Opinión

Un día sin clases es un día de atraso para el país

Ante la disminución de la jornada educativa por los racionamientos de luz, vale preguntarse: ¿es un error garrafal del Gobierno? Cada día que un niño pase sin ir al colegio, implica un día más de retraso para el país. La educación en los planteles debe estar garantizada así sea con linterna

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
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Tras enterarme de que el Gobierno ha decidido prorrogar la suspensión de clases los días viernes —dizque para continuar con sus intentos de ahorro energético—, me viene a la memoria una anécdota sobre una exposición del circuito eléctrico que di en bachillerato en clases de Biología. Ahí estoy yo, un mocoso de camisa azul, parado en frente de mis compañeros con una cartulina de papel bond, que tiene pegada una imagen del inventor Thomas Alva Edison y otra de la ciudad de Maracaibo.

Es el 15 de septiembre de 1878. Thomas Alva Edison tiene 31 años e invita a un grupo de reporteros a su laboratorio en Nueva Jersey para anunciarles, de manera descarada, que la iluminación por gas pronto estará obsoleta. Es el bombillo, su nuevo invento, el cual patentará un año después, el que promete iluminar al mundo haciendo que la electricidad sea tan barata que, en sus palabras, “solo los ricos quemarán velas”. Cuatro años después, en la calle Pearl de Nueva York, Edison activa el botón de la primera central eléctrica en el mundo —que alumbra con 400 bombillos incandescentes 85 hogares, comercios y oficinas. Edison es el nuevo “Rey Sol” y el mundo se arrodilla ante él.

Uno de estos adeptos o súbditos es el venezolano Jaime Felipe Carrillo que comercializaba ganado. En Nueva York conoce a Edison —aquí entre nos, hubiera sido un selfie insólito—. Pronto olvida su intención original y se concentra en llevar este novel invento para Venezuela. El 24 de octubre de 1888, Carrillo logra prender las plazas de Maracaibo con equipos de alumbrado eléctrico adquiridos de la compañía de Edison para festejar el centenario del general Rafael Urdaneta. Para 1889, Maracaibo es la tercera ciudad del continente americano en suministrar alumbrado eléctrico de manera continua.

Tras culminar mi exposición, el profesor de Biología me comenta que mi repaso histórico está bueno pero que necesito explicar los pormenores del funcionamiento del circuito eléctrico. Eso no lo había estudiado. La verdad es que yo me he ido más por los chismes históricos, porque eso es lo que me gusta y para eso me educo. Saco 15 en la exposición porque en verdad debía explicar el bombillo.

El tiempo, sin embargo, me comprueba de que he debido sacar 20. A diferencia de mis amigos, que se hicieron ingenieros eléctricos y que saben todo lo que hay que saber del bombillo, yo me convertí en opinador de oficio. Y es esta misma exposición la que recuerdo para afirmar que yo fui un sortario en la educación porque me permitió ir más allá de la asignación para aprender del cuento de un venezolano llamado Jaime Felipe Carrillo que conoció a Thomas Alva Edison. Tanta fue mi suerte que lo hice en un plantel que contaba con 300 bombillos, que se prendían los cinco días de la semana.

Hoy en día los niños y jóvenes de mi país no tienen esa suerte. La Ley Orgánica de Educación establece que el calendario escolar constará de 200 días hábiles, pero cuando metemos en el saco los feriados, las elecciones, las protestas, las vacaciones, los puentes, los apagones y los días de enfermedad, un niño se puede olvidar de Jaime Felipe Carrillo, matearse por encimita a Thomas Alva Edison y el bombillo que lo busque en Wikipedia. La suspensión de clases es una ironía. Las academias están para prenderles los bombillos a los cerebros de sus alumnos, no para apagárselos.

Esto es un error garrafal del Gobierno. Cada día que un niño pase sin ir al colegio, implica un día más de retraso para el país. La educación en los planteles educativos debe estar garantizada así sea con linterna. Bloquear a un niño de su derecho a la educación para ahorrar energía eléctrica es consumir su potencial talento hasta convertirlo en ocio e ignorancia. A fin de cuentas, el futuro en Venezuela bien necesita que sus hijos aprendan hoy sobre cómo ocurre la electricidad y cómo se hacen los bombillos. Y también necesita a los niños que por curiosidad les dé por vincular los inventos de Thomas Alva Edison con los de Jaime Felipe Carrillo.

¡No al ahorro energético de nuestros cerebros! ¡Devuélvanles a los niños sus cinco días de clases!

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