Economía

Abastos Bicentenario vacíos y en remodelación

La oferta de productos prioritarios es casi inexistente y los trabajadores desconocen si surtirán las tiendas o los enviarán a trabajar a otro lugar a propósito de la reestructuración de la cadena del Estado.

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Por: Dulce María Rodríguez | @dulcemrn

La ausencia de alimentos regulados fue el común denominador durante una visita el jueves 3 de marzo a los Abastos Bicentenario, ubicados en Terrazas del Ávila, Plaza Venezuela y Macaracuay.

Fuentes sindicales consultadas indicaron que no había alimentos con precios controlados porque el centro de distribución estaba vacío.

En las sucursales de Plaza Venezuela y Terrazas del Ávila de la red estatal de comercialización, los trabajadores deambulaban y conversaban en grupos. Predominaban los pasillos con estantes vacíos o un solo producto, desde el principio hasta el final. Los pisos estaban sucios y se sentía cierta pestilencia proveniente de las neveras.

Dulce Rodríguez

En Terrazas del Ávila, una pequeña fila de consumidores situada en el estacionamiento advertía la llegada de algún producto regulado. Se trataba de pañales para niños, papel higiénico y detergente en polvo. Los empleados no sabían si llegarían alimentos.

La incertidumbre sobre su estabilidad laboral está presente desde el 17 de febrero, cuando el presidente Nicolás Maduro anunció que la red de comercialización sería reestructurada para convertirse en un centro de acopio.

Dicen ignorar cuál será su futuro y si los enviarán a otro lugar.

En la sucursal exhibían pañales de todas las tallas. La marca era desconocida pero eso no detuvo a las madres que rápidamente agarraron los dos paquetes permitidos por persona. Un paquete de 40 unidades talla S para un bebé de 3 a 6 kilos costaba 129 bolívares y el de 20 unidades 110 bolívares. “Hay que aprovechar porque los bachaqueros los venden en más de 1.500 bolívares”, comentó una mujer.

En los paquetes de los pañales marcas Hope Baby´s y Haopers se podía leer que fueron importados por Suministros Venezolanos Industriales C.A (Suvinca) y la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex), pero no mencionaban el país de origen.

El papel higiénico tenía 8 rollos, su precio era 70 bolívares y la marca, Supo Blanko, también era desconocida. Además, estaba a la venta el detergente en polvo Rinolex por 32,65 bolívares medio kilo.

Las salsa BBQ e inglesa, mermelada de piña y algunos detergentes líquidos eran otros productos que ocupaban cada uno un estante.

La zona de lencería, uniformes, ropa íntima y trajes de baño estaba surtida, pero nadie mostraba interés. Lisette Marcano, ama de casa, dijo: “Primero hay que comprar la comida, estas cosas no son importantes”, mientras miraba un traje de baño que costaba 3.354 bolívares.

En el área de frigorífico no se podía comprar. Las neveras estaban vacías y apagadas, además el mal olor espantaba a quienes transitaban por el pasillo. A unos pocos metros estaban los vegetales, la mayoría en mal estado.

– Por el pan –

En la sede de Plaza Venezuela la situación era parecida. Cientos de metros cuadrados de estantes sin mercancía y ese jueves vendían los mismos productos regulados: pañales para niños, detergente en polvo y papel de baño.

La afluencia de clientes era poca y las filas en las cajas corta. El sector con mayor cantidad de compradores era la panadería, donde también había algunos dulces.

Se vendían hasta dos canillas por persona a 20 bolívares cada una. “Al menos uno se lleva el pan”, exclamó una señora de la tercera edad que hacía fila para pagar.

En el pasillo de Salud y belleza exhibían el siguiente aviso: “Estamos en remodelación, trabajamos para prestarle un mejor servicio. Disculpe las molestias”. Únicamente tenían afeitadoras desechables.

Bicentenario

En el área de tecnología no había nada y en la sección Hogar, los clientes pasaban de largo.

En cuanto a los vegetales, el kilo de cebolla costaba 1.000 bolívares y el de tomate 500 bolívares, pero nadie los llevaba. Un queso amarillo en barra constituía el objeto del deseo de todos los visitantes. Agarraban el pedazo y al ver el precio lo volvían a colocar. 250 gramos costaban 1.800 bolívares.

Yadira Pérez comentó: “Aquí no hay nada, esto se pudrió como dijo el presidente Maduro. Se lo robaron los corruptos y a los pobres nos toca pasar hambre”.

Un hombre que la acompañaba le respondió: “la plata no alcanza, no hay aumento de sueldo que aguante, la comida esta carísima”.

– En remodelación –

En el Bicentenario de Macaracuay estaban en remodelación, sin embargo, se encontraba abierto al público. Los trabajadores pintaban los estantes y vitrinas de color blanco. Toda la mercancía se hallaba recogida en carritos y situada al final del local. Había pasta de tomate, mermelada, Cerelac, pitillos y platos plásticos, pañales para adultos, desinfectante y varias marcas de detergente.

Bicentenario-Macaracuay

En la nevera había pescado. La única opción era el bagre y el kilo costaba 1.010 bolívares.

En la puerta colocaron un carrito con pañales para adultos a precio regulado. Costa 254 bolívares y traía 12 unidades. A los clientes no les interesaba el producto y salían a toda prisa por el fuerte olor de la pintura de aceite.

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