El martes, cuando Samsung anunció que congelaba las ventas de su «phablet» de alta gama, sus acciones se hundieron 8,04% -su mayor caída bursátil desde 2008- y después de cancelar definitivamente la producción del dispositivo los títulos perdieron 0,65% el miércoles.
El recorte de sus perspectivas financieras no pareció pasar factura a los inversores, que pujaron hoy por unas acciones que representan aproximadamente un cuarto de la capitalización total de la Bolsa, y que constituyen ahora una ganga tras dispararse su precio a raíz del lanzamiento del Note 7 y antes de que afloraran sus problemas.
Los analistas han advertido sobre la falta de alternativas de inversión ante la crisis de Samsung y su exceso de influencia en el mercado surcoreano, y prevén una depreciación continuada para la empresa tecnológica que podría tener consecuencias a corto y medio plazo para ella y para la Bolsa local.
«El episodio del Galaxy Note 7 representa la mayor crisis que nunca ha sufrido Samsung, y no está claro cuanto impacto tendrá en la confianza de los consumidores», señaló el analista Huh Nam-kwon, de Shinyoung Asset Management.