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Tinder: coqueteo volátil

Tinder es una nueva red digital que busca eliminar barreras sociales. Con un enfoque “poco convencional” se ajusta a la actualidad y deja a un lado la idea de un date normal. Este boom en las redes ha logrado cautivar a más de 10 millones de personas gracias a la facilidad que proporciona a sus usuarios para encontrar pareja

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Fue presentada en 2012 y probada inicialmente en algunos campus universitarios de Estados Unidos. Actualmente, es descargada en todo el mundo y, en definitiva, es una nueva prueba de cómo la web ha modificado la dinámica de las relaciones de pareja y amigos —incluyendo la manera en que se enamoran. Cada vez son menos los que no viven sin un Smartphone. Lo único que se necesita para activar a Cupido virtual y sus flechas es un teléfono para compartir información, fotos y otros datos y estar en contacto inmediato con otros. De esta manera, lo sentimental se puede ver afectado por un componente digital. Cómo saber si al final quien está del otro lado es una máquina o un holograma. Y enamorarse como Joaquin Fenix como en la película Her.

Por medio de fotos del usuario, importadas desde Facebook, género, preferencia sexual, edad y un radio de distancia establecido por gps móvil, el sistema se encarga de recoger y filtrar las opciones amorosas. El flirteo amaña sus galanteos.

Dos únicas opciones tiene la aplicación, aprobación o rechazo. Con tan solo un like empieza el juego y la seducción. Para poder iniciar una conversación con cualquier otro usuario, el like debe ser recíproco. Luego del match lo que viene es la cita. La clave del éxito es atreverse, como Don Juan, y coincidir.

Trampantojo

Con la idea de eliminar barreras sociales con un enfoque poco convencional, Tinder ha generado cierta polémica en base a sus funciones y distintos resultados. Temas como privacidad, seguridad, engaños y lo poco personal que puede tornarse esta nueva forma de “conocerse”, genera un fuerte rechazo ortodoxos y conservadores. Esos que gustan de calorcito cara a cara.

En Venezuela, un gran conjunto de jóvenes entre 18 y 26 años de edad ha aprendido a aprovechar las distintas oportunidades que la aplicación brinda. Los más tímidos, que se esconden tras el teclado, han tenido la oportunidad de conocer algunas pasiones, alejadas de páginas webs onanistas. Hay quienes buscan barrancos de una noche, otros que quieren jurarse amor eterno, como Romeo y Julieta, y algunos que se dan por satisfechos, por cuestiones de ego, con un simple like. Y, por supuesto, no se puede olvidar los que aplacan su necesidad de aceptación. Estas son las bendiciones, milagros o desgracias de la era del 2.0.

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