Salud

¿Cómo afecta el uso de internet la memoria de los niños?

La hiperestimulación sensorial que el uso de las tecnologías implica, tiene importantes consecuencias: los cerebros de los niños y jóvenes se están acostumbrando a ser bombardeados. Ahora necesitan de estímulos fuertes para motivarse, la curiosidad es limitada, se suprime la imaginación porque internet lo da todo, se afecta la memoria y por consiguiente el aprendizaje

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El efecto del uso del internet en nuestro cerebro es innegable, niños y jóvenes pertenecen a una generación multitarea que puede usar un computador, un celular, mientras escucha música y responde un correo, todo a la vez, viven bombardeados de estímulos.  Pero no sólo esto, también tienen el mundo a un clic, lo que les facilita realizar con poco esfuerzo tareas importantes para nuestro cerebro como es el uso de la memoria.

La memoria es la capacidad del cerebro de retener información y recuperarla voluntariamente. Nos permite recordar hechos, ideas, sensaciones, relaciones entre conceptos y todo tipo de estímulos que ocurrieron en el pasado. Es una pieza fundamental para el buen aprendizaje, hoy los niños no se se ven obligados a memorizar, si quieren saber una fecha histórica solo deben acudir a Google que les dará la respuesta en cuestión de segundos.

Memoria y educación son una dupla vital en el aprendizaje, ambos mecanismos afectan nuestra conducta  al facilitar la retención o el almacenamiento de la información y al adquirir información que se traduce en conocimiento.

La memoria es una competencia que ocurre cuando las conexiones entre las neuronas se establecen de forma repetitiva. Antes se pensaba que sólo existía una memoria global, hoy se han clasificado distintos tipos de memoria, a cada cual corresponde un área cerebral específica. ¿Qué ocurre cuando dejamos de ejercitarla?

¿Qué está pasando con la memoria de nuestros niños?

La especialista en desarrollo infantil, directora de Terapias para el Desarrollo, Rusdeiba Agelvis explica que escribir un concepto y dar “enter” para buscarlo es idéntico a darle “suprimir” a nuestro sistema de memoria en el cerebro.

“Ya ni siquiera se usa el beneficio de la duda sin que recurramos al ordenador o al móvil para confirmarlo, desde una dirección que antes memorizábamos ahora se utiliza el GPS. El cerebro aprende a repetición y reforzar los recuerdos ocurre cuando recordamos, lo que afianza la memoria, ya que estamos diseñados para procesar y recuperar datos. Si tecleamos un concepto, no activamos las vías para que la información pase a nuestra memoria”, detalla Rusdeiba Agelvis.

Nadie duda que internet ha supuesto una revolución cultural. Sin embargo, diversos estudios sobre los efectos de internet en el cerebro de niños y adolescentes también empiezan a mostrar aspectos negativos, que van desde la disminución de la empatía hasta el decaimiento de la capacidad de tomar decisio­nes.

Los jóvenes son el grupo de edad más conectado del mundo (71%) y su interacción con la tecnología empieza cada vez más temprano. Unicef ha advertido que la salud física y emocional de los niños es cada vez más preocupante por el uso del internet. Ha apuntado que existen pruebas que sugieren que pasar más tiempo en internet conlleva a realizar menos actividades al aire libre, reduce la calidad del sueño, aumenta los síntomas de ansiedad y fomenta hábitos de alimentación poco saludables.

La directora de Terapias para el Desarrollo suma a esta lista que también se ve afectada la empatía y la naturaleza del ser humano como “ser social”.

“Los niños y jóvenes se mantienen alejados de la realidad creando día a día un mundo imaginario apartado de la sociedad incluso de la familia. Cuando el foco atencional está dirigido a una pantalla, aparece la falta de atención y disminución del rendimiento cognitivo, pues memorizamos y aprendemos gracias a un desarrollo óptimo del proceso de atención”, dijo la especialista.

Agrega que la constante necesidad de búsqueda de información en redes sociales u otras plataformas ha desatado una nueva serie de conductas atípicas similar a la adicción. En este caso “a estar conectados a Internet”, que a su vez ha impulsado la hipersexualización, conductas impulsivas, irritabilidad y hostilidad cuyo lenguaje es cada vez más común y accesible por el dispositivo.

“Interrumpir la clase, molestar a los compañeros, contradecir al docente, incumplir normas afectando el desarrollo cognitivo e intelectual entorpeciendo el procedimiento educativo y crecimiento académico es lo más reportado en el Centro de Terapias de Desarrollo de aquellos niños que permanecen mucho tiempo frente a las pantallas”, advierte Agelvis.

¿Qué hacer?

La directora del Centro de Terapias para el Desarrollo indica que frente a esta realidad lo primero que se debe hacer es dosificar el tiempo frente a las pantallas. Esto quiere decir que los padres deben empoderarse sobre cómo funciona Internet y cómo restringir contenido inapropiado. “Sólo así podrán guiar a los niños a elegir las opciones adecuadas y obtener mejores recursos de estudios”, indicó.

Señala que es vital que los padres sepan qué hacen sus hijos en la red, pero sin interrogatorios, respetando su intimidad y hacerse sus mejores aliados para ahondar en un tema de su interés así este tema no le agrade a los padres.

Es importante demostrarles todos los beneficios de las tecnologías de la información, como cursos, formaciones desde la comodidad del hogar, pero a su vez indicar las consecuencias de utilizarlo de forma inadecuada, incluyendo los peligros que surgen cuando brindan información personal a través de ella.

Agelvis  explica que ahora se piensa que la generación multitarea es la más efectiva y no lo es. “No se debe ver un video, leer un post, abrir el correo electrónico y hacer un documento en la computadora y al mismo tiempo responder por whatsapp en el móvil”, advirtió.

La especialista de @terapiasdeldesarrollo apunta que la hiperestimulación sensorial  tiene graves consecuencias porque ahora estos nuevos cerebros se habitúan a estar bombardeados, necesitando estímulos más fuertes, de alto volumen, e intensos para motivarse.

Si todo está en internet no es necesario activar la curiosidad, ni querer aprender algo que vaya más allá del de la pantalla. Si no tienen un dispositivo están  desmotivados y su creatividad e imaginación suprimida 100% .

Ayudemos al cerebro

Hojeando un libro activamos la concentración y mejor comprensión, pues hacemos mapas mentales: «¿ese texto estaba tres hojas antes?». Esto permite recordar mejor lo que se ha leído, ya que al verlo y tocarlo activamos ese recuerdo de espacialidad a través de los sentidos.

La lectura sigue siendo el gran aliado para la salud de nuestro cerebro que funciona, en varios sentidos, como un músculo que se entrena.

El mecanismo cerebral que se pone en marcha cada vez que alguien lee implica a la corteza visual para procesar una información consistente en símbolos, que son reconocidos en ciertas áreas del cerebro como letras. Otras áreas del cerebro juntan esas letras y las reconocen como conjuntos que constituyen palabras y a su vez contactan con otras áreas las cuales dotan de significado a esas palabras y grupos de palabras para activar las áreas del lenguaje y generar entendimiento. Toda esta secuencia de procesos activa el riego sanguíneo y la creación de neuronas, reseña el diario.es.

Agelvis destaca que además el libro de papel nuevo tiene olor, textura; diseños (peso), colores, texturas, siendo compatible con todos formatos y archivos, de manera que no hay restricción en cuanto a la economía de cada familia.

La American University, con sede en Washington DC, Estados Unidos, investigó 429 estudiantes universitarios de Estados Unidos, Japón, Alemania, India. Cuando se les preguntó con cuál de los soportes de libros impresos o digitales se concentraban mejor, el 92 % de los alumnos respondió que con los textos impresos. Muchos señalaron también que, al leer en papel, entienden más y se distraen menos. El 67 % de los estudiantes dijeron que los textos digitales promueven las actividades múltiples mientras leen.

No se trata de satanizar el uso de las tecnologías que bien sabemos tiene beneficios, sino de promover un uso seguro y saludable en nuestros niños y jóvenes para que estas se encuentren a su servicio y no para que ellos vivan conectados.

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