Economía

ENTREVISTA/ Expropiaciones abatieron consumo de carne y leche en Venezuela

El actual presidente de la Federación de Ganaderos, Armando Chacín, como todos los de su gremio, hace una gran esfuerzo para seguir produciendo alimentos en un país, cuyo gobierno socialista hace todo lo posible por liquidar a los productores privados, que deben enfrentar expropiaciones, extorsión, inseguridad, invasiones, robos masivos, trabas legales, alcabalas; y ahora se les suma trabajar sin electricidad y gasolina. Esto ha derivado en una crisis humanitaria para un pueblo cuyo salario básico hace imposible comprar un kilo de carne.

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Foto: Fedecámaras Radio (Cortesía)

Entrevistado para El Estímulo, a propósito de la 55 Asamblea anual de Fedenaga, organización de productores ganaderos que, como “el último de los mohicanos” insiste en permanecer en Venezuela como representantes de esta extraña “raza” de productores del campo, quienes son vistos como enemigos y no como venezolanos que en cuatro generaciones habían logrado abastecer al país de carne y leche con una producción de alta calidad.

En el contexto de un país que este año volverá a tener una caída de su economía de 35% y en el que el más reciente informe del Estado Mundial de la Seguridad Alimentaria de la ONU registra que 6,8 millones de personas padecen hambre, Chacín nos explica, que en la década de los noventa, teníamos cubierto el mercado con 97% de la producción de carne, con mano de obra venezolana. Se importaba solo 3% para restaurantes especializados o para un mercado exclusivo que ofrecía cortes importados.

Hasta esos años se consumía 26 kilos por año per cápita en carne de res, fuera de otros rubros como aves, pescado, cerdos, etc, que en conjunto sumaban un consumo por encima de 60 kilos por habitante. Este gremio productor generaba casi la mitad del consumo de proteína cárnica.

En el caso de la leche, en ese momento en Venezuela teníamos un consumo per cápita de 120 litros, de los cuales 70% lo generaba el productor agropecuario del país. Había un crecimiento permanente con ocho millones de hectáreas trabajando en el país en vías de buscar la autosuficiencia de Venezuela que debió llegar a 34 millones de hectáreas con potencial para producir.

-Pero, en lugar de buscar esas millones de hectáreas, ¿lo más fácil era expropiar y tomar las que ya eran productivas?

Ciertamente. Con esto quiero decir que no había necesidad de haber hecho esas expropiaciones sino buscar esos territorios para que nuevos productores agropecuarios o comunidades que quisieran invertir, no solo los de aquí, sino de otros países. Y así producir no solo para Venezuela, sino para el mercado internacional que hoy estuvieran trayendo divisas. Eso era posible porque Venezuela tiene una ubicación estratégica con 12 horas de sol, para producir alimentos y por supuesto teníamos energía eléctrica y podíamos crecer, no solo en la producción sino en la distribución de la energía eléctrica. Venezuela tenía las condiciones en aquel momento para poder tener los alimentos que hoy se necesitan en el país.

-¿Cuándo comienzan a sentir que se va por un camino destructivo?

A partir de 2005 junto al boom petrolero comienzan las expropiaciones y se comienza a desmontar todo lo que se había conquistado. Se profundizaron las expropiaciones y con ello se infundió miedo y el temor a la inversión. Empezó la persecución de los productores agropecuarios y por supuesto eso trajo como consecuencia que, para el año 2012-2103, tuviéramos entonces un consumo de carne de 16 kilos per cápita pero con la mitad importado de Uruguay, Argentina, Brasil y otros países en donde básicamente se voltearon los números. Es así que de 97% de abastecimiento pasamos a tener 50% y 50% entre importada y nacional. Y por supuesto se le imponía al productor del campo venezolano un precio regulado que le era imposible mantener con sus estructuras de costos. Allí nacen los grandes importadores de alimentos que lograron un buen negocio, porque se le compraban al productor de otros países a precios internacionales con un dólar subsidiado de 10 bolívares para traer carne y queso de Uruguay, Argentina y Brasil para luego ser llevado a los mercados a un precio que no se correspondía con la solución para un tema social.

-En 2019 la situación se ha vuelto más crítica.

En la actualidad el consumo de carne es de entre 3 a 6 kilos per cápita, uno de los más bajos del mundo. La caída abrupta. Ya no es viable ese gran negocio de la importación porque el gobierno no ofrece ese dólar barato que era el negocio para los importadores “amigos del Gobierno”. Básicamente hoy quedamos los productores agropecuarios nacionales vendiendo la carne y la leche más económica de toda Latinoamérica. Pero ahora con un nuevo drama que es que el salario del consumidor venezolano desapareció y es inviable que con 6 dólares que se le paga a un trabajador venezolano pueda consumir alguna proteína. Venezuela tiene la carne y la leche más económica pero con el drama que no tiene quien la pueda consumir porque sus sueldos y salarios se volvieron polvo por las malas políticas implementadas.

-Sin embargo, siguen produciendo lo que se pueda.

El drama del productor agropecuario es tratar de mantener la santamaría arriba, y tal como hicieron nuestros abuelos, poder dejarle a la próxima generación el trabajo del campo porque no puede existir país sino se genera comida para poderlo alimentar. Nosotros entendemos que nuestro propósito más grande es producir alimentos porque es lo que nos han enseñado nuestros padres y abuelos para el consumidor venezolano.

-¿Cuántas hectáreas quedan con capacidad productiva?

El gobierno socialista prácticamente exterminó más de la mitad de lo que se producía. Hoy por hoy producimos 35% de las necesidades del país en carne y 30% en leche. Expropió y expolió más de cuatro millones de hectáreas que no cumplen el sentido social de producir alimentos para el país. Todo ello causó este temor en los productores, quienes han tratado de poner sus unidades de producción al mayor resguardo y de alguna forma mantener al menos a su familia, y a sus trabajadores en unas condiciones más o menos dignas.

-Pero el Gobierno asegura que hay suficientes alimentos en el país.

Sabemos que el gran culpable del deterioro del aparato productivo del país y el desabastecimiento existente es por las malas políticas implementadas porque si, por ejemplo, la Ley de Tierras hubiese servido para la producción, hoy por hoy estuviéramos mostrando una imagen diferente a la que tenemos con anaqueles llenos y vendiéndole alimentos a otros países. Lamentablemente esa Ley no sirvió y como consecuencia de eso no hay alimentos suficientes.

-¿Han continuado las expropiaciones en este último período de Maduro?

Sí existen, pero con menos intensidad. Cada día el productor agropecuario tiene menos cómo trabajar. Tenemos dos años en muchos estados pidiendo combustible para prender nuestros tractores obsoletos con más de 25 años de trabajo. Hemos heroicamente tratado de mantener nuestras maquinarias operativas y nuestros vehículos de trabajo, a pesar de que ya cumplieron su ciclo, en cuanto a las horas de trabajo y por supuesto, las unidades de producción no están en las condiciones necesarias. Además no tenemos una empresa como fue Agroisleña que nos surtía de fertilizantes, herbicidas y otros insumos, además de impulsar la preparación técnica de personal especializado.

A raíz de la expropiación se creó Agropatria cuyos estantes lucen tan limpios como el bolsillo de cualquier productor agropecuario del país. Pero nos preocupa cómo se quieren aplicar reglas y leyes cuando no te quieren dar los elementos para que tú puedas producir. No pedimos que nos den. Estamos acostumbrados a pagar por todo lo que tenemos, pero persisten en reglas que solo generan una extorsión que algunos funcionarios hacen a los productores, para tratar de crearles una crisis y con ello obtener ingresos de esa extorsión al productor.

-¿Cómo opera esa extorsión?

Tratan de aplicarles que hay algún impedimento con las tierras del productor que acude a Agropatria para adquirir insumos; eso sucede más que todo localmente, Cuando este productor afectado se dirige al Instituto Nacional de Tierras (INTI) en Caracas ven que no hay impedimento alguno y que no se encuentra en ninguna lista a nivel central. En algunos casos se ha conseguido que representantes del INTI a nivel central detengan la acción de extorsión. Muchas veces se trata de que hay interés de algún alto funcionario sobre determinadas tierras que son muy productivas.

-¿Usted señala qué ha bajado el interés por expropiar?

-Yo creo que hoy expropiar o invadir ya ni siquiera es un negocio porque antes podían vender las tierras; pero ya nadie quiere comprar tierras. Nadie quiere invertir en el campo. Más bien es una herramienta de retaliación que están utilizando algunos dirigentes en contra de algunas personas que trabajan dignamente en el campo Venezolano.

-¿Cuál es el estado de estas 4 millones de hectáreas que tiene el Estado?

Improductivas en su totalidad. El Estado venezolano en la crisis que tenemos de consumo le está pechado al productor en algunas oportunidades con 30% de lo que arrima al mercado para que ellos puedan “venderlo” a los supuestos productores rurales. Si ellos estuvieran produciendo en esas 4 millones de hectáreas, que es más o menos lo que hoy tiene el sector privado, tendrían producción suficiente para atender los programas sociales. Por ejemplo, observamos con detenimiento que en esas fincas que ahora son del gobierno, como la emblemática finca “Bolívar”, al sur del Lago, que producía más de 4 mil litros de leche al día; en la actualidad ya no se produce nada.

-¿También hemos retrocedido tecnológicamente en los centros productivos?

Hemos quedado en un sistema totalmente rudimentario en donde sobrevivimos, por ejemplo, sin tecnología genética, donde tenemos solamente al toro para poder preñar porque no hay acceso al nitrógeno por lo costoso y todos los insumos que se requieren para mantener en condiciones óptimas el semen. Por ello es básicamente imposible que podamos utilizar tecnologías de punta que se usan como trasplantes de embriones.

-¿Y el aspecto sanitario está muy afectado?

Tenemos un sistema muy precario de salud. Somos el único país que no ha sido certificado libre de fiebre aftosa, a pesar de que tuvimos el año pasado 21 millones de dosis donadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y no se aprovechó. Estamos trabajando muy duro en el tema sanitario tratando de hablar con laboratorios para asistir al productor y bajar costos y mantener vivo y sano al ganado venezolano. Los pequeños rebaños que quedan suman casi 10 millones de cabezas, aunque deberíamos estar hoy sobrepasando las 30 millones de cabezas. Nosotros teníamos 17 millones de cabezas e íbamos en crecimiento y hoy estamos por debajo de 9 millones de cabezas.

-¿La crisis se extiende a maquinarias y equipos?

Tenemos 25 años de atraso. No tenemos acceso para poderlas renovar. Anteriormente teníamos créditos agropecuarios. Ahora el productor tiene que mantener lo que pueda protegiendo los obsoletos equipos. Tenemos que desmontar equipos mecánicos cuando no tenemos energía en ordeño o riego. Tampoco tenemos combustible para poder encender un equipo de generación eléctrica por lo que es evidente que vamos retrocediendo rápidamente y para poder sobrevivir tenemos que volver a hacer lo que hacían nuestros abuelos que es salar la carne, hacer queso artesanal, etc. Cuando los demás países van en crecimiento en tecnología en Venezuela estamos contraídos.

-¿A todo eso se agrega la alta inseguridad en el campo?

«En el campo no existen cuerpos de seguridad que nos amparen. Es la ley de “sálvese quien pueda”. Hay bandas armadas en las fronteras, hampa común, extorsión y a todo eso tenemos que enfrentarnos. Tenemos zonas que son muchísimo más difícil de sostener.

En el centro del país campea a sus anchas el hampa común, el abigeato y se roban los animales, los instrumentos de trabajo, transformadores y cables, bombas o maquinarias. Pero hay zonas muy difíciles como las del occidente y Apure donde se roban todo el rebaño de una unidad de producción, especialmente en Perijá, en donde los grupos indígenas y bandas delinquen sin control alguno de las autoridades.

En la zona fronteriza se roban lotes de animales de 300 y 400 en un día y lo pasan a Colombia que es un gran negocio dejando sin nada a una unidad de producción. Son bandas organizadas a caballo con grupos de entre 12 a 15 personas. Someten a los trabajadores y los golpean. Por eso estamos trabajando con las autoridades de Colombia tratando de parar un poco el acceso hacia el vecino país. En algunos momento hemos tenido la asistencia de las autoridades colombianas; pero no hemos tenido la ayuda ni el esfuerzo mínimo de las venezolanas para poder darle un poco de seguridad a la zona. La extorsión y el secuestro han disminuido porque han aparecido nuevos delitos como el contrabando de combustible y otros materiales de contrabando y ellos observan con poco interés a los productores arruinados; saben que la economía de ellos está totalmente afectada y que están tan pobres como el resto del país».

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