Financiero

ANÁLISIS/Enchufados chavistas robaron a Venezuela al menos $385.000 millones

El monto de dinero público robado en Venezuela por unos cuantos individuos conectados al régimen chavista entre 2003 y 2015 asciende a más de 385.000 millones de dólares, con base a cálculos conservadores, y podría llegar a $529.000 millones si se considera la totalidad de las divisas no enteradas por Petróleos de Venezuela (PDVSA) al Banco Central, concluyen dos reconocidos investigadores sobre la base de cifras oficiales. 

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Por Boris Ackerman y Rosana Sosa. Foto: Cristian Hernández (Archivo)

«La palabra ruina, quizás no exprese con claridad suficiente las dimensiones del desplome y la devastación que sufre Venezuela, el país que hasta hace unas décadas tenía el mayor ingreso per cápita al sur del río Bravo», señalan los investigadores Boris Ackerman y Rosana Sosa, en un ensayo que busca entender las dimensiones y los métodos de la corrupción en un desfalco histórico sin precedentes en América.

Ackerman es un reconocido analista financiero venezolano, ingeniero y profesor de la Universidad Simón Bolívar. Rosana Sosa es economista PHD y experta en finanzas internacionales.

«Para entender las causas de dicha ruina, es necesario comprender la razón que llevó a Venezuela a tal catástrofe, que en nada tiene que ver con causas naturales, ni con situaciones en los mercados de materias primas, sanciones económicas o presiones externas», sostienen.

«La realidad patente es que la desviación de inmensas cantidades de fondos a los patrimonios particulares de individuos allegados al régimen ha sido decisiva en el colapso de la nación venezolana”, afirman los investigadores al observar la pertinencia de describir los principales mecanismos de corrupción y determinar la cuantía de los capitales saqueados al país que solía ser la cuarta economía de Latinoamérica y que hoy exhibe un PIB del tamaño del de un país centroamericano.

“Estos capitales debieron ser invertidos en diversos sectores del país o ahorrados en fondos de estabilización para prevenir posibles crisis. Su desviación hacia caudales particulares, ha conducido a la penosa situación que vive Venezuela”, afirman.

TABLA 1

Fuente: PDVSA, elaboración propia

¿Cómo medir la cuantía de la corrupción?

Los expertos usan cifras del Banco Central de Venezuela para analizar el flujo de las divisas que produjo y gastó el país en las ya casi dos décadas que lleva en el poder el régimen chavista.

En segunda instancia se utilizan los costos de la canasta básica familiar provistos por el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cendas), institución independiente que se encarga de hacer mediciones mensuales de los niveles de precios asociados con los principales productos y servicios que consume la población.

En su metodología, los analistas consideraron dos posibles fuentes de irregularidades en el uso de recursos: la primera fue la gestión de la empresa petrolera estatal Petróleos de Venezuela, S.A. Y la segunda, el control de cambios vigente a partir del 2003.

Desviación de fondos en PDVSA

La primera fuente de desviación de fondos es la petrolera venezolana PDVSA. Las exportaciones petroleras en promedio superan el 95 % de las divisas que ha obtenido Venezuela en las últimas décadas.
“Hasta el advenimiento del actual régimen que rige Venezuela, la casi totalidad de las divisas que producían las exportaciones de petróleo eran enteradas al Banco Central de Venezuela (BCV), situación que cambió radicalmente sobre todo a partir del año 2003 y aun más a partir de la reforma de la ley del BCV en el año 2005”.

Luego de 2003, el promedio enterado por parte de PDVSA al Banco Central de Venezuela apenas llegó a la mitad. Es decir, a partir de ese año, más de la mitad de las divisas provenientes de la exportación de petróleo dejó de entrar al país.

FIGURA 1

F2

Fuentes: BCV, PDVSA, elaboración propia

La interrogante que surge es ¿a dónde fueron a parar esas divisas? Y la respuesta, si bien no es quizás la que quieren observar las personas políticamente correctas o cercanas al régimen, es que se desviaron a patrimonios particulares, en lenguaje más prosaico, se las robaron.

En su metodología, los especialistas financieros usaron el cálculo del ingreso de divisas en PDVSA por exportaciones petroleras entre los años 2003 y 2015 (ambos inclusive).

En los seis años previos (1997-2002) PDVSA aún poseía una gerencia sin mayores desviaciones ideológicas a la naturaleza del negocio petrolero. En ese período, Venezuela exportó aproximadamente 100.000 millones de dólares y el BCV recibió el 82% de dicha cifra.

“Entre 2003 y 2015, el país exportó casi 800.000 millones de dólares en petróleo y el Banco Central recibió menos de la mitad. Es así como 409.000 millones de dólares nunca fueron enterados al BCV”.

“Si se estima que efectivamente el 18 % de las exportaciones hubiesen ido al mantenimiento de la infraestructura o a la compra de bienes para la población, hay poco más de un tercio del dinero de las exportaciones petroleras que jamás llegó a Venezuela y que muy probablemente fue a parar a los patrimonios de personas cercanas al régimen. En grandes cifras la desviación estimada en el caso de PDVSA asciende a más de 265.000 millones de dólares.

Otro enfoque es comparar las importaciones petroleras durante ambos periodos.

Entre 1997 y 2002, Venezuela importó en bienes ligados al sector la cantidad de 9.000 millones de dólares, es decir el equivalente a aproximadamente un 9 % del total de la factura petrolera del país.
Dicha cifra en términos porcentuales se mantiene en el periodo que va del 2003 al 2015, cuando las importaciones petroleras, se ubican en 81 mil millones de dólares, o poco más del 10 % de las exportaciones.

Con esto se evidencia que el porcentaje de las divisas destinado a inversiones y gastos del sector petrolero no varía. Por otra parte, las cantidades que provienen de las exportaciones petroleras y se destinan a otros usos suben exponencialmente.

Lo bajo de los saldos destinados al sector petrolero ponen en evidencia la carencia de las inversiones suficientes para mantener o incrementar los niveles de producción petrolera del país.

La carencia de mantenimiento e inversiones en PDVSA ha ocasionado la profunda caída en la producción de petróleo y el deterioro de la infraestructura.

La producción de petróleo venezolano ha descendido desde los casi tres millones de barriles por día (bpd) a comienzos del milenio hasta menos de 1,2 millones de barriles diarios en septiembre de 2018, es decir, alrededor de un 60%.

Si una porción suficiente de los fondos hubiese ido a la adquisición de insumos para el mantenimiento de la industria, tal caída y deterioro en la producción y en la infraestructura no se hubiesen evidenciado en tal magnitud.

Una importante cantidad de fondos supuestamente se dedicó a importaciones de bienes de consumo y de capital, a través de entidades como PDVAL y la misma PDVSA mediante diversos mecanismos, tales como el Fondo Chino y Petrocaribe.

“La enorme dificultad que han tenido tribunales de diversos países en identificar el origen de grandes fortunas en posesión de individuos cercanos al régimen, podría en consecuencia atribuirse al pago de sobreprecios en importaciones destinadas a Venezuela y a operaciones de arbitraje financiero con divisas, todas canalizadas por PDVSA, utilizando fondos no desembolsados al BCV”, postulan.

Control de cambios:

La otra gran fuente de posibles irregularidades en el devenir económico venezolano de las últimas dos décadas es el control de cambios que se establece a comienzos del año 2003.

Desde entonces el acceso a las divisas por parte de los particulares en Venezuela ha estado restringido y condicionado a complejos trámites y a decisiones de otorgamiento discrecionales y en la mayoría de los casos bastante opacas.

El control de cambios llegó a niveles de agotamiento al mermarse notablemente el otorgamiento de divisas a partir del año 2014.

Para estimar los montos sobrefacturados durante el control de cambios, se calcula el porcentaje de sobrefacturación, el cual equivale al nivel de sobrevaluación del tipo de cambio oficial.

FIGURA 4

F5

Fuentes: BCV, cálculos propios

Sencillamente se estima el poder de compra en Venezuela de la cantidad de bolívares necesarios para adquirir un dólar a la tasa oficial, ese poder de compra se le resta al poder de compra de ese mismo dólar en los Estados Unidos y la diferencia representada en una cantidad de porcentual que se multiplica por el total de dólares otorgados por el BCV, al sector privado a través de los diversos mecanismos de control de cambios.

Por ejemplo, un individuo que obtuvo 1000 dólares en agosto de 2010 pagó Bs. 4.300 por esa cantidad, con ese dinero en Venezuela podía comprarse el equivalente en poder adquisitivo a lo que se obtenía con 728,10 dólares fuera del país.

Bajo el supuesto, se estima que la diferencia, es decir, 271,90 dólares resultaron en beneficios para el favorecido, ganancias que no hubieran existido en la ausencia de un control de cambios.
En mayo del año 2014, el poder adquisitivo de Bs.6.300 (1.000 dólares a la tasa de cambio oficial en ese momento) era de solamente 299,50 dólares fuera del país, siendo la utilidad para quien obtenía los dólares de 700,50 dólares de los Estados Unidos.

Para determinar la paridad del poder de compra del bolívar a tasa oficial respecto al dólar, se utiliza el índice de precios al consumidor emitido por el BCV, hasta el año 2007, luego, a partir de enero del 2008 y con base a la redefinición del índice que contempló la inclusión de una mucho mayor ponderación de bienes no transables, se utiliza la canasta básica que publica el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda).

Para finales de 2015 un bolívar en Venezuela tenía un poder adquisitivo menor al 7% de lo que compraba ese mismo bolívar si era transformado a dólares y era usado fuera del país. Sólo que la posibilidad de cambiar el bolívar a dólares dependía de un funcionario del estado cuya discrecionalidad en muchos casos probablemente derivaba en corrupción.

La estimación de los niveles de corrupción se calcula entonces en la diferencia de lo que se podía comprar fuera Vs. Lo que se podía comprar en Venezuela, siendo esa diferencia, la utilidad adicional para quienes tenían acceso a las divisas. Dicho beneficio era repartido en los distintos eslabones de la cadena que inflaba los precios, tales como importadores, funcionarios y comerciantes estraperlistas, conocidos localmente como “bachaqueros” (vendedores intermediarios en el mercado negro).

Durante el periodo que comienza en enero de 2003 y culmina en el tercer trimestre de 2015, fueron adjudicados 337.800 millones de dólares y de ahí el monto sobrefacturado según la metodología basada en la paridad del poder de compra fue de 119.500 millones de dólares.

Como conclusión o cierre del presente análisis, se observa que el monto desviado hacia la riqueza particular de unos cuantos individuos entre los años 2003 y 2015 en Venezuela, asciende a más de 385.000 millones de dólares con base a cálculos conservadores y podría llegar a 529.000 millones de dólares si se considera la totalidad de las divisas no enteradas por PDVSA al BCV.

“En órdenes de magnitud se trata quizás del mayor saqueo patrimonial del cuál ha sido objeto país alguno a lo largo de la historia”.

“Se propone que las instituciones de los países a donde fueron a parar los recursos provenientes de la corrupción, embarguen dichos caudales para que cuando se produzca la transición en Venezuela, sean utilizados tanto en el pago de las obligaciones que tenga el país con el exterior, como en la recuperación económica del país”.

Consecuencias de la corrupción para la población venezolana:

Millones de personas han tenido que abandonar el país, generando la mayor y más aguda crisis migratoria que se ha vivido a lo largo de la historia americana. Multitudes de venezolanos inundan las calles de no pocas ciudades del hemisferio y diversos estudios ubican la diáspora hasta en 15% de los habitantes del país.

La infraestructura de servicios públicos se encuentra en pésimas condiciones, lo que se manifiesta en la tremenda degradación de las condiciones de vida de la gran mayoría de la población. Las interrupciones en el suministro eléctrico son constantes debido al deterioro del sistema, e irónicamente son atribuibles parcialmente a la falta de combustible.

Los servicios de salud sufren un profundo deterioro, con el resurgimiento de enfermedades que habían sido erradicadas mediante antiguos programas de vacunación, ahora suspendidos por falta de fondos.

La atención a enfermedades o accidentes es prácticamente nula y muchos pacientes fallecen por falta de medicamentos más que por las dolencias sufridas.

El suministro de agua es sumamente escaso en grandes y pequeñas ciudades, debido al abandono y a la carencia de mantenimiento del sistema de acueductos, en un país con inmensas reservas acuíferas y caudalosos ríos.

La hiperinflación presente en Venezuela hace constante mella en el ya absolutamente degradado ingreso de las familias, los salarios del venezolano en términos de su poder adquisitivo son quizás los más bajos del mundo y el producto interno se ha derrumbado hasta hacerse comparable con el de Costa Rica, país cuya población es apenas la octava parte de la que tiene Venezuela. Todo esto lleva a la aterradora pero certera afirmación de que el hambre es una constante para la inmensa mayoría de la población venezolana.

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