Política

Registro electoral en el exterior, un camino de adversidades

El lunes 19 de marzo terminó la prórroga para inscribirse en el Registro Electoral que, cuando se anunció, prometía incluir a los venezolanos en el extranjero. Quienes se fueron para no volver y quieren empujar a Nicolás Maduro fuera del poder por vía electoral se enfrentaron a no pocas trabas

Portada: UnivisiÓn
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Fue el 20 de enero del presente año cuando Daniela Ortiz pisó suelo alemán. Su destino inicial fue Estados Unidos a donde llegó en avión para disfrutar de unas vacaciones en familia por algunos días. Estando en “el Norte” decidió que retornar a Venezuela no era una opción. La crisis se ve fea desde adentro, y el contraste con lo de afuera la acentúa. Su pasaje Miami-Barcelona-Maiquetía caducó y compró un boleto a Alemania cuyo vuelo tuvo escala en Lisboa, Portugal. Ahora la periodista de 23 años está radicada en la tierra de Albert Einstein y Ana Frank para comenzar a escribir su nueva historia lejos de la arepa, el tricolor y el Alma Llanera.

Daniela es venezolana, pero su padre le legó la nacionalidad alemana. Tan solo han pasado dos meses, y desde que llegó no quiso dejar ningún cabo de legalidad suelto. Motivada por comenzar desde cero sin olvidar su aporte al país, aún en la distancia, decidió sumergirse en la experiencia de hacer el cambio domiciliario en el Registro Electoral.

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Aunque la ansiedad y la predisposición la acompañaron esa mañana hasta el consulado de Venezuela en Hesse, Frankfurt, “fue muy sencillo, me sorprendió, de verdad”. Ortiz relata lo vivido con sorpresa: no hubo largas colas ni horas de espera, tampoco un personal que respondiera con inseguridad al momento de brindar una información; el Consulado cumplía con su horario y sus funciones de manera adecuada, afirma.

Antes, Daniela había accedido al portal de la representación diplomática. Ahí observó que la información era explicita. Lo que no entendió, pudo comprenderlo al hacer una llamada telefónica donde el servicio, describe, fue “normal”. Los requisitos que debía consignar eran “una copia del pasaporte y la cédula junto con los originales” junto con un formulario que la institución le otorgó al llegar al lugar. “Ellos tenían las planillas para hacer el registro electoral allá, no tuve que imprimir nada”, indica. “No había gente, solo una señora que vive en Münich y también hacía el cambio. Estaba trabajando un muchacho, que me pareció un poco sarcástico e irónico, algo un poco falta de respeto hasta cierto punto; y también estaba el cónsul que fue un señor muy educado, y esto es un comentario un poco sesgado pero no parecía chavista”.

El cónsul le explicó que “ellos hacen una pre aprobación, pero la final la hace el CNE en Venezuela”. Dos semanas después de su registro, Daniela aparece en el CNE con su nuevo estatus. “Mi historia es muy tranquila, no todo es un desastre”, sentencia. La suerte también acompañó a Michelle Correia y Miguel de Freitas en Funchal, Madeira. La pareja, ambos con nacionalidad portuguesa, partieron al viejo continente en marzo y octubre de 2017. Ella, convencida de que “votes o no votes, igual te lo van a robar”; y él pensando en que todo suma para cambiar la realidad del país.

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Para cambiar su lugar de votación, debieron cumplir con los requisitos: “estar inscrito en el consulado, cédula de identidad venezolana vigente o vencida, cédula portuguesa y pasaporte venezolano”. El primer papel se consigue mostrando estatus legal de residencia o, en su caso, la nacionalidad. Los problemas iniciales con la plataforma hicieron que retrasaran el trámite hasta unas jornadas especiales. “Habilitaron el sistema para el cambio de registro”, cuenta Miguel sobre el lapso entre el 15 y el 22 de febrero pasados.

En América Latina la historia es otra. Lejos del “primer mundo”, las complicaciones afloran. En Argentina, por ejemplo, las trabas fueron tantas que más de uno se quedó sin posibilidad de conseguir el objetivo. Al cumplir un año en Buenos Aires, Alejandra Nieves buscó, en enero, renovar su pasaporte y actualizar su estatus electoral. Tenía entendido que el registro consular ya servía para certificar la residencia en el país austral. Pero, al preguntar al empleado de la embajada si requería consignar otra documentación, la respuesta fue confusa. “Me dijeron que ellos no tenían ningún tipo de instructivo de cómo se haría con la gente que tenía que votar desde acá y que además ni sabían si la logística la iban a realizar o no”.

Luego, en ese despacho el Registro Electoral abrió por solo 15 días, del 10 al 25 de febrero, desde las 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Alejandra no volvió. “Los venezolanos que conozco que están aquí y yo ni sabemos si nos van a dejar votar, y no creo que el voto del exterior lo permitan”. Sebastián González también vive en Buenos Aires. Quiere votar, pero no podrá. “No te dan los tiempos aquí con el tema del trabajo para lanzarte a la misión de ir a la embajada porque se tardan hasta siete u ocho horas haciendo la cola. La gente llega a las cuatro de la mañana y salen a las 11 o 12”, condena. REcita 3 Un poco más arriba, justo en la mitad del mundo, David Sucre hace vida desde septiembre de 2016. El psicólogo llegó a Ecuador por las facilidades del visado. “Yo escogí la visa indefinida profesional; es un estatus migratorio que me da la facilidad de trabajar, estudiar y me brinda residencia” que, asegura, no existe con ese nombre como en otras naciones.

Aunque el proceso es sencillo y los requisitos que solicitan eran “presentar la cédula, el pasaporte, llenar unos formularios que ellos te daban y el cambio estaba hecho”, cuando se dirigió hasta el consulado la impresión fue otra. “Yo me acerqué al de Quito porque tenía entendido que hasta el 28 de febrero tenía la posibilidad de hacer el cambio. Cuando llegué estaba vacío, no había mucha información, no tenían claras muchas cosas”, agrega. Ante las imprecisiones, David temió: “he conocido personas que después aparecen en otro país o en Venezuela pero en otro estado”. Entonces, no votará en el proceso que, de igual forma, cree que no cuenta con garantías democráticas suficientes.

Luisana Subero, representante de la ONG Voto Joven, denunció que, luego de hacer seguimiento a los consulados en Chile, Miami y Madrid, detectaron que no se cumplió la hora fijada por el organismo comicial, ya que las oficinas cerraron en muchos casos a las 3:00 de la tarde y no a las 5:00 PM como debió ser; tampoco laboraron los domingos ni el lunes ni martes de Carnaval, y además cerraban al mediodía, lo que impidió regularizar la situación de muchos venezolanos que tienen la posibilidad de participar en los comicios presidenciales.

El papeleo

El artículo 124 de la Ley de Procesos Electorales (Lope) establece que “sólo podrán sufragar en el exterior los electores y las electoras que posean residencia o cualquier otro régimen que denote legalidad de permanencia fuera de Venezuela”. Pero Subero ha afirmado que ese instrumento “dice que sólo se necesita un documento que verifique que estás legal en ese país, pero no pide visa de permanenciaporque muchos venezolanos en el exterior no tienen la intención de quedarse de forma permanente  a vivir en el país”.

Hasta ahora, la cantidad de electores en el extranjero apenas superaba 110 mil personas repartidos en las 125 misiones diplomáticas en 83 países. Un número que se queda corto con las estimaciones de la cantidad de venezolanos emigrados. El pasado 16 de julio, cuando la consulta ciudadana convocada por la oposición, participaron casi 700 mil personas en otros países, una cantidad mayor a la diferencia de votos que le dio la silla de Miraflores a Nicolás Maduro en 2013.

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En Súmate dudan de que la cantidad de votantes en el extranjero pueda alcanzar apenas 200 mil personas ahora que cerró la inscripción. Roberto Abdul, integrante de esa organización, dijo a Panorama que entre 30% y 40% de los expatriados tienen estatus permanente, incluyendo aquellos con doble nacionalidad.

Tomás Paéz, sociólogo y coordinador del Observatorio de la Diáspora, calcula en 2,8 millones los expatriados. El Laboratorio Internacional de Migraciones de la Universidad Simón Bolívar asoma que los que se fueron ya suman 2,5 millones de personas. La encuestadora Consultores 21 estima que la cantidad puede ascender a 4.091.717 emigrantes.

Donde todo comenzó

Con bombo y platillo anunció Nicolás Maduro la reapertura del consulado venezolano en Miami, una oficina que permaneció cerrada desde 2012 por orden de Hugo Chávez, a pesar de servir a la comunidad expatriada más grande allende a las fronteras. Eso fue antes de las últimas elecciones presidenciales del “comandante eterno” que ganó por más de un millón de votos. Pocos residentes en Florida pudieron sufragar a pesar de los operativos que se organizaron para movilizar electores al consulado de Nueva Orleans.

El 14 de febrero de 2018, Maduro emitió la orden. Al día siguiente, el Estado fue demandado por incumplimiento de pago del arrendamiento ante una Corte, por mora acumulada desde septiembre de 2017. El 16 de febrero quedó registrado en Gaceta Oficial el nombramiento de Jessica María López Piña como Cónsul General de Segunda Comisión, responsable de la Unidad Administradora del consulado. El 27 de febrero, Venezuela pasó los más de 145 mil dólares para evitar el desalojo del edificio.

El asunto recordó lo ocurrido en septiembre de 2017 cuando la embajada de Venezuela en Australia suspendió sus actividades por adeudar varios meses de renta al dueño del lugar, por un total de 40 mil dólares, quien decidió bloquear los accesos a la casa.

REcita1En Miami, superados los incidentes, se abrió el registro electoral con retraso, como denunció la organización Voto Joven. Un reporte del Diario Las Américas afirmó el 2 de marzo que “solo están tramitando solicitudes para inscribirse en el registro electoral venezolano, sin embargo, tal inscripción no será válida para las elecciones presidenciales” cuando estaban convocadas para el 22 de abril.

La organización Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) calcula que cuando el consulado cerró en 2012 había unos 20 mil inscritos para votar allí. Ahora, dijo el representante de esa organización, José Colina, se estima que unos 220.000 venezolanos residen en Florida.

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