El Estímulo

¿Existe progreso en el Futve?

El final del Torneo Clausura nos puede nublar la vista. Que nadie dude que Deportivo Táchira y Caracas son los mejores equipos de la competición, pero, ¿si la emoción crece, no aumenta también nuestra ceguera?

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(lapatilla.com)

El hincha de estos equipos está pletórico. La sola posibilidad de celebrar el triunfo ante el rival de siempre es suficiente razón para que ningún aficionado duerma esta semana. Porque así se vive el fútbol, casi como una batalla entre el bien y el mal. Pero aquellos que estamos ajenos a esa montaña rusa emocional nos vemos en la obligación de reflexionar acerca de un nuevo torneo que está por terminar y que por ahora sirve más para el lamento que para la celebración.

En ese proceso de introspección uno recurre a pensadores que han ido más alláque el denominador común de nuestra especie, y que ante tanta mentira se hacen necesarios –es que uno ni está a su altura ni producirá jamás consideraciones que levanten del asiento al lector. Uno de ellos, elegido casi al azar, es el francés Jan Baudrillard. No se preocupe, no voy a aburrirlo con largas disertaciones acerca de su obra, sólo quiero recordar una de sus frases, una que me atormenta cada vez que se habla de progreso y evolución:

“Creemos ingenuamente que el progreso del bien (…) en todos los terrenos (ciencias, democracia, derechos humanos) corresponde a una derrota del Mal. Nadie parece haber comprendido que el Bien y el Mal van creciendo al mismo tiempo y siguiendo el mismo movimiento”.

Es innegable que en algún momento nuestro balompié creció. Muchos jugadores y entrenadores se rebelaron contra el status quo y generaron respuestas inimaginables, como que nuestra selección compitiese de igual a igual con la mayoría de sus rivales continentales. Aún así, la dirigencia no comprendió el mensaje, no supo interpretar las señales, o sencillamente no le dio la gana de modificar sus conductas, y con ello, alimentaron eso que Baudrillard llamó, en su exhortación “el Mal”.

¿Qué es eso a lo que el filósofo francés nos aconsejaba prestarle atención? Nada más y nada menos que los vicios y las miserias de los seres humanos. Mientras entrenadores y futbolistas se dejaban la piel y le abrían los ojos a un país, nuestros conductores, nuestros directivos, actuaban como el nuevo rico de turno: se gozaron una fortuna que les llegó por suerte y no como consecuencia del trabajo y el sacrificio.

A propósito de esa reflexión, Marcelo Bielsa, que jamás osaría presentarse como un pensador como los que hago referencia, dejó también una advertencia que retrata a la perfección la viveza y la falta de preparación de nuestros presidentes y dueños de clubes:

“¿Qué hace el mundo contemporáneo? ¿Tu tienes un Mercedes-Benz? Tu estás arriba… ¡Pero lo ganó en la lotería! No importa. En mi barrio, también habían prostitutas que tenían Mercedes-Benz…El que lo ganó en la lotería no hizo nada malo, pero no merece lo que tiene”.

La dirigencia del fútbol criollo no merece los éxitos de nuestra selección. Todo lo que hemos vivido desde que José Omar Pastoriza asumió la Vinotinto, pasando por la conducción de Richard Páez y César Farías, y todo lo que pueda aportar Noel Sanvicente, es simple y llanamente hijo de esa insurrección que protagonizaron futbolistas y técnicos, nada más. ¿No me cree? Indague en lo que ha sido la labor de los dirigentes venezolanos y verá como no queda sino preguntarse cuántos equipos tienen cancha propia para entrenar; cuáles de ellos son dueños de su estadio; de dónde sale el dinero para que estas instituciones subsistan; qué importancia le dan a sus categorías inferiores; cuántos partidos son televisados por semana, o sencillamente, cuántas de esas instituciones son realmente clubes de fútbol.

Nada es casual. Que nuestros equipos salgan vapuleados de sus presentaciones internacionales es el verdadero termómetro para conocer el nivel de este fútbol. ¿Qué se hizo cuando por fin logramos una identidad y nos quitamos el miedo a competir? Nada, sacar pecho, pegar gritos, perseguir a quienes opinaban distinto y echarse aire, mucho aire.

Independientemente de quien salga campeón, las palabras de Baudrillard deben asustarnos y mucho. Nos dejamos llevar por el éxito momentáneo sin darnos cuenta que la inacción, la viveza y la mediocridad alimentaban al monstruo que ahora parece invencible. No construimos para el futuro y ahora lo estamos pagando. ¿Cree que exagero? Revise sin lazos de fanatismo cuántos jugadores del torneo local pueden competir por el puesto de lateral izquierdo en la selección.

Ahí está la respuesta.

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