2016 la revista BestDelegate, encargada de informar sobre estos menesteres, nombró a las universidades UCAB, Universidad Central de Venezuela (UCV) y Universidad Simón Bolívar (USB) en su lista de los mejores equipos de modelos de Naciones Unidas del mundo.

Es una verdadera lástima que todo este talento humano con conocimientos básicos de diplomacia no sea captado por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Hoy, cuando la Cancillería es un harem de bullies, que cree que las relaciones internacionales se basan en atacar a las personas y no a los problemas, se ven los estragos que implicó el forzoso retiro de embajadores de carrera para sustituirlos con patéticos payasos que van a sentarse en el puesto de Venezuela a poner la cómica.

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La vergüenza de discurso que ofreció la canciller Delcy Rodríguez en la recién culminada sesión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre la situación de Venezuela es una prueba de que cualquiera de nuestros admirables estudiantes hubiera podido hacer una mejor labor que ella. Es lamentable que esta nueva camada de infames embajadores de Venezuela asuma su gestión con insultos y, peor, que lo crea suficiente. Cierto, acaparan titulares como los que ganó Hugo Chávez cuando comentó en la 61° Asamblea General de la ONU que olía a azufre. Lo que no han comprendido es que los insultos no contribuyen a la solución pacífica de los problemas.

Todo estudiante de Modelo de Naciones Unidas conoce que los problemas se afrontan al reconocer que existe un conflicto. Luego se negocia la mejor solución para atacar el mismo de manera conjunta y finalmente se emprende el recurso más beneficioso para aliviarlo en el plazo más corto posible. La Canciller de Venezuela, en cambio, solo chilló que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, es un “pésimo empleado” con intereses oligarcas que prepara un golpe de Estado en Venezuela. Con ello optó por desconocer el conflicto y prohibir un paliativo amistoso a la situación de Venezuela.

Para un país que forma en colegios y universidades aembajadores en potencia, es lamentable que quien ocupa el cargo más importante en el mundo de la diplomacia regrese de todos los foros internacionales con el premio de “Peor Delegada”. ¿La recomendación? Que cualquier delegación de colegio o universidad que en estos momentos se prepara para representar a Venezuela en el exterior en un simulacro de Naciones Unidas le extienda una invitación a la señora Delcy Rodríguez para que entrene con ellos.

De repente algo aprende sobre diplomacia.

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