Opinión

¿Quién le teme a Miguel Pérez Abad?

Con un expediente de agresiones a la empresa privada impulsadas desde los despachos que ahora él ocupa, el viceministro de Economía Productiva ahora llama a los empresarios a "romper el cochinito" e invertir, mientras aquellos no ven una alcancía con forma porcina sino a sí mismos en un espejo

Composición fotográfica: Pedro Agranitis
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Hoy en Fantasías Animadas de Ayer y Hoy, el viceministro de Economía Productiva, Miguel Pérez Abad, ha hecho un llamado a la empresa privada para que inviertan en el sector productivo nacional. Según él, los empresarios no pueden contar únicamente con los recursos del gobierno por lo cual invita a todos aquellos que posean cuentas en dólares fuera del país a que traigan sus divisas y las inviertan en la economía nacional. Venezuela, dice el Viceministro, “es un país bueno y seguro para invertir” por lo cual considera que ha llegado la hora de “romper el cochinito”. Palabras textuales.

Llaman la atención las declaraciones del Viceministro porque no es secreto para nadie que han transcurrido diecisiete años de vilipendio sistemático hacia el empresariado. Desde el “¡Exprópiese!” hasta los dos productos por persona, la inamovilidad laboral, fijación de precios, órdenes de detención, fiscalizaciones y cierres, la empresa privada es, precisamente, la más afectada por las medidas implementadas por un gobierno que poco ha probado saber de economía y que hoy de manera cuasi infantil invita a los empresarios a “romper su cochinito”.

No es casual que una economía marrana como la nuestra haya sido controlada por personas que se asemejan al Lobo Feroz de la historia Los Tres Cochinitos. En el cuento, el Lobo pudo soplar y derribar las casas hechas de paja y de madera. No pudo hacer nada con la casita de ladrillos porque el cochinito que la construyó, a diferencia de los dos primeros, asumió el costo de tener menos tiempo para jugar con el fin de obtener el beneficio de una casa que no pudiera ser derribada. Trabajo, lo llaman los entendidos.

En Venezuela, el Lobo jugó sucio. Como sus soplos de socialismo no pudieron tumbar los ladrillos del cochinito, permitió que los ladrones se le metieran, le puso un freno en el precio de venta, congeló los contratos de alquiler y le racionó el agua y la luz. La triste realidad es que en los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, el Lobo Feroz no rompió al cochinito. Más bien lo quebró.

A ese cochinito de los ladrillos fue al que el Presidente de la República le dijo que no se preocupara por los dólares porque dólares no hay. A ese fue el que el Vicepresidente de la República le advirtió que el control cambiario no era una medida económica sino política porque si lo levantaban, los tumbaban. A ese cochinito fue al que fiscalizaron su empresa, y lo tildaron de oligarca, pelucón, especulador y parásito. Que lo diga el cochinito de Empresas Polar.

Y ahora el Viceministro de Economía Productiva le dice a esos cochinitos que Venezuela es un país seguro y bueno para invertir. ¡Oink! ¡Oink!

Nunca es demasiado tarde para que el Gobierno de Venezuela solicite la presencia de la empresa privada en el juego económico de la nación. De hecho, se agradece. El país necesita con urgencia deslindarse de una economía de paja y solidificarla con ladrillos. El problema radica en que no se pueden hacer casas mientras el Gobierno actúe como el Lobo Feroz. Invertir en una Venezuela azotada por un control cambiario no es bueno ni seguro, como afirma el viceministro Pérez Abad. Nadie con dos dedos de frente invierte su dinero en paja. En ladrillos, sí.

Si el Viceministro desea que el empresario privado rompa su cochinito e invierta por el mejoramiento del aparato productivo en Venezuela, entonces debería comenzar rompiendo el suyo para dar el ejemplo. Si realmente quiere que los empresarios dejen de depender en los recursos del Estado, entonces debe fomentar la descentralización de los recursos. Si desea una economía sólida en la que el capital privado pueda contribuir, entonces debe irse más por la teoría de la oferta y la demanda y menos por la teoría del Lobo. No se puede hacer un llamado para invertir en una economía donde el Lobo Feroz haga que todos le teman.

¿Quiere invitar Miguel Pérez Abad a la empresa privada para que construya una Venezuela de ladrillos? Qué comience primero ordenándole al Lobo Feroz que se aquiete.

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