Empresas y Negocios

Roig: “Todo lo que el empresariado construye, el gobierno intenta destruirlo”

El presidente saliente de Fedecámaras, Jorge Roig, abrió este jueves la Asamblea Anual de la organización con un discurso donde resalta "que el país está peor que hace dos años", cuando comenzó su gestión. Acusó al gobierno de desechar las soluciones propuestas por el sector.

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El empresario resaltó que la cámara se encuentra en mejor estado que cuando comenzó su mandato, pero que no puede decir lo mismo de la situación económica del país. 

El discruso completo de Roig:

Quiero resaltar esta noche como la Venezuela que esta sociedad quiere ver: el gobierno regional, con los gobiernos locales, con los empresarios, con estudiantes, con la universidad, con la iglesia y con los trabajadores. ¡Tenía que suceder en Lara!

No es dificil hacer un recuento de estos dos años en los cuales tuve el honor de liderar un equipo para representar al empresariado nacional.

Con orgullo pero también con humildad afirmamos que tenemos una mejor Fedecámaras pero con tristeza debemos reconocer que tenemos un peor país.

Una explicación que parecerá simplista pero nos atrevemos a adelantar: “Todo lo que el empresariado ha propuesto, el gobierno lo desecha. Todo lo que el empresariado construye el gobierno intenta destruirlo.”

Esta es la razón, y hay pocas distintas, de los terribles indicadores económicos que presenta nuestro país. Sería un ejercicio retórico repetirlos en estas breves palabras. además, más que los indicadores Macroeconómicos que nos sitúan en la retaguardia del planeta, a nosotros nos preocupa especialmente un aspecto más terrenal, más humano… los venezolanos vivimos peor cada día.

Y cuando digo los venezolanos somos todos… Aquí no cabe distinción social, credo, raza o pensamiento político. Quizás haya una ligera excepción en una minúscula casta que enriquecida con los dineros públicos hoy nos miran desentendidos, con la arrogancia que da el poder viviendo entre privilegios y favores ausentes de un país que reclama los cambios necesarios para enrumbarnos a la modernidad y al progreso. Nuestro país se ha convertido en una sociedad desigual… los que tienen privilegios no tienen deberes y los que tenemos deberes no tenemos ni privilegios ni derechos, de hecho pudiera pensarse –yo me niego a hacerlo- que esta errada conducción del país es a propósito, con el único objetivo de mantener el poder a costa de lo que sea… y este “sea” créanme colegas empresarios comienza por nosotros.

La destrucción del aparato productivo del país, ha sido sostenida y permanente.

No recordamos una sola medida, bien sea hecha por un parlamento que no parlamenta o por un gobierno que gobierna escuchándose solo a sí mismo, que haya sido en beneficio de la empresa nacional.

Por el contrario, un agresivo ineficaz e inescrupuloso programa de importaciones públicas ha desangrado los dineros públicos para favorecer -en todo caso- a empresas de países vecinos, a los cuales se les paga en moneda dura, no se les somete al escarnio público, no se les fiscaliza ni en calidad ni en compromisos sociales o relaciones laborales, no se les controla su precio de venta.

Que sepa el país entero que ellos no son mejores empresarios que nosotros. Ninguno a los que se favorece con acuerdos más políticos que económicos es, repito, mejor que nosotros. Los empresarios venezolanos queremos a nuestro país, los empresarios de otros países, como es normal quieren al suyo. Así que no nos comparen. Los nuestros son los nuestros y a ellos nos debemos.

El empresariado venezolano, lo subrayo en voz muy alta no quiere sino el éxito del país y el progreso de su gente, pues querer lo contrario sería apostar a nuestro propio fracaso.

Ningún país, sea cual sea su modelo de desarrollo puede avanzar si la precariedad institucional, la arbitrariedad de las leyes y el dominio de la delincuencia son los rasgos dominantes del paisaje económico y social, y este es, lo digo con enorme tristeza el paisaje venezolano de hoy.

De todos los países del Alba es Venezuela con mucha diferencia hecha la excepción de Cuba el de peor situación económica y social y la razón principal es que el gobierno venezolano ha mantenido y mantiene una estrategia de acorralamiento contra empresas y empresarios nacionales, situación ésta que hasta los cubanos han empezado a superar.
De esta dramática realidad nadie podrá escaparse por sí solo, ni el gobierno encerrado en sí mismo, ni los partidos velando por sus intereses particulares, ni los trabajadores conformándose con leyes que protegen empleos precarios artificialmente, ni el empresariado si no nos empeñamos en cambiarla.

Un primer paso, que propusimos en nuestro discurso de aceptación del cargo, reiteramos en Miraflores, en la única ocasión en que fuimos invitados, y lo reivindicamos en estas mis últimas palabas públicas como presidente de esta institución, era y es el diálogo, aceptando y reconociendo que cada uno es indispensable para superar la crisis, sobre la base del respeto mutuo, para alcanzar consensos y llevarlos adelante en un esfuerzo común. Ese es el diálogo al que siempre hemos apostado, no a aquel disfrazado de chantaje en el cual se invita al empresario a escuchar, sin capacidad de ser escuchado, a aceptar descalificaciones indignantes contra nuestra condición de empresarios y de mujeres y hombres de bien, un diálogo que como irónicamente lo describía Lee Iacocca: “claro que quiero dialogar para que haya consenso, pero eso si ustedes me dicen lo que piensan y luego yo hago lo que me dé la gana”

El resto de nuestros vecinos y socios comerciales ya han incorporado al empresariado a las tareas de afirmar una economía productiva que enriquezca al país. Venezuela no puede seguir siendo la única excepción. Sin el empresariado, óigase bien, ningún gobierno podrá salvarse ni tampoco podrá salvar al país. El diálogo con todos los sectores incluidos, el empresarial, es vital para la reconstrucción del país, tarea por lo demás de alto calibre, en la que nadie puede estar excluido.

Hemos presentado nuestra queja por la falta de diálogo ante la organización internacional del trabajo, una organización que promueve el diálogo tripartito como base la toma de decisiones por consenso y la OIT nos ha dado la razón en nuestros distintos alegatos solicitando al gobierno nacional que cese su persecución e intimidación a Fedecámaras y que se siente a dialogar conjuntamente con las organizaciones de trabajadores independientes, a pesar de lo anterior y de haber Venezuela suscrito diversos convenios sobre estos aspectos ha hecho caso omiso, razón por la cual , ahora hemos solicitado una comisión de encuesta, ultima instancia en la OIT para intentar el cumplimiento de normas y convenios suscritos por el gobierno de Venezuela.

En este punto valga nuestro agradecimiento a la organización internacional de empleadores por su decidido y continuado apoyo a nuestra causa, así como a las centrales internacionales de trabajadores independientes.

Lo anterior supone que en nuestro país tiene que permitirse y darse las garantías económicas y legales necesarias para que la empresa produzca en un clima de certidumbre y que su producción irradie a la sociedad calidad de vida, empleo seguro y bien remunerado así como que garantice la existencia de los bienes indispensables para la vida del venezolano.

Pedirle a una empresa que no tenga beneficios, es exigirle a una persona que renuncie a su salud, o aun partido político que renuncie a ganar elecciones o aun sindicato a procurar reivindicaciones laborales para sus afiliados, o que un equipo no le interese ganar el campeonato. Esto va contra la naturaleza esencial de las cosas.

Algún día la historia desentrañara el verdadero “por qué”, el gobierno se aferra a un modelo que ha fracasado a lo largo de la historia, en todos los tiempos y en todos los países, pero para ahorrarle esa tarea a la historia convocamos una vez más al país emprendedor a una cruzada para reasumir la democracia plena, para ganar en calidad de vida social, familiar, y personal para cada uno de nosotros. Para rescatar una economía abierta, productiva, que acabe la inflación, el desempleo, la escasez. Para terminar con la corrupción, parasito que engulle los fondos públicos en detrimento de construcción y mantenimiento de escuelas, hospitales, seguridad, medio ambiente. Para derrotar sin contemplaciones a la delicuencia, virus que acaba vidas especialmente de jóvenes mujeres y pobres.

Hemos sido fundamentalmente defensores de la libertad, a la cual entendemos como un todo, no nos conformamos con uno de sus componentes ni nos resignamos a perder cualquier espacio. Para Fedecámaras las libertades ciudadanas, son tan importantes como las políticas, como la libertad de expresión o como la libertad económica.

En nuestra preocupación está cada medio de comunicación que se cierra, cada persona que se priva de libertad por pensar diferente, cada derecho humano violado y cada restricción política que afecte nuestra democracia.

La democracia como la libertad hay que apreciarla por las cosas que en ella se consiguen.

La libertad significa responsabilidad, por eso los gobiernos le tienen tanto miedo. Esta sociedad también tiene miedo y a pesar de ello, resiste. Nos gobiernan a través del miedo, y con el miedo la libertad es inalcanzable, pues si en algo estamos claros es que la libertad no se suplica… se gana.

También hemos defendido la propiedad privada, como un derecho humano contemplado en la convención americana sobre los derechos humanos de la cual Venezuela es un firmante. Este gobierno ignora y desestima los convenios internacionales, pensando erróneamente que la impunidad internacional es tan visible como la impunidad nacional. Miles de empresas a las cuales no se les aplicó el justo proceso, fueran arrebatadas de sus dueños que con años de esfuerzo construyeron empresas en un país donde construir empresas es un delito.

Aún esperan por su justiprecio y el pago razonable que ampara nuestra Constitución y los mencionados tratados internacionales.

Los gobiernos con demasiada frecuencia, desestiman el trabajo individual, el esfuerzo familiar para construir y fortalecer medios de producción. En Venezuela el 92 % de las empresas son familiares. Cuando se viola el derecho de propiedad, se viola a la familia, y con ello se destruye uno de los pilares de una sociedad de progreso.
Entendemos claramente que la propiedad privada tiene y debe reforzar cada vez más fines y responsabilidades sociales y a ello incentivamos y apostamos. El empresario de hoy, a veces por obligación y la mayoría por convicción ha entendido que no se puede tener empresas ricas con trabajadores pobres y con comunidades necesitadas en condiciones precarias.

Un país no se construye arrebatando lo construido por otros, si el gobierno piensa que puede producir mejor que el privado, que construya nuevas unidades y compita con lealtad y con reglas de juego claras. La historia ha demostrado, especialmente en nuestro país, la inconveniencia del manejo de empresas por parte del sector público, que ha demostrado-con honrosas excepciones- ser un mal gerente y peor custodio de la riqueza de todos los venezolanos.

Las empresas públicas venezolanas con mínimas excepciones son improductivas, ineficientes, y se han convertido en un desangre de recursos de todos los venezolanos que por desconocimiento y también por pasividad no sienten que las empresas públicas les pertenecen, con lo cual, no existen dolientes frente a una inagotable fuente de corrupción, improductividad y empleos poco dignos.

Las empresas que el estado intervino de manos privadas, son ahora empresas sin inversión, sin producción y sin generar bienestar social, ni a sus trabajadores ni a la comunidad. Casos como el de las empresas de Guayana, suerte de conejillo de indias de todos los fracasados experimentos socialistas nos ahorran una mayor intervención en este punto.

Fedecámaras quiere un mejor país, Fedecámaras quiere un mejor gobierno, cualquiera que fuese la tendencia que los venezolanos decidamos elegir.

Formamos parte de una sociedad a la cual hemos apostado invirtiendo en nuestros sueños, contribuyendo con nuestro esfuerzo creativo a generar trabajo digno, impuestos para realizar las obras de carácter social, y teniendo programas de responsabilidad social en sintonía con las necesidades de nuestra gente.

Con esa sociedad nos hemos encontrado… hoy nuestra Institución tiene –a pesar de la feroz campaña comunicacional del gobierno- altos índices de credibilidad y aceptación. Bastantes mayores que los del gobierno esto nos compromete y estimula.

Nos hemos reunido con trabajadores, fuerza esencial para poder recuperar la producción del país, ellos, los que no están contaminados con ofertas gubernamentales populistas, sienten la indignación de no poder trabajar sin las presiones políticas de ideologías que no comparten, ellos como es lógico quieren una mejor calidad de vida y sueñan con que el ingreso por su trabajo les alcance para vivir dignamente. A ellos nuestro mensaje de solidaridad, nuestras palabras de aliento sobre que si es posible una sociedad donde el trabajo sea remunerado con justicia de la cual cada vez parecemos estar más lejos.

Nos hemos reunido con emprendedores, gente que no se deja dominar por el desaliento y apuesta a crear a transformar sus vidas. Ellos saben que no intentar por el miedo a fracasar es como suicidarse por el miedo a morir y que si no creen en ellos mismos, nadie lo hará. Para ellos mi agradecimiento por creer en el país y por haberme enseñado tanto.

Nos hemos reunido con las iglesias, la fe es fundamental en estos tiempos. Particularmente apreciamos los documentos de la conferencia episcopal, con cuyas posiciones nos sentimos totalmente identificados. En medio de tanta confusión han sido una luz de aliento y de esperanza.

Nos hemos reunido con las universidades, con las academias, importantes acuerdos hemos firmado para construir la Venezuela del futuro desde hoy. Hemos escuchado su profunda problemática en un país donde la formación de nuestra gente básicamente obedece a intereses políticos subalternos.

Nos hemos reunido con los jóvenes, desalentados por que no observan futuro en un país que les niega hasta sus sueños. Para ellos nuestra principal preocupación. Si alguna actividad debemos aun profundizar sin descanso es a transmitir esperanza…este va a ser un país mejor, con oportunidades para todos, y con todo por hacerse.
Nuestra Constitución establece que cada venezolano puede dedicarse a la actividad económica de su preferencia, sin más limitaciones que las que establezca la misma Constitución, en cambio a los venezolanos se nos quitó la posibilidad de innovar, se nos impide que a través de nuestra creatividad podamos hacer que las ideas sean realidades.

Hoy como hemos dicho en varias oportunidades, los empresarios venezolanos somos una suerte de concesionarios, a los que se le asignan las divisas como una dádiva graciosa del gobierno, olvidando que esas divisas no se piden regaladas, se piden para comprarlas legalmente y poder pagar a proveedores internacionales las materias primas y los productos terminados que requiere el consumidor venezolano.

Por si fuera poco, una vez que se logra entrar en la oscura y poco transparente asignación de divisas, se le obliga al empresario a fijar un precio de venta, se le obliga a venderlo a quien el gobierno decida, controlando la movilización de los bienes, se le fija un margen de venta, se le fiscaliza hostilmente, se le somete al escarnio público, se le juzga y se le condena por televisión y si no cumple las prejuiciadas y discrecionales normas se le quita la concesión, la propiedad y se le priva de libertad.

¿Qué país puede promover inversiones con este marco jurídico?

La crisis institucional es quizás el aspecto que más nos preocupa. No contamos con reglas claras de juego y los entes reguladores han hecho de los controles su forma de actuar. En Venezuela hay controles de precios, control de cambio, control de pensamiento, pero un total descontrol de la situación económica y social.

Los gobiernos deben establecer los marcos regulatorios para delimitar las acciones de los ciudadanos, pero una cosa es regular y otra muy distinta controlar. Las regulaciones definen reglas de juego generales y permanentes, los controles fijan el cómo quiere que sea el juego para un único interés particular, en este caso el del gobierno.

La destrucción de las Instituciones es uno de los aspectos que más nos preocupan, necesitamos independencia de poderes, eso es esencial para la democracia.
Un poder legislativo que haga leyes justas y discutidas por todos, que represente los intereses de la gente y no intereses partidistas, un poder judicial que nos trate a todos con equidad y justicia, un poder moral que controle y actúe, un poder electoral que sea confiable como árbitro imparcial de las diferencias políticas que siempre habrá.

Necesitamos unas Fuerzas Armadas que hagan exactamente lo que dice la Constitución… ni más ni menos.

No soy un católico practicante como me encantaría poder reconocer, pero confieso una profunda convicción de que algo superior nos espera después de esta vida, y sobre todos soy un admirador de la inteligencia y del ejemplo de católicos de bien. En este caso me quiero referir a la última encíclica del papa francisco, “laudato si” sobre el cuidado de la casa común, en la cual se nos hace serias advertencias sobre la ecología, la preservación de nuestra naturaleza y hace importantes reflexiones sobre el papel de la tecnología y los empresarios. Recomiendo su atenta y completa lectura, pero extraigo unos párrafos que considero son aplicables a nuestra querida Venezuela en estos momentos de intolerancia y polarizacion.

El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de comunión. Jesús nos recordó que tenemos a Dios como nuestro padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno sólo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga. Por eso es posible amar a los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal. 229. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente”.
En todas nuestras propuestas hemos incluido especial cuidado de atender a las clases más vulnerables, los llamamos “vulnerables” porque son los más propensos a sufrir en los ajustes que necesariamente habrá que hacerse en materia económica y social. De ellos debemos preocuparnos especialmente. No los llamamos humildes como equivocadamente se les llama porque la humildad es por definición falta de arrogancia, hay mucha gente con recursos que son humildes y también hay más necesitados arrogantes. La arrogancia del poder nos ha hecho mucho mal. De allí se derivan la incapacidad de escuchar, la imposibilidad de aceptar otros criterios diferentes, los empresarios en ocasiones también hemos sido arrogantes, pero es el gobierno quien debe dar las primeras señales de escuchar y atender los reclamos de un pueblo que les solicita con carácter de urgencia que rectifiquemos la dirección que llevamos.

Nuestro país será lo que los venezolanos decidamos que sea…nos hemos equivocado varias veces, pero de los errores es que se aprende, somos una sociedad joven, con valores culturales admirables como la solidaridad, la simpatía, la nobleza y la bonhomía. Los venezolanos somos en su gran mayoría “buena gente”, no dejemos que unos pocos, llámense gobierno o no, nos confundan y nos alejen de nuestra esencia.

Venezuela no es del gobierno es de todos los venezolanos

Si el gobierno no cambia sus políticas ruinosas, en especial la económica que nos empobrece a todos, todo el país tiene que obligarlo a cambiar, y lo hará.

El empresariado tiene que formar parte, de esa vasta fuerza de cambio para que el país salga adelante y debemos hacerlo con ética, con responsabilidad social y pensando en el país más que en nuestras empresas, creando valor social y no solo valor económico.

Hoy más que nunca: unidos por y para Venezuela, sin distinciones, porque el país es nuestro, de todos nosotros, y no de privilegiados grupos de ayer, de hoy o de mañana.

El futuro no nos espera en el mañana, ya está aquí, hoy, y de lo que hagamos hoy, este día, dependerán los días del porvenir.

En lo personal no tengo la menor duda, de que más temprano que tarde recuperaremos la racionalidad económica y nos reencontrarnos como país. Si algo me enseñaron estos dos años de gestión al frente de Fedecámaras es a conocer aún más a nuestro maravilloso país, a creer más en los venezolanos.

Ha sido un gran ejercicio de reconciliación personal con mi país, al que tanto quiero, y que tanto me ha dado. Yo, como decía Winston Churchill, me declaro optimista, no le encuentro la utilidad a ser otra cosa.

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