Venezuela

El liderazgo extraviado (de la oposición en Venezuela)

Cada día que pasa, sin que haya capacidad de generar una estrategia consensuada entre los que quieren el cambio, es ganancia para el régimen de Nicolás Maduro

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Entre el día en el cual el chavismo recobró el control formal de la Asamblea Nacional, el 5 de enero de este 2021, y la publicación de este artículo, el 4 de abril, han transcurrido exactamente 90 días.

Noventa días equivalen a una tercera parte del año, representan más de 2.000 horas y son algo más que una docena de semanas. Un tesoro, si asumimos que en una situación tan extrema como la que se vive en Venezuela, el tiempo literalmente vale oro. Estamos en una época de urgencias.

Desde que el chavismo asumió el control de la Asamblea Nacional, hasta el día en que éste artículo salga publicado, el liderazgo democrático venezolano prácticamente habrá desperdiciado una cuarta parte del año 2021.

No se ha producido un nuevo acuerdo unitario, entre los distintos referentes políticos, y –peor aún- estamos sin una hoja de ruta sobre cómo las fuerzas democráticas harán frente a la dictadura de Nicolás Maduro para regresar a este país a la democracia.

¡La política, estúpido!

Como ciudadano interesado en la vida pública y, en especial, como venezolano esperanzado con que en el país logremos restituir un sistema mínimamente democrático, debo confesar que me embarga la desazón y el hartazgo.

El tiempo pasa, y no es un lugar común señalar que tal cosa ocurre. Entretanto, no hay señales de que nuestros dirigentes políticos entiendan a cabalidad que se necesitan respuestas urgentes, consensuadas y concatenadas para propiciar un cambio positivo en el país.

No es este, creo yo, un momento para decir que se está estudiando qué hacer. No es el tiempo para que cada quien tire flechas en diferentes direcciones y, sobre todo, no es el momento para decir que una sola cosa, una sola, cambiará por completo el estado de cosas dado que eso sería una mentira.

Mientras el liderazgo político democrático ve pasar su tiempo, sin juntarse y planear una estrategia común, la nación como un todo se va sumergiendo, al parecer de forma inexorable, en un foso de crisis, injusticias, dolor y desesperanza.

He tomado a propósito la idea del extravío para el título de este texto, inspirándome en un libro imprescindible de Andrés Stambouli, “La política extraviada. Una historia de Medina a Chávez”, en el cual el autor pasa revista a la degeneración que vivió el modelo democrático en Venezuela.

Liderazgo perdidos en el desierto

La idea del extravío, como síntoma de este tiempo. Extravío son estos meses del 2021, sin que se sepa qué derrotero tomará la acción política pro-democracia. Ni siquiera hay capacidad, entre figuras como Juan Guaidó, Henrique Capriles, María Corina Machado o Henry Ramos Allup, de definir una nueva estructura unitaria que responda a las urgencias del momento actual.

Cada día que pasa, sin que haya capacidad de generar una estrategia consensuada entre los que quieren el cambio, es ganancia para el régimen de Nicolás Maduro. El chavismo ha aprendido que debe ir un día a la vez, surfeando la crisis, consiguiendo nuevas vetas para su corrupción, reprimiendo de forma selectiva y manteniendo un simbolismo de que las cosas se hacen, en Venezuela, cuando el poder decida que se hagan, sin importar las vidas humanas.

El paso del tiempo, sin respuestas positivas para la vida social, de lo que tradicionalmente venían siendo dos polos (chavismo/antichavismo) abre paso hoy a un nuevo centro político en Venezuela. Es posiblemente este periodo, de desgaste de las figuras ya conocidas por su inacción, el momento para la irrupción de nuevos referentes. Ya veremos.

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