Opinión

Un gobierno de telenovela

Entre controles, censura y “llamaditas”, los canales de televisión y el resto de los medios han sucumbido ante el poder de la hegemonía comunicacional que pretende limpiar la sociedad a punta de silencio. Pero los resultados son exiguos cuando la realidad fuera de la pantalla tiene como protagonistas a tantos maleantes, incluso algunos que rondan la casa presidencial

composición fotográfica: Oriana Milu Lozada R:
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A veces la realidad es pura coincidencia… Esto es una máxima que parece ser certera en todas partes menos en los países con gobiernos paranoicos. En Venezuela, por ejemplo, hasta el titular de un periódico puede ser visto como sospechoso. En plena contienda electoral entre Hugo Chávez Frías y Henrique Capriles Radonski era normal que el presentador Mario Silva, en plena cúspide de su fama en el programa La Hojilla, mostrase titulares de periódicos independientes que decían simplemente “Victoria” para ejemplificar casos sospechosos de medios considerados burgueses por el Gobierno de Venezuela. Curiosamente, los titulares eran sobre noticias de beisbol incluidos en la sección deportiva.

Así ha sido la paranoia en estos tiempos. Periódicos, programas de opinión, de radio, televisión y hasta de concursos han sido objeto de sospecha por divulgar intereses contrarios al pensamiento político de la Revolución Bolivariana. Para ello, el Gobierno se ha amparado en la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) para que actúe como el “Pepito Grillo” de la conciencia, llamando la atención, o más radicalmente sacando del aire, a aquellos programas que no comulguen con lo considerado patriótico por quien ocupa la silla en Miraflores.

Hasta las telenovelas no escapan de esta realidad. Ya en el 2011, el entonces presidente Chávez dedicó unos minutos de su Mensaje Anual ante la Asamblea Nacional para hacer referencia a una novela colombiana transmitida por Televen llamada: Chepe Fortuna. Dijo en esa ocasión:

“Oye, qué horrible cosa esa, chico, una novela, vale. Menos mal que Televen accedió a sacarla. Yo les dije: Hablen con Camero a ver. Una novela que estaban pasando, que es un irrespeto a Venezuela, hecha en Colombia. Una señora muy bonita que se llama Colombia, y como que Venezuela era la de una señora mala conducta, altanera, gorda, etcétera. No tengo nada contra los gordos ni gordas, pero bueno. Y entonces, el perro de Venezuela se llamaba “Huguito” y yo ni sabía. Pero lo peor es que viene Televen y la pasa aquí, fíjate doctora Luisa, qué irrespeto por el orgullo venezolano, qué irrespeto para Venezuela, menos mal que Televen accedió a retirarla del aire”.

Vale acotar que este mensaje anual ante la Asamblea Nacional es una disposición constitucional que obliga al Presidente de la República de turno a presentarle al Poder Legislativo un informe sobre los aspectos políticos, económicos, sociales y administrativos de su gestión durante el año anterior. Lo que nos indicó sin embargo ese discurso es que el expresidente Chávez, aparentemente enterado de todo lo que ocurría en la farándula, tenía el poder de levantar el teléfono, llamar a Conatel y exigir que “hablen con Camero a ver” para que Televen “accediera” a retirar una novela del aire.

¿Pero cómo no acceder? Salvo algunos programas de radio y periódicos, todos los demás medios de comunicación social han sucumbido a las presiones porque de lo contrario significaría su cierre, como el recordado caso de Radio Caracas Television. Tan abrupta es la inclinación hacia los mandatos del Poder Ejecutivo que no debemos olvidar que la noche del martes 10 de junio de 2014, Luis Chataing se encontraba en plena grabación de su programa Chataing TV cuando le notificaron que el programa no salía esa noche, ni ninguna otra noche, de hecho.

Las dificultades de crear contenido original por culpa de estas presiones, amén de un estricto control de cambio que ha prohibido, entre otros rubros, la inversión en escritores y guionistas de calidad, la televisión venezolana se ha visto desprovista de grandes ofertas en la programación nacional. Para ello, la norma ha sido la transmisión de series y telenovelas importadas desde afuera. Pero incluso hasta las que se transmiten por cable son objeto de censura. Las llamadas “narconovelas”, aparentemente, pegan muy cerca de casa y son retiradas abruptamente en nombre de la moralidad de los canales de televisión nacional e inclusive de las cableras independientes.

Así, teleseries como El Capo, Rosario Tijeras y ahora La Reina del Sur son sacadas del aire en Venezuela porque según Conatel promueven los antivalores y pueden afectar a la población, sobre todo la joven, a pensar que el narcotráfico es una manera digna de ganarse la vida. Habrá que preguntarles entonces a los sobrinos de la actual Primera Dama de Venezuela, arrestados recientemente en Haití por supuestamente transportar 800 kilogramos de cocaína, si sus acciones son producto de estos antivalores transmitidos por la televisión en Venezuela o si esas prácticas fueron aprendidas en casa.

Ese es el problema de tener un gobierno de telenovela. Hay capítulos donde inevitablemente se enreda.

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