Sucesos

Rumores hacen más triste el luto en Los Verdes

Una adolescente, de 16 años, se quitó la vida en el Conjunto Residencial El Paraíso –Los Verdes. El pesar para su familia es doble. La foto de la joven tendida en el pavimento comenzó a circular por las redes sociales con disímiles versiones sobre la causa de muerte, incluso algunas de carácter político. Ellos las desmienten todas, pero un testigo relata con detalles las últimas horas de vida de la muchacha

Fotografía: Andrea Hernández
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Su primer nombre era Stefanni, pero todos la llamaban por el segundo: Paola. Cuando ese detalle se hizo público, su profesora y vecina confirmó que el grito que escuchó a la 1:30 pm del 25 de julio era el de su alumna. Ya habían pasado más de tres horas del suceso y el cuerpo de la muchacha ya había sido recogido por el personal forense. En medio de su consternación, la docente compartió una foto de Paola en el grupo de Whatsapp de los habitantes del Conjunto Residencial El Paraíso –Los Verdes–, con la intención de informar a los vecinos de quién se trataba el cuerpo inerte que los sorprendió esa tarde. A la mañana siguiente vio, con indignación, cómo esa imagen era utilizada para difundir rumores sobre las causas de la muerte de su discípula de apenas 16 años de edad. Que si era guarimbera, que si era de la resistencia, que si la habían expulsado de su casa, que si estaba condenada a dormir en los pasillos, que si estaba embarazada. Tanto la educadora como todos sus allegados desmienten todas y cada una de esas versiones.
Paola Ávila se suicidó. Llegó a la azotea de una de las torres de la segunda etapa de Los Verdes –unos 18 pisos– y se lanzó al vacío. Todas las rejas de entrada a las terrazas de los doce edificios que conforman la urbanización estaban cerradas con cadena y doble candado, menos esa. En la junta de condominio de la cuarta etapa, en la que vivía la adolescente, cuentan que ese acceso quedó abierto después de la irrupción ilegal de cuerpos de seguridad que sufrió el conjunto residencial el pasado 13 de junio. La joven utilizó ese único resquicio para quitarse la vida, sin dejar una nota sobre las razones que la impulsaron a hacerlo.
Cita-4-paola-avilaSu familia no se explica qué ocurrió. Tampoco sus compañeros de clase en la Unidad Educativa El Pinar. “Siempre tenía una sonrisa. Era muy payasa y le gustaba hacer reír a los demás. Era amigable con todos y sí tenía amigos”, afirman.
Para su abuela el padecimiento es doble. Debe afrontar la muerte inesperada de su nieta y además sofocar los rumores que corren en su contra. En las cadenas que han circulado por las redes sociales se le acusa de haber corrido a la adolescente del apartamento en el que vivió desde que nació, obligándola a dormir en los pasillos. “En ningún momento eso fue así. Nunca se le botó de la casa. Ella no era de la resistencia, era una estudiante, criada en el seno de una familia con mucho amor. Siempre tuvimos buena relación. Quizás, como toda adolescente tuvo sus momentos de rebeldía. Hasta ahí”. La señora prefiere resguardar su identidad. Todos lo hacen, sin negar su parentesco. “Me siento muy consternada y muy triste. Están usando el dolor y el sufrimiento de una familia para involucrar la política y nosotros no nos inmiscuimos en eso”.
Pero esas afirmaciones se enfrentan al relato de un allegado muy cercano de Paola que calla en el funeral, al estar rodeado de los familiares de la adolescente, pero acepta relatar horas más tarde, y en confidencia, lo que vivió la joven en sus últimas horas. “Su mamá y su abuela no le dieron el cariño y apoyo que ella necesitaba. Y sí es cierto que la abuela la corrió de la casa”, afirma. Fuera de la funeraria, continúa su relato: “Ella siempre trató de ser sincera con su mamá. De decirle lo que estaba haciendo y con quién, y nunca se lo permitieron. Ella pidió permiso para quedarse en casa de su novio el fin se semana y no se lo dieron. Así que inventó que iba a casa de una prima, pero su abuela descubrió la mentira. La botaron de su casa el domingo a las siete de la noche. Su mamá lo que le decía era que dejara el show. Cosas que no se le dicen a una persona cuando se siente sola”.
Según ese testigo, el lunes Paola pasó el día con su novio en la playa. Se habría quedado con él los días que no le permitían el ingreso al apartamento materno. “Cuando ella cayó en cuenta de que al volver a su casa, no podría verlo más comenzó a llorar. Explotó en llanto al sentir que su familia no la dejaba ser feliz”. Finalmente la pareja se despidió el martes. Entonces, de acuerdo a la versión de este allegado, Paola envió tres mensajes de despedida: uno a su novio, otro a su abuela y otro a una tía. “La abuela le reenvió el mensaje a la mamá, y la respuesta que obtuvo fue: que se mate”.
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Quien ofrece este testimonio asegura que no habló antes por vergüenza, pero desea que la familia materna de Paola asuma su parte: “Que no busquen un culpable fuera. Es importante que se hagan responsables. Ella tenía un problema, ya había pensado antes en el suicidio, pero el detonante de todo, fue esta situación con su familia”. De hecho, estuvo presente en el velorio pero “eran tantas las mentiras que dijeron en el funeral que me tuve que ir”.
Quienes forman parte de la llamada “resistencia” en Los Verdes niegan relación con la fallecida. “De verdad, nunca la vi con nosotros en la resistencia. No la conozco”, confiesa uno de ellos. Un trío de jóvenes responsables de vigilar que ningún desconocido entre a través de las rejas parapeteadas del edificio le hacen eco. “Le debe haber pasado algo muy personal, pero ella no hizo lo que hizo porque fuese de la resistencia. Si la conocíamos era de vista”. Apenas se le vio cacerolear en la planta baja, una o dos veces, e iba acompañada de su abuela.
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Su recuerdo
En el lugar en el que cayó el cuerpo hay un par de velones y una cruz de palma amarrada a un frasco lleno de agua bendita. El 26 de julio, sus vecinos rezaron un rosario en el sitio por el descanso de su alma. Un día antes –frente al cuerpo– habían acordado no tomar fotos del cadáver. Por eso les sorprendió ver otra imagen en redes en las que se observa la joven en el piso.
Paola era la segunda entre cinco hermanos, y la única en común entre su mamá –que sí vive en Los Verdes con sus hijas– y su papá, residenciado en Panamá.
“Voy a hacer lo que me dijiste que no hiciera”. Ese fue el último mensaje que envió a su novio antes de quitarse la vida. Él, de 19 años, no entendió a qué se refería. “Nunca me pasó por la mente que hablaba de suicidarse”. Explica que tenían seis meses juntos, y que la única vez que tocaron el tema fue conversando sobre una muchacha que decidió matarse luego de sentirse avergonzada porque unas fotos suyas, desnuda, fueron publicadas en Internet. “Ella me dijo que veía eso normal. Como una solución”. En el velorio del jueves 27, él también aprovecha para acallar murmullos: “Es mentira que hubiese problemas entre nosotros, es mentira que estaba embarazada. También es mentira que se escapaba”.
La prima de Paola ha pasado las últimas 24 horas escribiendo a páginas web para que dejen de difundir la imagen de la pequeña: “Decían hasta que la habían violado unos guardias el día del allanamiento. Nosotros lo único que queremos es que se pongan en nuestro lugar como familia y que se respete nuestro duelo”. El chisme traspasó fronteras. Llegó a Argentina, Costa Rica, Chile y hasta Panamá –en donde están sus hermanos más pequeños.
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Su tía abuela la describe como “una muñeca”, coqueta y sin defectos y su novio dice que era feliz, bella, alegre y carismática. “Paola era súper tierna, en los tres años que la traté nunca la vi molesta. Siempre tenía una sonrisa y escuchaba mis consejos: ‘Sí, profe. Sí, profe. Lo voy a hacer’, me respondía y me abrazaba con cariño. Su papá era su devoción, y siempre estaba arregladita porque era sumamente coqueta”, la describe su profesora.
Su número favorito era el 13, porque cumplía años los 13 de enero, y quería ser chef. Acababa de pasar a quinto año de bachillerato y, para que no se aburriera en las vacaciones, su hermano mayor –que vive en Argentina– quería regalarle un curso de cocina. Su tía paterna dice que “Paolita era mi bebé”. La recuerda junto a ella en los fogones haciendo dulces y postres, y también ensaladas para celebrar los cumpleaños. “Prefería los dulces. Siempre que llegaba a mi casa cocinaba y hacía un reguero”, detalla el novio.
Incertidumbre
“En esa edad, la adolescencia, son muy vulnerables. Todos los padres pasamos por eso. Ellos empiezan a cuestionarse muchas cosas”, aventura su tía sobre las razones que llevaron a su sobrina a quitarse la vida.
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Tamara Salmen, pediatra especialista en conducta y desarrollo infantil, explica que en esa etapa los adolescentes pueden experimentar depresión al sentirse solos e incomprendidos. “La situación del país puede exacerbar esos sentimientos encontrados de inconformidad o desesperación, lo que puede causar que se acentúen los estados depresivos o de extrema ansiedad en el adolescente”. La médico advierte que los síntomas pueden pasar inadvertidos para los padres y el entorno. “No es cuestión de culpar a nadie. Son situaciones muy delicadas que pueden confundir”, sopesa al advertir que un suicidio puede causar una reacción en cadena: “En Venezuela y otras partes del mundo pasa que un adolescente al enterarse de un caso como este, puede replicarlo”. Por tanto, indica –y alerta– que hay que estar pendientes de señales como que el joven no hable, no comunique lo que piensa, ni diga lo que desea para el futuro.
A la familia de Paola no hay explicación que los consuele. Aferrados a las únicas dos certezas que tienen –que los rumores son falsos y que no dejó explicación para haber saltado– la lloran. Lamentan que los planes de la pequeña no podrán cumplirse, y esperan que los demás la dejen descansar en paz.

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