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Cómo hablar a los niños de la muerte

Cuántas veces nos hemos quedado sin palabras para explicar a los niños sobre la muerte. Metáforas que terminan por confundirlos aun más acerca de una realidad que nos toca a todos, ellos que comienzan a entender el mundo necesitan de adultos que los contengan y acompañen en esos procesos inevitables que la pérdida trae

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Es un niño, no entiende lo que pasa. Es una frase frecuente que usamos los adultos cuando en el entorno cercano alguna persona fallece y no sabemos cómo dar esa noticia. Creemos protegerles al no contar lo ocurrido o maquillar la realidad. Si bien es cierto que todo dependerá de la edad del niño, mentirles acerca de la muerte no debe ser la opción.

Cada ser humano ve el mundo desde su estructura de personalidad y sus experiencias de vida, por lo que cada niño debe ser visto de forma individual. Ninguno es igual a otro, lo que sí es común a todos es que apenas están comenzando en el proceso de estructuración de los recursos tanto cognitivos como emocionales, necesarios para afrontar las pérdidas.

La psicóloga Alejandra López especialista en Tanatología y Psicología Gestalt, explica que en los niños el nivel de confusión ante la idea de que alguien amado ya no esté y que físicamente no volverá a estar es muy alto, lo que ocasiona en ellos mucho miedo e incertidumbre.

“Los niños están comenzando a entender el mundo y tienen un nivel de pensamiento concreto donde si soy bueno pasan cosas buenas, si soy malo pasan cosas malas. En el nivel en el que está el niño los problemas se suelen solucionar haciendo algo, entonces en su cabeza van a asociar la desaparición de la persona amada con algo que se puede arreglar”, detalla la especialista.

Cómo ve un niño la muerte

En la primera pérdida el niño va a afrontar por primera vez la idea de que hay cosas que no podemos controlar y que no están en nuestras manos. “Sabiendo esto, imaginemos cuánto va a necesitar este niño hablar, preguntar, escuchar una y otra vez la explicación por la que su ser amado ya no está y no va a volver. Los niños van a pasar meses acordándose del tema y necesitando hablarlo nuevamente desde el principio, porque ellos necesitan integrar esta idea a su sistema cognitivo y emocional”, dijo López.

El tema de la muerte no solo es difícil para los niños, también lo es para los adultos. Muchos adultos no hemos desarrollado recursos que nos permitan afrontar la muerte con tristeza pero con naturalidad, esto influye en que algunos busquen llenar de fantasías la muerte del familiar o de explicaciones poco claras, lo que hace que el estado de confusión del niño que está intentando entender lo que está pasando, aumente más y con esto el miedo, la culpa y la ansiedad.

Qué decirles…

“Los niños vienen al mundo preparados para escuchar la verdad sobre nuestro funcionamiento como seres vivos. Los niños necesitan que les expliquemos que la muerte es un proceso que forma parte de nuestra naturaleza, que los seres vivos nacemos y morimos, porque nuestro cuerpo tiene unas funciones físicas que dejan de funcionar por diversas razones. Que la persona que se muere no lo hace de manera voluntaria”, comenta la especialista en Tanatología.

Este punto es muy importante para los niños: entender que su familiar no le abandonó desde el deseo de hacerlo, que él no ha hecho ni puede hacer nada para que vuelva físicamente, pero que existen otras formas en que podemos honrarlo y tenerlo con nosotros, a través del amor que sentimos por él, de todas las experiencias que nos marcaron.

La psicóloga Alejandra López advierte que “al responder estas preguntas surgirá una de las angustias vitales que nos acompañará a todos el resto de nuestra vida. Es cierto que muchas de las variables relacionadas con la muerte están fuera de nuestro control, pero el niño va a necesitar saber que los adultos estamos controlando muchas variables para protegernos de la muerte”.

Ante esto es importante explicar a los niños que para manejar esas variables vamos al doctor, nos ponemos el cinturón de seguridad, usamos protección cuando vamos en bici, comemos vegetales y frutas. Esas son las cosas que están en nuestras manos para protegernos y los adultos responsables de la familia, tienen que hacer sentir a estos niños que ellos siguen haciendo lo que está en sus manos para proteger a cada miembro de la familia desde sus capacidades.

“Lo más importante es que demos esta explicación desde el amor, con un lenguaje sencillo y respondiendo todas las preguntas que nos hagan”, comentó López.

¿Protegerlos?

A pesar de ser más pequeños los niños son miembros de la familia y lo primero que debemos evitar, a recomendación de la psicóloga, es apartarlos de los rituales funerarios que realizará la familia.

“Pensamos que los protegemos cuando los dejamos en casa el día del funeral para que no nos vean llorar o tengan contacto con los símbolos relacionados con la muerte. Pero realmente en un momento de tanto dolor e incertidumbre es cuando el niño más necesita estar con su familia, para juntos hacer el proceso de duelo. Además, ese familiar que se va es parte de su vida y él también necesita aprender cómo despedirse”, indicó la especialista.

Como en todos los procesos relacionados con los niños, tenemos que escuchar qué es lo necesita, en qué parte de los ritos de despedida quiere participar, explicarle todo lo que necesite saber sobre en qué consisten estos rituales de despedida. Como adultos también podemos dar a los niños recursos para honrar la memoria de quien se fue, no debemos dejar de hablar de esta persona, ni de recordarlo.

El duelo es un proceso que no ocurre en un solo momento sino que tiene varias etapas que se pueden prolongar más de un año en algunos casos, por eso lo más importante para acompañar a nuestros niños en el duelo es estar disponibles para hablar del tema todas las veces que él lo necesite.

Ser empáticos y acompañarlos con mucho amor en su tristeza y en su rabia, que sepan que no están solos en su dolor.

Todos los duelos comienzan con una etapa de negación, sigue la rabia, luego intentamos negociar con la vida para ver si logramos que nos devuelva a nuestro ser querido, cuando evidentemente nos damos cuenta de que no hay nada que hacer, no volverá, entonces caemos en una profunda tristeza que nos traería al final la aceptación.

“Nuestros niños van a pasar por estas etapas, pero con menos recursos cognitivos que nosotros, así que lo más probable es que actúen esta tristeza y esta rabia. A lo mejor nuestro niño después de la pérdida entra en periodos de conductas distintas a las que tenía anteriormente, pues apoyándonos en los maestros y otros agentes sociales y familiares hay que estar muy atentos a darle espacios para poder gestionar, drenar y elaborar este proceso. Ayudarlos a identificar sus emociones y entender de dónde vienen”, recomienda la especialista.

Normalmente cuando muere un ser querido es toda la familia la que está transitando un duelo a la vez, por lo que es importante que como adultos busquemos apoyo y contención fuera de la familia para sanar nuestro propio duelo y tener más recursos para contener y acompañar a los niños de la casa. Eso no quiere decir que no podamos compartir con los niños nuestras emociones, porque esto más bien los hace sentir más acompañados.

Para el pequeño de la casa saber que mamá y papá también están tristes lo hace sentir más acompañado y más abierto a hablar sobre su propia tristeza. “Aquí debemos tener cuidado de no caer en el extremo opuesto, que es esperar que los niños contengan a los adultos, porque los niños por muy maduros que parezcan en algunos casos, no tienen los recursos emocionales para sostener a un adulto, además de que no es su responsabilidad”.

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