Ambiente

Vacaciones chavistas destrozaron el Parque del Este

Cuando los usuarios del Parque Generalísimo Francisco de Miranda creían haberlo visto todo, nuevamente tuvieron con qué sorprenderse. Los responsables del plan vacacional de Inparques abrieron un boquete en los jardines cercanos al Planetario e hicieron una piscina de barro. La morisqueta es un nuevo atentado al patrimonio nacional y al paisajismo del brasileño Burle Marx

Fotografía de portada: Comité de Amigos del Parque del Este | Fotografías dentro del texto: Inparques y Comité de Amigos del Parque del Este
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Se hunden en el barro. Los niños se arrastran por donde una vez hubo grama, inocentes de que la piscina de tierra de unos cuatro metros de largo por tres de ancho, y quizás 20 centímetros de profundidad, atenta contra uno de los patrimonios modernos más importantes de Venezuela: el parque Generalísimo Francisco de Miranda.

Los pequeños no tienen la culpa. Quienes se ufanan de haber ofrecido “la mejor de las vacaciones” a los hijos de sus trabajadores son los mismos responsables de que ese recinto se conserve. El Instituto Nacional de Parques (Inparques) desechó la vocación de sus juegos ecológicos y abrió un plan vacacional que en nada respeta los valores de educación ambiental que alguna vez caracterizaron a la institución. En la cuenta de Twitter @inparquesgob divulgaron las imágenes de la “diversión”. Además de la piscina de barro –hecha en los jardines cercanos al Planetario–, incrustaron cauchos en el terreno y adosaron piezas de madera a los árboles cercanos.

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No hubo ningún propósito didáctico. Cristina Vaamonde, directora de la asociación civil ambientalista Una Montaña de Gente, subraya que las actividades, más que invitar a la conservación de este parque recreacional, recordaban el adiestramiento militar al hacer que los niños reptaran por el fango. “Hacen que los infantes se ejerciten en una serie de prácticas que no se corresponden con la inocencia de su condición. Es un despropósito. No se les enseña, no se les resguarda y se les vulneran sus derechos. Tampoco se llevan algo valioso para su vida, como pudiese ser la importancia de preservar el parque”.

Para acentuar la contradicción, las imágenes de Twitter fueron compartidas con la etiqueta #EcoAprende, pero no se divulgaron fotos, por ejemplo, de algún recorrido para identificar las especies de flora y fauna, o sobre la relación del Parque del Este con el Ávila, diseñada a conciencia por el genio paisajista de Roberto Burle Marx.

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“El propósito didáctico de este parque es conocer y valorar la fauna y la flora nacional, vivenciar una experiencia estética a través del recorrido de un paisaje de extraordinaria belleza”, explican en la cuenta de Facebook de los amigos del Parque del Este. En la misma publicación, en la que dan cuenta de la intervención se conduelen de la destrucción como política de Estado, y cómo ésta impregnó una de las instituciones que fue bandera del país: “Queda evidenciado que la actual directiva de Inparques es totalmente incapaz de manejar parques recreacionales y es absolutamente ignorante en lo que se refiere a la conservación de un Bien Patrimonial protegido por ley”.

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A Raquel Schaffernorth, del Comité de Usuarios para el Rescate y Defensa del Parque del Este, le parece “horrible” lo hecho, al punto de que vigilantes y obreros al verla la abordaban escandalizados. “En 30 años nunca he visto semejante cosa”, le decían. “Es como si el parque fuera un terreno descampado en el medio del monte”, remata.

Elías González, presidente de la Sociedad Venezolana de Arquitectos Paisajistas, respira profundo antes de responder lo que piensa sobre el caso: “Demuestra anarquía y arbitrariedad. Es un abuso. Se irrespetan las reglas de uso de cualquier parque público en el mundo. Más lamentable cuando el propio custodio es el primero que lo afecta”. Para González, lo que allí hubo es un acto de vandalismo.

“La falta de control de las autoridades y el desconocimiento de la gente es lo que permite que cosas como esta sucedan”, suma Orlando Marín, director del Instituto de Estudios Regionales y Urbano de la Universidad Simón Bolívar.

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No más juegos ecológicos

Los juegos ecológicos fueron uno de los programas bandera de Inparques. Comenzaron en 1979 precisamente en el Parque del Este. Eran, porque desaparecieron en 2011, actividades vacacionales que combinaban desarrollos artísticos, deportivos y de contacto con la naturaleza.

José Matute, secretario general del Sindicato Unitario Nacional de Empleados Públicos de Inparques, recuerda que él llegó a ser uno de los guías del programa e, inmediatamente, remarca las diferencias: “Nos exigían hasta que tuviéramos una alimentación sana frente a los participantes”. Dice que la actividad con barro se hacía para sensibilizar al niño sobre el contacto con la tierra, pero nunca en esas dimensiones. “El charco de barro se hacía en zonas donde no crecía grama por estar a la sombra de un árbol y sin dañar los espacios. No era una piscina como esa. Y sin embargo, había conflicto con los técnicos más puristas que no estaban de acuerdo”. Eran tiempos en los que la vegetación del parque estaba en mejores condiciones y funcionaba el sistema de riego.

Marlene Sifontes, secretaria de organización de Sunep-Inparques, recuerda que quienes participan como guías recibían seis meses de formación, respondían a un perfil y eran seleccionados directamente por el personal con más trayectoria en el área de educación ambiental. El plan empezaba el primer martes de agosto y terminaba el último viernes de ese mes. Esta vez, para fortuna del parque, las actividades solo duraron una semana.

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Sifontes señala otra contradicción: “Las actividades son gratuitas. Antes era un plan autofinanciado. Lo que hicieron fue aumentar las tarifas para los planes vacacionales privados. De cobrar 30% de la unidad tributaria por cada niño, ahora cobran 3 unidades tributarias. Es decir, que de 53,10 bolívares por niño pasaron a cobrar 531 bolívares y se paga directamente a través de la oficina de Ingresos Propios del parque”.

Paisaje desvanecido

Durante el acto de clausura de los Juegos Olímpicos de Río 2016 hubo un segmento dedicado al genio de la arquitectura paisajista brasileña Roberto Burle Marx. Las luces verdes y amarillas proyectadas sobre el Maracaná bien podían ser una semblanza a gran escala de los planos del Parque del Este. La obra es Bien de Interés Cultural de la Nación, según la Gaceta Oficial 36.490 del 7 de julio de 1998, por lo que Schaffernorth se pregunta por la actuación del Instituto de Patrimonio Cultural en este caso.

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Con el debido cuidado, los recursos y la tecnología adecuada, la afectación podría resarcirse en poco tiempo, el problema, de acuerdo con Matute, es que no hay un plan de manejo del parque, ni interés real en preservarlo. Ni siquiera porque se trate de una obra de arquitectura paisajística que fue modelo en América Latina, donde la ausencia de un plan de mantenimiento y las afectaciones que ha sufrido por la toma de Odebrecht en su zona norte y la pasarela a La Carlota por el sur, aunado a la sequía y la muerte de algunas de sus especies, han hecho que su paisaje ya no sea digno de admirar

No solo la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural protege el lugar. Al ser un parque recreacional también se le considera un área natural protegida, y un área de conservación de la naturaleza, al formar parte del Sistema Nacional de Parques de Venezuela; pero nada parece funcionar para proteger al Parque del Este que ahora se encuentra abandonado a su suerte.

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