Energía y Petróleo

Una insólita visita a las entrañas de Pdvsa y su gasolina regalada

Al filo de la medianoche de este viernes Pdvsa divulgó un largo informe con sus “Estados financieros consolidados”, que es una rara oportunidad de acercarse a las cifras de la empresa: las mismas que revelan cómo el motor de la economía venezolana está averiado y por qué todos los venezolanos pagan cada día años de manejos equivocados que ahora se mantendrán tercamente con rango constitucional.

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Foto: Andrea Hernández / El Estímulo

Pdvsa tuvo finalmente que rendirse porque todo ese montón de gente a la que le debe dinero le exige los números para poder seguir prestándole o negociando sus bonos. Fue así como publicó el informe revisado por los expertos de la firma de contadores independiente KPMG (que está obligada a exponer su opinión sobre los números presentados, pues de lo contrario puede empañar su reputación ante sus demás clientes y organismos reguladores).
Normalmente el gobierno esconde éstas y otras cifras y las clasifica como secreto de Estado porque al exponerlas termina dándole numeritos al fracaso que todos conocemos cada día en la calle y el mercado. Es por eso que nunca más divulgó las cifras mensuales de inflación, por ejemplo, que antes religiosamente sacaban el Banco Central y el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Los números oficiales de pobreza, de derrumbe de las importaciones, de las cuentas del país con el resto del mundo, se mantienen escondidas como si eso impidiera que se supiera que son malas.
Pongamos el caso de la inflación, los datos que investiga la Asamblea Nacional dan cuenta de un alza sostenida de los precios de 249% en lo que va de año. Es obvio que si el alza fuese menor en las cuentas del BCV, ya éste lo hubiera dicho para defenderse en lo indefendible.
Volvamos a Pdvsa. Sin ahondar en los detalles técnicos que generarán opiniones y debates entre especialistas y gente más informada.
La petrolera en su relato de resultados demuestra sin quererlo cómo la gallina de los huevos de oro está en estado de abandono, o mínimo en situación de maltrato doméstico.
Maltrato que se extiende a toda la economía, pues siempre alguien paga los platos rotos.
– Consuelo de pocos –
Vamos a hablar de la gasolina. La empresa explica que en todo 2016 recibió del Estado un arreglito (subvención) de 5.726 millones de dólares a cuenta de consuelo por la diferencia entre el precio de venta de sus productos en Venezuela y los costos de producción reales de esos productos en el mercado interno.
La espantosa cifra incluye $3.692 millones por la venta a precios ridículos, más bien regalados, de las gasolinas de 91 y 95 octanos; y otros $2.034 millones por venta también regalada de combustible diésel.
Pdvsa acusa que en 2015 encajó otros 7.095 millones de dólares en costos de producción y venta que nunca fueron reconocidos con ninguna subvención. En 2014 (cuando el barril de petróleo y el de gasolina estaban mucho más caros) fueron otros $9.960 millones.
De modo que en los últimos tres años las prácticas populistas irresponsables del gobierno determinaron que se regalaran un acumulado de $24.549 millones en gasolina y diésel para el mercado interno que ni siquiera fueron vendidos a su costo real.
Lo peor es que ese subsidio escandaloso nunca ha tenido ningún resultado positivo, pues igualmente los precios en general han seguido subiendo, los fletes, los pasajes y en general todo lo que tiene que ver con el transporte público o privado, son cada días más caros.
“Durante el año 2016, Pdvsa destinó al mercado nacional 491.000 barriles diarios (MBD), (580 MBD en 2015 y 647 MBD en 2014)” señala el informe.
Esto significa que solamente el año pasado Pdvsa pagó, subsidió, regaló, 32 dólares por cada barril de combustible (de 159 litros) consumido en el mercado interno.
– Mal de muchos –
Traducción: cada vez que alguien que usted conoce llena un tanque de combustible promedio de un carro familiar con 53 litros de gasolina, esa persona estará recibiendo un regalo de casi 11 dólares por parte del generoso e irresponsable estado/gobierno/partido venezolano.
Esos 11 dólares que recibe hoy cada persona cuando va a repostar combustible equivalen al espantoso e injustificado precio del mercado negro a 132.000 bolívares.
Y usted dirá que ese dólar paralelo no existe. Pero cuando vaya al supermercado, fíjese cuánto vale un kilo de pasta, de arroz o de caraotas, y le diremos que esos precios están dolarizados a la tasa del mercado libre, porque el otro dólar, el oficial a Dicom, solo lo consigue quien tenga tanta suerte como un ganador del Kino, o tantos contactos como los millonarios en el gobierno.
Por lo menos 10 kilos de azúcar, o de harina, o cinco kilos de carne de primera podrían comprarse con la misma plata que regala el gobierno cada vez que llena el tanque cada afortunado que tiene un carro rodando en Venezuela hoy.
Y si llena el tanque cuatro veces por mes, habrá recibido un regalo de 44 dólares, lo que equivale a 15 días de ingreso integral (con cesta ticket y todo) a tasa del dólar Dicom, o a dos meses de salario dividido entre la tasa del innombrable dólar negro.
Hay gente que dice que tiene el más perfecto derecho de recibir este subsidio, o este precio regulado. Argumentan que después de todo este es un país petrolero y el petróleo es de todos y que entre tanta robadera, alguna parte tiene que quedarle al venezolano común.
Pero todo esto plantea un dilema ético y moral que va más allá de las omisiones, de ese mirar para el otro lado de todo el país, o de las políticas populistas probadamente erróneas y promovidas desde el poder armado que nos gobierna.
En el informe, estos subsidios están presentados como “cuentas por cobrar” al propio accionista que es el Estado. De modo que el propio gobierno se paga y se da el vuelto o se saca de un bolsillo para metérselo en el otro, con el problema de que los bolsillos están rotos.
La culpa, claro, no es del que tiene la fortuna de poseer un carro. En realidad, con ese subsidio a la gasolina todos pierden en Venezuela: desde el Estado que deja de cobrar regalías, Pdvsa que está cada vez más asfixiada, los propietarios de vehículos, porque lo que no pagan en gasolina lo pagan en repuestos, cauchos y robos.
También paga la gente común, porque desastres como el pésimo manejo de la industria petrolera y de la economía en general nos han llevado a la inflación más alta del mundo, a una parálisis que ha aniquilado un tercio de la generación de riqueza en tres años y a una pérdida en general de las expectativas sobre el futuro.
Nadie puede regalar lo que no tiene, ni lo que no existe.
Esa generosidad irracional además está injustificada porque esos 25.000 millones dilapidados en gasolina entre 2014 y 2016 equivalen por ejemplo a todo el ingreso nacional por exportación de petróleo esperado con suerte para este año 2017 a los precios actuales del mercado internacional.
Equivale también a la cuarta parte de la deuda financiera de la propia Pdvsa al cierre de 2016 ($104.000 millones, según el informe) y es casi el doble de los $3.193 millones de pagos de bonos de deuda que hizo la empresa en febrero, abril y mayo de este 2017, con mucho sacrificio y abriendo un hueco para tapar otro.
Mientras regala ese dinero, Pdvsa tiene que abrir oportunidades cada vez más generosas a rusos y chinos que cada vez conquistan más territorio petrolero en este país de discursos nacionalistas huecos, porque son los únicos dispuestos a financiar a la petrolera en crisis.
Falta otro gran detalle: los números de esas pérdidas NO están calculados a lo que los economistas llaman costos de oportunidad, es decir, cuánto ganaría la empresa por cada barril liberado para venderlo en el mercado internacional, o lo que es lo mismo, cuánto vale esa gasolina por ejemplo en Colombia (por cierto esas diferencias de escándalo alimentan en la frontera un negocio de contrabando de gasolina que es mucho más rentable que el narcotráfico).
El asunto de la gasolina regalada es como si una familia viviera pantallando, haciendo fiestas cada fin de semana, diciéndole a los invitados que no necesitan aportar absolutamente nada, ni un pan, porque en esa casa hay de todo.
Pero en realidad los niños reciben la visita con ropa prestada o heredada de los primos; los licores y la comida están cubiertos con tarjetas de crédito super traspasadas, la hipoteca de la casa está vencida junto con los giros del carro y el ingreso real del padre fiestero no alcanza ni para hacer mercado.
Pero como para algunos lo que importan son las apariencias, se sigue haciendo fiesta porque nada nos cuesta…
Todo eso ocurre en Venezuela mientras los pacientes de los hospitales mueren no tanto por estar enfermos, sino por falta de medicinas, equipos y de atención; mientras cada días vemos más familias en las calles comiendo basura o pidiendo aunque sea un pan; mientras vemos más paradas atestadas de pasajeros hastiados de esperar por autobuses que demoran cada vez más en llegar…o nunca llegan y mientras no hay divisas para pagar importaciones esenciales…es que después de todo, nadie puede beber gasolina para alimentarse.]]>

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