Economía

Diciembre, la última esperanza para la deprimida Mérida

Atrás quedaron los años en que Mérida era un destino obligatorio para turistas venezolanos y extranjeros. Comerciantes, dueños de locales y personal que atiende a los visitantes esperan, con poco optimismo, que el último mes del año ayude a maquillar las cifras rojas. En 80% han bajado las ventas en relación al año anterior, repiten dueños y encargados de los locales en el Mercado Principal de Mérida, cuando se les pregunta. Se las ingenian para hacer milagros con lo que tienen. "Los precios están muy locos", dice el señor Carlos, un fanático de la Vinotinto que vende frutas desde hace más de 20 años. "Antes los camiones nos llegaban directo, ahora tenemos que salir a buscar los mejores precios, porque ellos ya pueden vender directo en la calle". Para explicar la inflación y cómo incide en el precio que debe colocar a su mercancía, hace una comparación sencilla: "En 2015, 12 piñas me costaban 1.500 bolívares hoy salen en 6.000". María Peña, que gerencia Súper Batidos María Luisa, uno de los locales más visitados por comensales lo define rápidamente: "Este es el peor año, el más difícil que hemos enfrentado". Y no solo por la ausencia de turistas. "Nos cuesta conseguir aceite, azúcar, mayonesa... Como debemos comprarlos bachaqueados, entonces debemos subir un poquito el menú, pero la gente no está acostumbrada a pagar mucho por una comida aquí, de tal forma que la ganancia no es proporcional". Luzmely y Magaly, que ofrecen dos productos muy diferentes, se quejan igual. La primera vende artesanía religiosa. Santos, vírgenes y velas reciben pocas miraditas de los transeúntes, la segunda los famosos pastelitos andinos. "Antes teníamos hasta seis empleadas, ahora vamos por cuatro y si esto no mejora, tocará quedarse con dos", asegura la cocinera. Por supuesto, las agencias de viajes también lo resienten.

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Páramo-merideño
Fotografía: Dagne Cobo Buschbeck

A pesar de que en el mes de octubre la selección de Venezuela jugó dos partidos en la Ciudad de los Caballeros, eso no incidió en los ingresos de quienes ofrecen paseos turísticos. Yajaira, de la Agencia de Viajes Kenay, explica que la caída es tan pronunciada que es imposible cuantificar lo dejado de percibir. «Nos mantenemos con la venta de pasajes de Mérida a Margarita, porque además la gente no puede llegar directamente a Mérida sino al aeropuerto de El vigía, eso influye. También nos habían prometido que el teleférico estaría listo desde principios de año y tampoco pasó». Mercado municipal de Merida.09.09.2016Fotografía: Dagne Cobo Buschbeck. En efecto. Durante los enfrentamientos ante Argentina y Brasil, en el mes de octubre, el famoso Mukumbarí no estuvo abierto al público y fue solo tras un reportaje de El Estímulo, que el gobierno se apuró a permitir la entrada de turistas pero a precios que superan, literalmente, la oferta de los Alpes Suizos.

Las autoridades gubernamentales habían anunciado que durante los meses de vacaciones escolares, entre agosto y septiembre, se esperaban 333 mil temporadistas, pero el objetivo no se cumplió. La Cámara de Turismo del estado Mérida (Caturem), calcula que la caída del turismo fue 70%. El equipo de El Estímulo visitó la zona del páramo y pudo comprobar no solamente la poca afluencia de público a las atracciones regulares que ofrece la zona, sino que encontró una gran cantidad de posadas cerradas.

En Los Aleros, los paseos para adultos cuestan Bs 6.800 y para los niños (4-12 años), Bs 5.900. Los boletos más baratos son para las personas de la tercera edad: Bs 5.300. «Ha mermado demasiado», dice Eloine, quien regenta la taquilla. «Hacemos promociones, pero se nos hace imposible mantener los precios. Enfrentamos la misma crisis que todos y para colmo se han dañado equipos de computación e impresoras y no los hemos podido reparar». Paramo merideño_08092016_03_DCB En Apartaderos, ya no se escuchan los coros infantiles que se atropellaban al recitar La Loca Luz Caraballo. Antes, grabar como lo hizo la fotoperiodista que ilustra este trabajo, era imposible por la cantidad de personas que se disputaban un espacio para una buena foto. En esta oportunidad hasta hubo tiempo para un breve ensayo. «La gente ve pero no compra», dice un vendedor del famoso poema de Andrés Eloy Blanco.

Cerca de la Capilla de Piedra Juan Félix Sánchez, se ofrece de todo, no obstante las transacciones son pocas. Desde perritos de raza hasta chocolate caliente. «Así como nos ve, nos va», dice Eligio, el encargado de una tienda que ofrece chucherías. Nos vende un chocolate. «Eso  es lo que he hecho hoy», explica. La empleada replica: «Primero esperábamos las vacaciones, luego los juegos de la Vinotinto y mire, nada. Ahora queda solo diciembre a ver si se hace algo». ¿Y si no se hace? Se encogen de hombros. Paramo merideño_08092016_15_DCB Además de la falta de ingresos, quienes trabajan en esta zona de Mucuchíes se enfrentan a una nueva plaga: la inseguridad. Ahora, salvo fechas puntuales para festejos cristianos, la Capilla no se abre. «Entraron y robaron. Desde entonces ya no opera todos los días. Lamentablemente ahora hay muchos motorizados que no son de la zona y ya esto no es lo que solía ser», explica Eligio. Paramo merideño_08092016_19_DCB En el Cafetín y Restaurant La Parada Andina se cuentan con los dedos los comensales. Lo mismo sucede con el local de recuerdos que antecede la visita a la Laguna de Mucubají. Una lluvia que congela el alma convierte la escena en un set de Alfred Hitchcock. Es imposible divisar el hermoso estanque. Pero tras media hora de torrencial aguacero, sale el sol y entonces el paisaje se convierte en una película de Wes Anderson. La postal es un resumen de la riqueza visual que ofrece Mérida, una riqueza que contrasta con los cada vez más empobrecidos bolsillos de sus pobladores. Paramo merideño_08092016_26_DCB

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