Gastronomía

Con cacao de Barinas, Zulia y Miranda se hacen los nuevos chocolates de Cakawa

La chocolatería presenta dos nuevas colecciones “Barinas en dos estaciones” y “Chocolate en dos coordenadas”. Son dos duplas de chocolate fino de aroma, presentadas en tabletas circulares y en empaques de lujo

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Cortesía

De punta a punta, Venezuela está plena del considerado el mejor chocolate del mundo, con granos que guardan más de 100 aromas distintos. Desde Los Andes hasta el Oriente barloventeño, el país está pleno de terruños con cacao que contrasta en aromas y sabores, gracias un clima prodigioso, una geografía bondadosa y la mano sabia de productores que han sabido trabajar la tierra para hacerla germinar maravillas.

La chocolatería Cakawa empacó estos finos granos, de tres zonas distintas, en tabletas circulares y empaques de lujo y los presentó en dos nuevas colecciones: “Chocolate en dos coordenadas” y “Barinas en dos estaciones”, presentados en duplas para activar al máximo todos los sentidos.

Chocolate en 2 coordenadas

La primera dupla de las nuevas colecciones de Cakawa ofrece chocolate Caño Azul, formulado al 73 %. Es originario de la zona catalogada como Sur del Lago, de donde se dice que nació el cacao.

“Es un cacao ‘criollo’, con tonos de nueces, avellanas, almendras, café, uvas pasas. Muy suave y sedoso”, comenta Soraya Achkar, directora de Cakawa.

En contraste está Las González, de Barlovento, formulado al 71 %. Es la tableta que completa esta exquisita dupla. Brinda tonos frutales intensos, madera y cítricos.

“Ambos pueden ser armonizados con café, infusiones calientes o rones. Son una joya pues representan dos puntos geográficos del país. Son dos coordenadas con dos sabores y tonalidades completamente distintos”, asegura la maestra chocolatera.

Barinas en dos estaciones

El segundo pack es toda una sorpresa al paladar. Son dos chocolates provenientes de cacaos de la misma hacienda, que comparten terroir, plantas y procesos de postcosecha, fermentación y secado. Lo único que cambia es la estación de la cosecha: verano e invierno. Y el resultado son dos cacaos completamente diferentes.

“Verano nos da tonos a uvas pasas y miel. Y el invierno, cereza y miel. Las mismas plantas, los mismos procesos, pero resultados completamente distintos”, dice Achkar.

Particularmente, el chocolate de invierno es ideal para combinar con rones. Son tabletas para sibaritas, formuladas al 67 %, que llevan con orgullo el sello de la Agence pour la Valorisation des Products Agricoles que le otorgó el premio como uno de los 12 mejores chocolates gourmet del mundo.

Adicionalmente, Barinas 67% es un chocolate con propósito. Parte de sus ventas son para la familia Tunarosa, que lo cultiva en la Hacienda Chiquinquirá, para recaudar fondos que ayuden a mejorar la salud de María Matilde, una de sus fundadoras, quien padeció un grave ACV y se encuentra en estado de coma. Se trata de una familia con más de 100 años en los afanes del cacao.

Chocolate como vehículo de la felicidad

Para dar a conocer ambas colecciones, hablar de la felicidad y hacer consciente lo inconsciente través del chocolate, Cakawa invitó a una degustación guiada por Merlín Gessen, presidente de la Asociación Venezolana de Neurogastronomía.

cacaos

Gessen afirmó que para entender el cacao venezolano es preciso tener una visión múltiple. Esto va mucho más allá del mero hecho de disfrutar un chocolate. Implica aspectos históricos, antropológicos, sociológicas y económicos.

Durante la degustación, los asistentes se llevaron un nuevo concepto de felicidad.

“En la neurogastronomía aplicada, definimos la felicidad como el momento que se alcanza cuando recuerdas un evento del pasado y lo narras en positivo”, explicó Gessen. Es el llamado fenómeno “Proust”, en homenaje al francés Marcel Proust, quien idealizó en su célebre novela A la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido), los recuerdos evocados por una galleta mojada en té.

Del mismo modo, al degustar chocolate se evocan momentos de felicidad. “Es así porque la persona se proyecta en un espacio y logra ver, desde adentro, un evento del pasado y lo ve en positivo o desde el aprendizaje”, dice el neurogastrónomo. Afirma que el chocolate realmente es un vehículo de la felicidad pues ayuda a conectar con momentos extraordinarios.

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