Viajes

Un viaje a Jordania: tras la pista de Moisés

Un periplo por Jordania se convierte en una oportunidad para reconocer los orígenes de civilizaciones y hasta cánones religiosos. Un territorio de contrastes y de vestigios de las sociedades que lo han habitado, dejando su huella. Bienvenidos a Tierra Santa

TEXTO Y FOTOS: Daniel R. Esparza
Publicidad

Mientras el autobús bajaba hacia el pueblo, Mahmood me dijo que él había nacido y crecido allí, en una de esas cuevas cavadas en la ladera de la montaña de arenisca, no demasiado lejos de Ain Mousa.

-¿Ain Mousa? Pensé que estábamos en Wadi Mousa.

-Ain Mousa es el Manantial de Moisés. Wadi Mousa es el nombre del valle. “Wadi” es valle, “Ain” es manantial, “Jabal” es colina. Por ejemplo, “Jabal Mar Elias” es la colina de San Elías. “Jabal Al-Qalaa”…

-¿“Al-Qalaa”? ¿Alcalá?

-Sí, “la ciudadela”. “La colina de la Ciudadela”, en Amman. Desde ahí se ve el teatro romano, y están las ruinas del templo de Heracles, entre otras.

-¿Y el pueblo donde vamos a parar ahora cómo se llama?

-Wadi Mousa.

-Como el valle.

-Como el valle, sí. Todo esto es el valle de Moisés.

-Pensé que era Petra.

-Petra es el departamento, y la ciudad antigua, y el nombre del asentamiento beduino. Todo eso es Petra. Wadi Mousa es el pueblo al lado de Petra. Pero todo esto es el valle de Moisés, el Wadi Mousa.

-Es decir, que Wadi Mousa está en Petra.

-Y Petra está en Wadi Mousa.

-Pero tu cueva natal ¿está en Petra, la ciudad nabatea, o en Wadi Mousa, la ciudad moderna?

-Está más cerca de Siq Al-Barid, “el cañón frío”. Los turistas lo llaman Little Petra, porque también está excavado en la roca. Tú sabes, Little Petra; como si fuese Little Italy ¡Ja! Pero sigue siendo Wadi Mousa.

La temperatura promedio es de 15 grados. Es mucho menos de lo que el chiché diría que uno debería esperar de una región desértica montañosa, pero ya es harto sabido que un desierto es un lugar helado donde a veces hace calor durante el día. Esta es más o menos la constante en toda la región, al menos en invierno, “aunque hace no muchos años nevó en Amman”, cuenta Mahmood, sonriendo. Es difícil saber si su cueva natal fue excavada por los nabateos, por los beduinos, o por los monjes del desierto que se asentaron en la zona desde los primeros siglos del cristianismo. Sea como sea, podría fácilmente tener unos 1500 años.

Jordania5

Le pregunto a Mahmood por quienes viven en esas cuevas hoy día. “Sobre todo beduinos y familias que trabajan en Petra”, responde. “Algunos beduinos han comenzado a alquilar sus cuevas en AirBnB por menos de $40 la noche. Es una ganga, si lo comparas con los hoteles de la zona. Las hay de hasta cuatro habitaciones, con vista a Al-Khazneh”.

-¿Al-Khazneh? ¿El Tesoro?

-Lo del tesoro es una leyenda. Algunos dicen que en el segundo piso del templo estaba el tesoro del Faraón en tiempos de Moisés.

-¿Pero han descubierto tesoros en Petra o no?

-Lo más cercano a un tesoro serían algunas monedas bizantinas. Algunos beduinos venden pulseras y adornos de plata. Lo demás son cuentos de Indiana Jones.

Mahmood se ríe con ganas mientras el autobús comienza a frenar. “Si te quieren vender alguna moneda, cómprala. Lo más probable es que sean reproducciones, pero poco importa. Igual son un buen recuerdo, y no cuestan más de uno o dos dinares”, dice. Le hice caso.

Jordaniacita5

***

No es exageración. Todo en esta región tiene que ver, en efecto, con Moisés. El mapa que los biblistas han reconstruido, y que describiría la posible ruta del Éxodo desde Egipto hasta Canaán, cruza toda Jordania de sur a norte a través del desierto, desde la costa del Mar Rojo –en lo que hoy es Eilat (en la margen israelí) y Al’ Aqabah (en la margen jordana), ambos centros turísticos abundantes en resorts de lujo, donde burkinis y bikinis conviven en santa paz-, y termina en el Monte Nebo, no demasiado lejos del Mar Muerto. Mientras más al norte, hacia la frontera con Siria, más verde y más fresco. Fue en la cima del Nebo donde, según el texto bíblico, Moisés contempló la tierra prometida. Hasta hoy, desde el monte se ven al menos Jericó y Jerusalén.

Jordania2

Al llegar junto a la llamada Basílica de Moisés, en la cima del Nebo, recibí el mensaje: Free T-Mobile msg: Welcome to Israel! Unlimited web included as part of your global coverage. To purchase high-speed data visit […]

-Mahmood ¿viste esto?

-Es la misma tierra. Todo esto es Tierra Santa. Isra’il es la Tierra Prometida, pero todo esto es Tierra Santa. Egipto, Iraq, Siria, Líbano, Isra’il, Palestina, Jordania. ¡Todo es Tierra Santa!

Jordaniacita4

Las distancias en la Tierra Santa son sorprendentemente cortas. Parado en la costa del Mar Rojo se puede ver Israel, Egipto e imaginar Arabia Saudita. Toma más tiempo ir desde Coney Island hasta Harlem en el metro de Nueva York que desde Amman -la capital jordana- hasta Jerash, la magnífica ciudad grecorromana. Hasta la fecha, aún se discute si Jerash fue fundada por Alejandro, por el rey seléucida Antíoco IV o por Ptolomeo II de Egipto. También se discute si fue aquí donde Jesús exorcizó al endemoniado gadareno: Jerash es también conocida como “Gerasa” o “Gadara”. Pero la ciudad está demasiado lejos del lago Tiberíades como para ser el lugar descrito en los evangelios sinópticos. Es otra de esas piezas difíciles de ajustar. Sucede lo mismo cuando se llega al lugar del Bautismo de Jesús y uno constata que el río Jordán simplemente no llega al baptisterio. El monumento está allí, construido por devotos monjes en los primeros siglos del cristianismo con unas escalinatas que descienden hacia una pila que permanece totalmente seca. Hay que caminar diez o quince minutos más hacia adentro, por un sendero techado, y pasar una iglesia ortodoxa para llegar al río.

Jordania4

-Son dos mil años de viento y sedimentación en un clima semidesértico. Los cauces cambian- explica Mahmood.

-Cambian y se reducen- le digo, señalando la orilla israelí, que está allí, a menos de 10 metros de nosotros, a un tiro de piedra.

-Sí. El Jordán es, en algunas partes de su trayecto, más una especie de manantial que un río. Puede ser profundo, pero definitivamente ni es ancho ni es caudaloso. Y tampoco es, para nada, transparente, como puedes ver.

La orilla jordana del río es un lugar privilegiado para entender las diferencias entre Jordania e Israel. En este lado, los pequeños reposos en el sendero para tocar el agua del río sagrado no podrían ser más sencillos. Unos pocos tablones de madera con techo de paja son más que suficientes para recibir a no demasiados turistas –sobre todo, filipinos, católicos fieles como son desde que Miguel López de Legazpi y Andrés de Urdaneta llegaron a Cebú en el siglo XVI- que sumergen sus medallas y escapularios en el agua, como si estuviese natural y espontáneamente bendita.

El lado israelí es otra historia.

Jordaniacita3

Cristianos de casi todas las denominaciones –rusos ortodoxos, griegos ortodoxos, armenios, baptistas, anabaptistas, pentecostalistas, católicos, católicos bizantinos, católicos de rito maronita- se meten en el río, por turnos, vistiendo batas blancas (a la venta en distintos quioscos cercanos), bien para ser bautizados o para renovar sus votos bautismales. Esperan su turno sentados en las escalinatas enlosadas –parece ser una especie de revestimiento de piedra porosa, similar a los que se pueden ver en algunas piscinas en hoteles y residencias-, o recostados en las paredes brillantes, cubiertas en piedra pulida, que conducen a otra serie de escaleras que suben hasta el complejo de atención al turista.

No se ve ni un solo agente de seguridad o de orden público en la zona. Sólo Seldom, miembro de la policía turística jordana, nos acompaña a donde quiera que vamos. Con sus eternos lentes de aviador y una sonrisa generosa y permanente, saluda en cada alcabala para que no nos detengan innecesariamente para ver si nos hemos llevado algún fragmento de un mosaico. Las botellitas plásticas llenas de agua amarillenta del Jordán sí pueden pasar sin problemas.

Jordania1

-Eso pasaba mucho. Como el reino hachemita no se constituyó sino hasta hace relativamente poco tiempo, y como no había una política turística consolidada en el país, nada de esto estaba protegido. Era muy común que los niños jugaran canicas sobre los enlosados de los mosaicos del siglo IV, y que usaran las tesserae como premio.

-¿Tesserae?

-Las piedritas de los mosaicos. Si ganabas el juego, te llevabas una de cada color.

Así como en Suramérica una portería se inventa en tres minutos con un cartón de leche en un extremo y una lata de café vacía en el otro, Mahmood y sus amigos tomaban pequeños restos de columnas romanas de mármol, o tratarían de marcar el gol a través de viejos dinteles de palacios omeyas o basílicas bizantinas.

***

El alcohol en Jordania es caro. Tanto más en los resorts del Mar Muerto, o del Mar Rojo, verdaderos monumentos al lujo árabe. Pero en un bar cualquiera de Ammán, hay que calcular cerca de ocho dinares por una Philadelphia. Es una cerveza local, quizá la más accesible. Ni hablar de lo que podría costar –de conseguirse- alguna cerveza belga o alemana, en botella. Desde luego, la cerveza aquí no es de consumo masivo, de modo que ni se produce, ni se importa, ni se compra, ni se vende en grandes cantidades. Hay poca oferta (apenas unas tres marcas nacionales) y suficiente demanda como para poder mantener estos precios. Si realmente quieres una, quienes la venden saben que vas a pagarla al precio que corresponda.

Jordania3

En general, quienes beben –sean turistas o locales, cristianos o musulmanes- preferirán comprar vinos producidos en el norte del país, cerca de la frontera con Siria. Familias griegas ortodoxas, fieles árabes bizantinos, y algunas antiguas familias originalmente armenias mantienen estos viñedos. De hecho, Nabil Haddad –el sacerdote católico griego melquita fundador del Jordanian Interfaith Coexistence Research Center, un paladín del diálogo interreligioso y de la convivencia cristiana-musulmana en la región-, durante nuestra cena juntos, pidió al mesonero una botella de tinto Saint George.

-“Estos los hace mi familia” -señaló el sacerdote, vestido de negro, con su cruz siempre visible al pecho-. Nunca me la quito, y nunca la escondo. Nosotros los cristianos llevamos dos mil años en Jordania. Yo soy árabe y soy cristiano, and that’s it. El secretario de mi parroquia es musulmán. Lo hemos decidido así, a propósito.

-Pero siendo tan pocos los cristianos en Jordania ¿no ha recibido quejas por no darle ese trabajo a un miembro de su propia comunidad?

-Mi comunidad es Jordania. Nosotros vivimos en comunidad, desde hace catorce siglos, con nuestros hermanos musulmanes. Los cristianos jordanos tenemos grandes responsabilidades. Este es uno de los poquísimos países de la región, quizá el único, donde no hay conflictos interreligiosos. Miras al este, y tienes el drama iraquí. Miras al norte, y tienes la tragedia siria. Miras más al oeste, y tienes a cientos de cristianos coptos siendo asesinados en Egipto. En Jordania jamás escucharás hablar de algo parecido. Supongo que no tener petróleo es una bendición ¡Mira! ¡Llegó el vino!

-Bueno, salud por no tener petróleo.

Fe Sahetek!

Los Haddad y los Zumot, supongo, son familia política. El fundador de los viñedos San Jorge –Bulos Zumot, el padre del actual director, Omar Zumot- plantó esta viña en el país en 1954. Fue la primera vez en la que en el país se volvía a producir vino desde los tiempos del dominio romano, cuando Adriano definió las fronteras orientales del imperio, al sureste del Levante, en un esfuerzo por greco-romanizar una región hasta entonces dominada por antiguos pueblos semíticos. Fueron los años de la fundación de la Decápolis: un grupo de diez ciudades que funcionarían como enclaves romanos imperiales en medio de villas, caseríos, pueblos y ciudades nabateas, arameas y judías.

Jordania6

Una de ellas es, precisamente, Philadelphia (de allí el nombre de la cerveza). Hoy se le conoce con el nombre que recuerda a sus orígenes pre-romanos. En el siglo 13 antes de Cristo, Ammán era Rabbath Ammon: “la ciudad de los ammonitas”.

-Es así, habibi. Estás en Philadelphia. Como ves, nos tomamos nuestras raíces grecorromanas en serio, también.

-Pero el griego no se habla en Jordania.

-Para nada. Los cristianos bizantinos tenemos nuestra misa en árabe. Pero a donde quiera que voltees, en cualquiera de los sitios sagrados que visites, vas a conseguir inscripciones en griego.

Haddad no exagera. Los franciscanos que cuidan el Monte Nebo –custodios de Tierra Santa como son- publican guías en al menos ocho idiomas distintos, incluyendo traducciones detalladas del griego original en el que están escritos los mosaicos conservados en el suelo de la llamada Basílica de Moisés. Una de estas guías puede costar entre cinco y diez dinares. Ninguna de ellas asegura que Moisés esté allí enterrado, y no hay ningún monumento que señale, así sea tímidamente, que en efecto ese sea el lugar.

Pero las guías oficiales dicen una cosa, y otra cosa dicen los guías.

Jordaniacita2Señalando a los mosaicos que se conservan aún de la basílica bizantina original, cada uno traducirá algo diferente. “Ahí dice que esa es la tumba del abad del monasterio”, dice uno. “No le hagas caso; él nunca estudió griego. Yo sí estudié arqueología. Ahí lo que dice es que el abad vino de Jerusalén hasta acá” dice otro. “Ahí lo que cuenta es la historia de la fundación del monasterio”, dice un tercero.

-En realidad, ese mosaico sólo dice que es una ofrenda hecha por un tal Cesarion, en tiempos de los sacerdotes Alexios y Teófilos- aclara Mahmood. Le creo, no sólo porque después de una semana juntos en el bus ya nos une cierto afecto, sino porque la facultad de Arqueología, Turismo y Hotelería de la Universidad Al-Hussein Bin Talal está, también, en Wadi Mousa. Mahmood estudió allí.

-Moisés está enterrado en Nabi Mousa, en Cisjordania, en la Ribera Occidental, the West Bank. Lo que antes llamaban “Judea y Samaria”. Es el lugar de peregrinaje más importante para los musulmanes en Palestina.

Wadi Mousa. Nabi Mousa. Ain Mousa. Hay al menos tres lugares en la región que reclaman ser el auténtico pozo de Moisés, y dos relatos bíblicos (de nuevo, uno en el libro del Éxodo y otro en el libro de Números) que dan cuenta del momento en el que Moisés, golpeando la roca con el mismo báculo con el que separó el mar, hizo brotar agua de ella. Uno de estos sitios está en Egipto. El otro, en Israel. El tercero es Ain Mousa. Desde el autobús se ve, como una súbita mancha verde en medio de la pendiente de la colina rocosa.

-Por supuesto, el auténtico es el de Ain Mousa- explica Mahmood, arrimando la sardina a su brasa–. Los nabateos construyeron su acueducto para llevar el agua del manantial de Moisés hasta la ciudad. De hecho, para entrar a Petra, tenemos que cruzar el manantial. Ya lo vas a ver. Tanto el manantial como el acueducto.

***

Hay muchas cosas, dice Mahmood, que no se deben hacer jamás. Una de esas es ensuciar el agua. Otra, tirar al suelo el contenido de una taza de café si un beduino te la invita. Faltar a la hospitalidad –como huésped o como anfitrión- es una herida profunda para el alma jordana. No regatear no es un insulto, pero no hacerlo es una estupidez. Yo mismo pude bajar el precio de una alfombra de 400 dinares a cerca de 150. Pero sobre todo, jamás se deben comprar dinares en aeropuertos, hoteles o casas de cambio. Es preferible llegar con dólares o euros y cambiar en mercados locales, donde la tasa será modestamente más favorable. Los jordanos aceptan dólares sin problemas, pero es claro que es una moneda inferior. Es mejor nada que una propina de uno o dos dólares.

El dinar jordano –“dinar,” “dinero”- se convirtió en la moneda oficial del reino de Jordania en 1950, dejando a la colonial libra palestina en desuso. Hay billetes de 1, 5, 10, 20 y 50 dinares, y son de uso corriente también en los territorios palestinos, donde circula junto al shekel israelí. Considerando que Jordania es uno de los muy pocos países árabes no petroleros sorprende que su moneda sea a ratos más fuerte que el euro (se necesitan $1,50 para comprar 1 dinar), incluso a pesar de que su economía –basada en exportaciones de cemento y otros minerales, pero sobre todo en el transporte de mercancías que entran desde el Mar Rojo hacia Siria e Iraq- se haya visto afectada por los conflictos en los países vecinos.

Jordania7

-Uno puede ver cómo está la economía simplemente parándose a fumar y a tomar café en cualquier restaurant al borde de la carretera. Si hay muchos camiones rodando desde Al’ Aqabah hacia el norte, entonces la cosa está bien. Si hay pocos, la cosa está mal.

-¿Y ahora qué tal está la cosa, Mahmood?

-No tan bien, pero mejor. El problema no son los refugiados sirios sino los desplazados iraquíes, porque vinieron con muchísimo dinero y empezaron a comprar propiedades en Ammán. Ahora un apartamento en la ciudad vale lo que cuesta uno en Nueva York.

-¿Y qué hace la gente?

-Pues se va a Madaba, por ejemplo. Madaba es muy bonito. La mayoría de los cristianos desplazados de la región se van a Madaba.

-¿Por lo barato o por lo bonito?

-Por ambas cosas. Y porque ha sido una medina tradicionalmente más cristiana. El 20% de la población de Madaba es cristiana. De hecho, es la ciudad con mayor presencia cristiana en el país.

Caminar por Madaba es estar dispuesto a probar dulces, frutas y jugos en casi cada esquina. Los tenderos ofrecen en la calle lo que hay en la tienda, pero con una delicadeza que sorprende. Casi se siente como una sincera intención de compartir lo que hay de bueno en la tienda: dátiles frescos o en conserva, jugo de granada recién hecho, café recién molido para llevar.

Jordaniacita1

Como la mayoría de las iglesias ortodoxas de Jordania, la iglesia griega ortodoxa de Madaba está cubierta de iconos magníficos, tanto pintados en las paredes como en el iconostasio en el ábside del templo. En el suelo, el mapa de Madaba, un mosaico del siglo VI, es la descripción cartográfica de la Tierra Santa más antigua del mundo, desde el Líbano hasta el delta del Nilo.

-Sin este mapa, buena parte de los sitios descritos en la Biblia no se hubiesen encontrado jamás.

-Pero, Mahmood, la guía dice que este mapa originalmente era cinco metros más grande.

-Es cierto. Originalmente, el mosaico estaba hecho con más de dos millones de tesserae.

-¿Qué pasó?

-Revoluciones iconoclastas, terremotos, y niños jugando canicas.

Publicidad
Publicidad