Economía

Falacia del celofán y la tragedia económica venezolana

El proceso inflacionario récord y acumulado a lo largo de los últimos años, especialmente de 2013 a 2016, ha pulverizado el poder de compra del bolívar, de sueldos y salarios.

Publicidad
Por: Enrique González / Foto: Archivo / Dagne Cobo Buschbeck.

De igual manera la contracción ininterrumpida del PIB a lo largo de los últimos cuatro años -caída que superaría entre 20% y 30% en términos acumulado- y su repercusión sobre la remuneración de los factores ha contribuido a la pérdida de poder de compra de los trabajadores y los hogares venezolanos.
Las barreras legales y administrativas, especialmente el control de cambio como cuello de botella al acceso a las divisas y el control de precios han creado una brecha entre oferta y demanda y su desabastecimiento asociado que no sólo ha limitado la oferta de bienes y servicios sino que ha creado una presión inflacionaria en los mercados paralelos donde los demandantes inframarginales fijan los precios.
La desaparición de cerca de 40% del parque industrial venezolano y la desaparición de sus puestos de trabajo formales han contribuido a la caída del nivel de la profundidad y del tamaño del mercado doméstico y de su poder de compra agregado. De igual manera esta desaparición de empresas e industrias ha facilitado un proceso de consolidación y concentración en muchos sectores económicos -desaparición de alternativas de productos y oferentes-.
La hipertrofia gubernamental y la generación de una ingesta de puestos de trabajo públicos no productivos que no generan riqueza y que se financian vía impuestos distorsionantes y emisión de dinero inorgánico para financiar el déficit, ha contribuido a la inflación y a la pérdida de poder de compra de sueldos y salarios.
La dependencia como nunca en el pasado de los ingresos petroleros para importar bienes de consumo final en detrimento de la producción nacional colapsó con la caída de los precios del petróleo, sin esperanza de retorno a los niveles récord del precio del petróleo.
Así las cosas, los fenómenos anteriores que caracterizan al Modelo Económico de la Revolución y del Socialismo del siglo XXI ha determinado que en muchos mercados y sectores económicos la oferta se haya limitado y reducido, la producción haya disminuido y que los precios se hayan elevado debido a la inflación de costos, elevándose la curva de oferta pero desplazándose hacia la izquierda -formada por pares de puntos representando menores cantidades a mayores precios-. De igual manera la pérdida de poder de compra, evidenciado en la baja rotación de ciertos productos, la prescindibilidad de otros por su nivel de precios, estaría evidenciando una contracción de la demanda hacia abajo y la izquierda.
La conjunción de estas dos fuerzas se evidencia en numerosos sectores económicos donde la actividad económica, su producción, la importación, la oferta y la venta se ha constreñido significativamente y los precios han aumentado. Este par de variables estaría mostrando un punto por el cual tanto oferta como demanda podrían estar cortándose caracterizado por bajas transacciones a altos precios.
Según la tesis gubernamental, la restricción de la oferta es producto de una “inflación inducida”, consistente en que las empresas no desean producir ni vender.
Tal tesis adolece entre otras falencias de no reconocer:
1. Que la naturaleza de las empresas es producir, ofertar y vender, de estas actividades provienen y dependen sus ingresos.
2. Las empresas, ni siquiera aquellas con poder de mercado, poseen incentivos para aumentar irrestricta e intertemporalmente sus precios. El precio de maximización -sea el correspondiente a una empresa con poder de mercado que se enfrenta a una curva de demanda con pendiente negativa o una sometida a competencia- será fijado por la empresa de inmediato y no fijará uno inferior para luego ir aumentándolo a lo largo del tiempo hasta llegar al precio de maximización. Lo anterior significa que el precio de maximización es un equilibrio de Nash y de aumentar los precios es debido a la inflación de costos (ceteris paribus).
3. Las empresas son víctimas de la inflación igualmente en la medida que la elasticidad de la demanda imposibilita un pass-through completo de la inflación de costo al precio y se tiene que pinzar márgenes y/o perder volumen de demanda.
4. Existe un test económico objetivo para comprobar que la caída de la oferta no es producto de un ejercicio de poder de mercado: si los beneficios en términos reales de la empresa no aumentan con la caída de la oferta, no se está beneficiando la empresa (ceteris paribus).
La situación en la que se encuentran operando numerosos sectores económicos de poca oferta y altos precios -punto por donde pasa su curva de demanda- también correspondería a la sección elástica de la demanda (la elasticidad de la demanda está definida por ∂Q/∂P*P/Q).
Hay quienes podrían estar tentados a pensar que en Venezuela los sectores operan en la sección elástica de la demanda producto de un ejercicio de poder de mercado -como es el caso del monopolio que opera en su sección elástica de la demanda- o como asomara la doctrina americana en política de competencia, en lo que hoy se conoce como la falacia del celofán.
Este término de falacia del celofán procede a partir de un caso de competencia que se registró en USA (US Vs. El du Pont de Nemours & Co 351 US 377 (1956)) donde se identificó que la empresa poseía participación de mercado que superaba 75%, pero que aún así cuando se realizaba algún ejercicio o test sobre la sustituibilidad del producto, el celofán, producido por la empresa, se encontraba que a pequeños incrementos porcentuales de precios (5%) los demandantes dejaban de adquirir el producto y/o buscaban sustitutos.
Erróneamente se tendió a creer que no había poder de mercado toda vez que a pequeños incrementos de precios los demandantes buscaban alternativas de oferta, lo que hacía pensar que el mercado producto relevante era más amplio. Sin embargo, lo que ocurría es que como la empresa ya estaba explotando su poder de mercado, restringiendo la oferta y aumentando el precio, se encontraba operando en la sección elástica de la demanda.
Sin embargo, en el caso venezolano, se estaría operando en la sección elástica de la demanda en muchos sectores económicos, pero no producto de un ejercicio de poder de mercado, sino de las ineficiencias explicadas anteriormente generadas por el Modelo Económico desarrollado por el gobierno.
Lo lamentable de esta situación es que cualquier ineficiencia o inflación de costo cuando se opera en la sección elástica de la demanda radica en que se imposibilita realizar un pass-through completo hacia el precio, con consecuencias, por un lado se pinzan los márgenes desapareciendo incentivos a la oferta y empeorándose la situación de oferta y por el otro lado, de producirse un pass-through la pérdida de demanda supramarginal sería demasiado significativa por estar operando en la sección elástica de la demanda y en consecuencia, los demandantes prescinden del bien. Asimismo existe el riesgo de deterioro de la calidad de los productos y servicios para evitar el pinzamiento de márgenes u operar a pérdida.
Lo anterior significa que de continuar con el Modelo Económico del socialismo del siglo XXI, la inflación continuará reduciendo el poder de compra, constriñendo la demanda y perdiendo impulso y soporte a la actividad económica, deprimiéndose aún más la economía.
Enrique González es economista UCV. Profesor de Economía Gerencial, Unimet
]]>

Publicidad
Publicidad