Entrevista

Yon Goicoechea y las dudas sobre su candidatura ¿negociada?

Yon Goicoechea salió de la cárcel luego de casi 15 meses preso en el Sebin, a pesar de que una orden de excarcelación se empolvó esperando su cumplimiento. Partió del calabozo para asumir la candidatura a la Alcaldía de El Hatillo por el partido Avanzada Progresista. Una reunión y una negociación terminaron con su presidio, pero los interlocutores y las condiciones no están claras

Fotografías: Hector Trejo
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Yon Goicoechea ha admitido que para que un preso político salga de la cárcel es necesaria una negociación. Siempre. Y nunca ha negado que el fin de su presidio haya sido producto de algún acuerdo. «Pero no quisiera centrar esta entrevista en esa reunión porque es algo que podría poner en peligro tanto mi vida como la de mi familia», dijo al respecto en esta conversación ocurrida en Caracas el 7 de noviembre de 2017.

Entonces, el candidato a la Alcaldía de El Hatillo negó que su candidatura fuese producto de una negociación para permitir su salida de la prisión. «Quiero dejar muy claro que eso no es verdad y quiero decirle a la gente que así opina y lo difunde, que estar en la situación en la que yo estuve es muy delicado», respondió al ser cuestionado al respecto. No obstante, el día 23 del mismo mes, en conversación con FM Center es Noticia, dio a entender otra cosa: «Al final se presentaron dos opciones, que yo me fuera del país o que yo me quedara a participar en estas elecciones como lo estoy haciendo. Entre una y otra, yo siempre voy a escoger quedarme en Venezuela».

Un año y tres meses después de cruzar el umbral de entrada a El Helicoide, Yon Goicoechea pudo dormir rodeado de su familia. Desde el 29 de agosto de 2016 hasta el 3 de noviembre de 2017, el ahora candidato a la Alcaldía de El Hatillo estuvo encerrado en los calabozos del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), acusado de portar explosivos pero sin que el proceso judicial en su contra tuviera algún avance. No tuvo ni siquiera audiencia frente a un juez.

Cuando fue detenido llevaba pocas semanas en Caracas, a donde había vuelto para incorporarse a la vida política activa luego de algunos años fuera del país, tiempo que aprovechó para estudiar, hacer familia y, también, “enfriarse” y tomar nuevas perspectivas. Abogado de profesión, lideró las protestas estudiantiles hace una década —haciéndose del prestigioso premio Milton Friedman para el Avance de la Libertad otorgado por el Instituto Cato de Estados Unidos— y ahora recibió el Premio Sajarov como parte de los presos políticos del régimen venezolano.

Lo fue hasta el 3 de noviembre de 2017, la primera noche en que pudo entrar de nuevo a casa de su madre, a pesar de haber contado con una orden de excarcelación judicial durante más de 10 meses que el Sebin se negó a cumplir. La policía política de Nicolás Maduro no entiende de tribunales. “Durante mucho tiempo me sentí un secuestrado, porque en un proceso judicial uno tiene una manera de defenderse, sabe de qué se le acusa, sabe por cuántos años en el peor de los casos puede ser la pena. Es muy duro estar en un proceso donde no hay leyes y no te puedes apegar a una defensa jurídica”.

Cuando cumplió un año preso, el aún militante de Voluntad Popular describió a Clímax las condiciones de su reclusión, decadentes e inhumanas según su relato. Ahora confirma: “estuve en tres celdas distintas, con condiciones distintas” que cambiaron “dependiendo de la tensión política, de las relaciones allá adentro”. Las protestas vividas en las calles no afectaron su propia estancia en las mazmorras ni fueron excusas para castigos, pero sí atestiguó cómo “los detenidos de las protestas, que llegaban con mucha frecuencia, estuvieron en condiciones muy malas”.

–¿Cuándo supo que saldría de la cárcel?

Dos horas antes de salir. Estaba en mi celda y me dicen «mira, tienes una reunión». Fui y me informaron que iba a salir. La alegría, no te imaginas, pero también la contención porque en varias oportunidades se me había informado que iba a salir y eso no se dio. Entonces, yo no lo creía hasta que llegué a casa de mi mamá. De hecho, en una oportunidad mi esposa había estado allí en las puertas del Helicoide esperando porque me iban a sacar ese día y no lo hicieron. Sentí mucha incredulidad. Me quise contener hasta que se materializara.

–¿Con quién fue esa reunión?

No te puedo decir. Hay cosas que tengo que cuidar. Tengo que tener prudencia pues no quiero volver a ese sitio, y tampoco sería justo con las personas que estuvieron allí, porque algunas de ellas ayudaron.

–¿Cuántas veces le habían dicho que iba a salir?

Tres veces. Una vez en diciembre. Otra vez en marzo y, de nuevo, en mayo.

–¿Le decían por qué no se concretaba?

No. Nunca. Un reto para mí fue tratar de identificar, y al día de hoy tampoco lo tengo demasiado claro, quién era o qué era lo que paraba una negociación, porque muchas veces estuvo acordado con la oposición. Durante la mesa de negociación de diciembre, cuando salieron varios presos, ahí estuvo acordado y no se hizo. Luego el presidente Zapatero en otra oportunidad me lo dijo y tampoco ocurrió. Y luego el embajador de España en otra oportunidad, y tampoco.

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–A Leopoldo López lo visitaron Jorge y Delcy Rodríguez, también José Luis Rodríguez Zapatero. ¿A usted lo visitó algún personaje influyente como esos?

–No. Yo no recibí visitas del chavismo. La personalidad que me visitó en dos oportunidades fue el embajador de España.

–¿Le propusieron irse del país al salir de la cárcel?

–Sí. Una propuesta era que me fuese a vivir a Madrid. Eso no se materializó y tampoco hubo una intención seria de soltarme bajo esa premisa. Creo que fue más bien una propuesta del gobierno español.

–¿Hubo alguna condición para su salida de la cárcel?

–Claro. Tengo muchas condiciones: prohibición de salida del país, presentación cada ocho días. Conversamos sobre la posibilidad de si yo quería quedarme aquí en Venezuela y dije que sí. Pero no quisiera centrar esta entrevista en esa reunión porque es algo que podría poner en peligro tanto mi vida como la de mi familia. Lo que sí puedo decir es que estoy completamente dispuesto a quedarme aquí y hacer oposición en Venezuela pese a los riesgos, y estoy convencido de que de esta situación vamos a salir.

–¿Quedó alguna espada de Damocles sobre su cabeza luego de salir de la cárcel?

–Un proceso judicial amañado donde además tengo medidas cautelares es una gran espada de Damocles.

–¿Eso puede determinar su manera de actuar en política?

–Eso jamás. Si no lo determinó cuando estaba en la cárcel, que estaba más vulnerable que nunca, cómo lo hará ahora. Yo por este país he pagado un altísimo precio: la cárcel de mi papá, la mía, me he tenido que ir y he tenido que vivir fuera, he sufrido toda clase de persecuciones y nunca he dejado de hacer lo que tengo que hacer. Hoy no será el día.

–¿La candidatura a El Hatillo forma parte de una negociación o una conversación que facilitó su salida de la cárcel?

–Quiero dejar muy claro que eso no es verdad y quiero decirle a la gente que así opina y lo difunde, que estar en la situación en la que yo estuve es muy delicado. Y la situación de Venezuela lo es más. El círculo de la dictadura se puede cerrar en cualquier momento. Tenemos que ser responsables y aprender a reconocer el esfuerzo. No creo que debamos ponernos a decir «este es un traidor». Todo lo contrario: aquí hay que ser responsable con lo que se afirma porque necesitamos más unidad que nunca para poder llegar a la meta.

–¿Cuándo decide ser candidato a El Hatillo?

–Yo quería participar desde antes de estar preso. Una de mis hipótesis es que estuve preso por mi aspiración a participar. Apenas salgo de la cárcel, e incluso unos días antes, se me plantea la posibilidad de ir a las municipales. Yo no lo quería creer porque yo estaba preso y no había posibilidad real de salir.

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–¿Quién lo plantea? ¿Fue estando aún preso?

–Avanzada Progresista. Yo, gracias a Dios, he tenido comunicación política, limitada pero he tenido mediante una carta, un familiar, un visitante de otra persona, por papelitos, como sea. Una semana antes de salir me dicen –se refiere a Carlos Melo– «yo sé que tú has querido participar de estas municipales, aquí está esta posibilidad». Y la tomé. La oposición está fragmentada, dividida y en posición de debilidad muy razonable por la gran frustración. Pero tenemos dos posibilidades: entregarse ante condiciones injustas y ante el fraude, o pelear y defender los espacios que todavía podemos ganar.

­–Esa conversación entonces se produce una semana antes de salir, aunque Avanzada Progresista inscribió a otro candidato que luego sustituyó. Usted salió de la cárcel el viernes a la medianoche, el mismo día en que cerró el proceso para modificar candidaturas. ¿A qué hora se firmó la planilla entonces?

–No puedo dar el detalle de cómo lo hice, pero yo firmé mi papel estando adentro.

–¿Pero esa foto de usted firmando la planilla sobre un capó de un carro, de día, que se difundió el sábado 4 de noviembre es dentro del Helicoide?

–Yo no he visto esa foto. Si me la muestras te digo si es en el Helicoide o no. No te puedo decir más. No por mí, sino porque voy a comprometer a la persona que nos ayudó a cumplir ese proceso. Como te digo, hay sebines buenos y otros malos. Y hay los chavistas y opositores. Ahí va tu respuesta.

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–Cuando se armó la mesa de diálogo, una de las dificultades para negociar la libertad de presos políticos es que hay distintos carceleros para distintos presos. ¿Tiene claro quién es su carcelero?

–Lo tengo perfectamente claro. Haber identificado eso ayudó a hacer la presión diplomática correcta, muy importante y muy activa. Lamentablemente, por temas de seguridad, es algo que no puedo responder pero que seguro algún día voy a escribir en un libro.

–¿Pero es una persona?

–Hay un grupo de personas particularmente interesadas.

–Nos decía en la entrevista desde la cárcel que había un ejecutor de los malos tratos dentro del Sebin, pero en ese momento no podía decirlo por seguridad. ¿Ahora puede identificarlo?

­–Yo no fui maltratado físicamente. Allí hay una cadena de mando que es responsable por las condiciones de adentro. Yo no quiero señalar a nadie por razones obvias. Además, detrás de mí queda gente que está en la misma situación. Y si yo me pusiera a acusar con nombre a las personas por lo que pasa en el Sebin, le estoy cerrando las puertas de salida a quienes quedan ahí. Eso es algo que yo no voy a hacer. Tenemos que tratar este tema con sensibilidad. Hay 358 presos y en el Helicoide hay varias decenas de presos políticos.

–Ha dicho que hay cosas que no puede decir porque pueden regresarlo al calabozo. ¿Dónde está la raya amarilla que si la cruza le conduce de nuevo al Helicoide?

–No sé. Yo creo que todos los venezolanos tenemos esa pregunta. ¿Es protestar? ¿Es opinar? ¿Es hacer una pregunta incómoda a un funcionario del gobierno? Yo creo que todos la tenemos. Si la supiera, no me generaría angustia. Hoy en Venezuela no hay reglas claras.

–Cuando lo escuchamos hablar, ¿qué tanto de Yon Goicoechea estamos oyendo y qué tanto de la espada de Damocles sobre un preso político estamos escuchando?

–Yo no soy un preso político del chavismo. Soy ahora un ex preso político del chavismo. Soy un ciudadano venezolano con plenos derechos, completamente convencido de que esto se va a acabar y de que tenemos la obligación de hacer que se acabe. La vía que yo veo para eso es la electoral, porque yo no tengo armas, contactos con militares. Cuando me escuchas a mí escuchas a un ciudadano venezolano con miedo, con preocupación, que tiene los mismos problemas que los demás pero que está dispuesto a superarlos.

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–¿Está expulsado de Voluntad Popular?

-Hasta ahora, no. Entiendo y respeto, y he podido discutir estos tres días con el partido la posición, cosa que había podido hacer por mensaje y es muy difícil tener una discusión política así, con un mensajero al que tienes que proteger. Ahora hemos podido conversar. Hay una posición muy válida sobre la credibilidad del proceso, pero yo creo que hay espacios que no podemos perder. Tengo una diferencia táctica con Voluntad Popular, pero eso no quiere decir que yo no crea en el resto de las cosas que compartimos con el partido.

–Entró a la cárcel siendo la oposición una. Al salir, hay desunión.

–Tenemos que recomponer ya la unidad. Me parece peligroso el estado de confrontación que hay en la oposición. Nos permitimos abiertamente hablar de traidores y vendidos. Eso no puede pasar. Puede haber diferencias, incluso puede haber cosas que no sean éticamente lo correcto, pero debemos tener criterio histórico de lo que estamos enfrentando. Y aunque en la política haya alguna marramucia de alguna persona, es imposible que vayamos a superar esta dificultad si no estamos unidos. Tenemos que aprender a tragar grueso y a pensar mejor lo que decimos antes de acusar a los demás de una cosa que después no vas a poder retirar.

–¿Se juramentaría ante la Constituyente de ganar en El Hatillo?

–Yo lo que creo es que no podemos repetir lo que pasó con las gobernaciones, donde mostramos incoherencia, descoordinación, falta de confianza de unos y otros. Yo quisiera responder esa pregunta en conjunto con los demás alcaldes electos. No podemos hacer esto solos. Yon Goicoechea no va a tomar esa decisión por su cuenta. ¿La decisión es juramentarse ante el Concejo Municipal porque es opositor? ¿No presentarnos a la ANC? Eso lo vamos a consultar porque en el fondo es una decisión política, no jurídica, que necesitamos tomar como bloque político. Si la tomamos como individualidades, estamos muertos.

–Siempre hay que preguntar qué gana un político luego de pasar por la cárcel, por las horas de soledad, de reflexión, quizá de lectura, y demás. ¿En su caso, qué ganó?

–Gané darme cuenta de las cosas de la vida por las que vale la pena luchar. Los seres humanos todos tendemos a banalizar grandes cosas que tenemos. Aprendí a valorar en su justa dimensión tener a mis hijos en la mañana en mi cama, tener a mi mujer a mi lado y poder dormir con ella; la luz, el cielo abierto. Yo sé que cuando uno está libre esas cosas son normales, pero eso realmente importa en la vida. Gané paciencia, porque en la cárcel hay que aprender a manejar el tiempo de otra manera. Si te desesperas, enloqueces. Y hay un tema de fe importante, y no la religiosa necesariamente, sino la certidumbre de que los problemas se superan. Ese temple, saber que hay salida, que uno puede superar los retos, es algo que se gana en la cárcel.

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–¿Qué aspecto de Yon Goicoechea entró en la cárcel y se quedó allí?

–Creo que hoy soy menos soberbio. Creo que soy más humilde. No solo te das cuenta de lo débil y vulnerable que eres, sino también de las historias personales de cada persona que está estigmatizada en una cárcel, incluso los malandros, los que sí cometieron los delitos, quienes no están pagando lo que hicieron sino muchísimo más porque las condiciones en las que están son inhumanas. Creo que soy una persona más abierta. Los juicios de valor sobre los demás los dejé en la cárcel.

–¿Estamos en una dictadura? ¿Maduro es dictador?

–Yo creo que sí. El gobierno de Maduro es una dictadura porque no hay división de poderes. Decimos que hay dictadura habiendo estado presos un año y pico. Créeme que hay consecuencias de decirlo, y muchos las corremos. Nosotros podemos superar esta situación en paz, en un proceso donde no nos tengamos que matar y sin revancha y sin venganza, sí, y es necesario. Pero al pan, pan, y al vino, vino.

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