Economía

Tarjeta solidaria: ¿Más de lo mismo o un mal necesario?

El equipo asesor de Henri Falcón adelantó que -de ganar las elecciones presidenciales- su gobierno entregará tarjetas en dólares. “Nosotros vamos a traer una tarjeta solidaria a la que tendrán acceso todos los venezolanos, sin ninguna distinción política, a través de la cual cada adulto recibirá 25 dólares y cada niño 10 dólares”, anunció Francisco Rodríguez, coordinador del programa económico de Henri Falcón.

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Foto: Archivo / FEDERICO PARRA / AFP

Como se recordará, no es la primera vez que un candidato presidencial ofrece tarjetas de ayuda económica como parte de su promesa electoral. En 2006, Manuel Rosales ofreció la Tarjeta Mi Negra y el gobierno de Nicolás Maduro ha implantado el Carnet de la Patria, a través del cual reparte bonos y ejerce un creciente control político y social sobre su clientela electoral.
– Los efectos no deseados de la compensación social –
Ciertamente, la viabilidad de la estabilización y reactivación económica no puede descuidar el problema de la compensación temporal que será necesario mantener, hasta tanto la actividad productiva comience a recuperarse y genere más y mejores puestos de trabajo.
Lo que hay que dejar claro desde un inicio es que los programas asistencialistas se utilizarán para aliviar el costo social causado por las políticas de ajuste, en caso de que éstas contraigan aún más la economía, destruyan empleos y empobrezcan a la población. En estos casos extremos, tales asignaciones se enfocarán en la compensación de la pobreza generada por las medidas de ajuste, y no podrán mantenerse una vez que hayan sido erradicadas las condiciones que las justificaron.
Ahora bien, cuando se trata de un programa económico expansivo, que libera el crecimiento de las fuerzas productivas y genera empleos bien remunerados, la necesidad de medidas asistencialistas -como la Tarjeta Solidaria-, se reduce al mínimo y no debe tener tanta relevancia en la oferta electoral. Sobre todo si se tiene en cuenta que estas medidas compensatorias se desnaturalizan con el paso del tiempo y terminan convirtiéndose en derechos adquiridos que en nada contribuyen a la recuperación del valor del trabajo y a la cultura del esfuerzo productivo.
Los programas compensatorios no corrigen las causas del problema y su prolongación en el tiempo los condena al fracaso en la lucha contra la pobreza. La asignación de bonos que no están asociados al esfuerzo productivo no sirve para superar la cultura rentista que espera seguir viviendo de ingresos que no son fruto del trabajo.
Este tipo de subvenciones debe ser temporal y condicionado al logro de metas en capacitación técnica y empresarial para que los desempleados, excluidos y afectados por el Programa de Reformas puedan reinsertarse como nuevos emprendedores a la actividad económica. Así podrán generar una creciente riqueza y serán capaces de satisfacer, con ingresos propios, sus necesidades básicas de alimentación, educación, vivienda y salud, sin depender de los bonos que reparte el gobierno.
– Tarjeta Solidaria. ¿Un mal necesario? –
En una visión de crecimiento económico, la compensación hay que mantenerla pero de manera coyuntural. Dejará de ser un área relevante de la política pública a medida que la recuperación económica se traduzca en un aumento del empleo estable y bien pagado. Lo importante es tener claro que la compensación no es lo estratégico. Lo estratégico es la generación de riqueza a través de nuevas fuentes de trabajo productivo, lo cual permitirá sostener una permanente mejora de la participación del factor trabajo y de los nuevos emprendedores en la distribución del ingreso.
Un cambio en la manera de gobernar requiere un cambio radical en la forma de concebir y ejecutar la intervención pública para enfrentar la pobreza y la exclusión social. La política social compensatoria no ofreció antes, ni podrá ofrecer nunca, una solución estructural al problema de la pobreza. Sus medidas, lejos de alterar las causas que originan la desigualdad en la distribución del ingreso, las prolonga en el tiempo.
Las políticas compensatorias crean inercias que condicionan su evolución en el largo plazo. Los bonos se vuelven “derechos inalienables” que absorben cuantiosos volúmenes de recursos, los cuales arrojarían mejores resultados si fuesen destinados a la formación empresarial, la capacitación y asistencia técnica, y el financiamiento del emprendimiento productivo.
Las políticas compensatorias no pasan de paliar los efectos de las medidas de ajuste y de la concentración de la riqueza, y no atacan las verdaderas causas de la pobreza, las cuales tienen que ver con la necesidad de democratizar la educación en todos sus niveles, la capacitación técnica para el trabajo y el financiamiento productivo. Es así como se podrá democratizar el capital y crear un creciente tejido de micros y pequeñas empresas en las que se genere trabajo emancipado.
Los efectos progresivos de la política distributiva no se consiguen con subsidios indirectos que favorecen por igual a ricos y pobres, ni tampoco con programas compensatorios a favor de los más empobrecidos. Se conquistan a partir de la ampliación de la estructura económica que soporta la generación de la riqueza.
La mejor política social será una nueva política económica que, en lugar de generar efectos perversos sobre la población al destruir la moral de trabajo y llevarla a depender de las dádivas que reparte el gobierno de turno, más bien estimule el espíritu emprendedor y el valor del trabajo para multiplicar así el tejido productivo en el que se genera y distribuye la riqueza.
En los países de mayor desarrollo económico y social, la calidad de vida de los ciudadanos se sustenta en un amplio tejido de pequeñas y medianas empresas. Son naciones donde el espíritu emprendedor es promovido y apoyado a través de políticas públicas que propician un adecuado entorno para que la iniciativa privada se despliegue y tenga éxito. Desde el Poder Ejecutivo al que toca crear las condiciones macroeconómicas, de infraestructura y servicios que respalden la actividad productiva, hasta el Poder Legislativo al que le corresponde crear un marco legal claro y estable que estimulen la inversión, pasando por el Poder Judicial al que toca hacer cumplir las leyes y dirimir las controversias con la mayor transparencia y justicia posibles.
Así es como se erradica la pobreza y la exclusión social que han servido de caldo de cultivo de un electorado clientelar.]]>

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