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FutVE: La tristessa durera toujours

"Hemos llegado a la conclusión de que es imposible sacar una conclusión definitiva sobre su enfermedad", ha explicado Louis van Tilborgh, investigador del conocido museo Van Gogh de Amsterdam, acerca de los trastornos que sufría en vida el conocido y talentoso pintor nacido en Holanda, Vincent Van Gogh.

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Foto: Prensa Deportivo La Guaira

La salud mental del artista fue siempre tan notoria como su talento. El episodio de la automutilación del lóbulo de su oreja tras una discusión con otro famoso pintor con quien convivía Van Gogh, Paul Gauguin, es solo uno de los tantos trastornos de conducta que demostraban que el holandés tenía en su cabeza un cúmulo de afecciones: era bipolar, sufría de epilepsia, de la enfermedad de Meniere, de esquizofrenia, de depresión y envenenamiento por plomo, ya que siempre mordía pedazos de pintura.
Sin embargo, Van Gogh fue y es conocido por su arte, desarrollado en medio de su enfermedad o locura. Fue un genio con sus creaciones. En breves 10 años, realizó más de dos mil obras entre dibujos y pinturas, que se han convertido en el tiempo en íconos del arte mundial. Mientras en su cabeza pasaba todo eso, el producto de su obra terminó siendo referencia en la historia artística.
Y por esas cruces vamos en nuestro fútbol querido. El venezolano, el nuestro, el que nos gusta a unos cuantos y el que sufre tantos golpes para terminar de despegar. Es igual a la mente de Van Gogh, porque entre tantos trastornos, es capaz de generar algo realmente hermoso y apasionante.
Por la mente de Van Gogh sigue pasando la electricidad de la enfermedad: hoy lunes no se ha hecho del conocimiento público el resultado de las demandas de los equipos por sustituciones inadecuadas luego de un cambio de reglamento en plena competencia de Copa Venezuela. El miércoles, dentro de dos días, se deben jugar los partidos de ida de los octavos de final y no se sabe nada, al menos, a la luz pública.

El trastorno sigue: los balones se desconchan, un futbolista se queja por las redes y la FVF obliga a los equipos a “comprarle” balones para que se juegue “mientras se soluciona el tema de los nuevos balones”, los cuales deberían haber llegado al país el pasado jueves, pero, al menos ayer en el Metropolitanos – Estudiantes de Mérida, se jugó con la pelota Adidas Telstar que el ente federativo vendió por 100 dólares cada una a los clubes, muy a pesar de que algunos consiguieron el mismo instrumento a mitad de precio en otras tiendas, pero que la FVF no aceptó que compraran por fuera.
Y así va esa cabeza, enloquecida, deprimida, devastada: una jornada sin televisión en Primera, equipos de Segunda División financiando transmisiones televisivas, como ocurría por allá en los noventas cuando los clubes pagaban para que se levantara la señal de sus partidos, un equipo que no se puede montar en avión a pesar de tener reservas y tiene que cruzar el país en carretera, comidas a 900 bolívares soberanos cada plato en el hotel de concentración, equipos que no cobran desde 2017 los derechos internacionales de transmisión, 35 espectadores apenas en el Atlético – Zamora del miércoles pasado, gradas vacías, el bus de Libertador FC atacado a tiros a la altura de Río Chico, fútbol de Primera en un campo universitario como la Universidad Santa María, técnicos que juegan a la desinformación al no publicar convocados, alineaciones desorganizadas…
A pesar de todo esto, a pesar de tanta locura, el fútbol seguirá presentando episodios preciosos: la remontada del Deportivo La Guaira ante Monagas, el gran momento de Darwin González, la alegría de Mérida con la marcha de su Estudiantes, los buenos resultados del Táchira de Pallarés, la velocidad de Erickson Gallardo por una banda, las victorias de Academia Puerto Cabello en su campito ante los poderosos Caracas y Zamora, el interés constante de nuestros futbolistas por equipos de otras fronteras, la pasión con la que unos pocos aún alientan a sus equipos, los directivos que aún invierten en un saco que aparenta estar roto, el progreso de Zamora como organización y estructura, la marcha de Caracas en Copa Sudamericana. Todas son obras de arte surgidas de la locura del FutVE. Obras de arte del demente Van Gogh.
El 23 de julio de 1890, en pleno colapso físico y mental, el pintor escribía a su querido hermano Theo en una carta la siguiente frase: “desearía escribirte sobre muchas cosas, pero el deseo de hacerlo se ha ido por completo”. Luego, se dispararía un tiro en el pecho y tras agonizar por dos días, moría Van Gogh. Ojalá que quienes amemos tanto a este fútbol, nunca se nos vayan las ganas de seguir luchando por el crecimiento del mismo, pero a veces parece poder más ese trastorno irreparable.
Theo, luego de la muerte de su hermano Vincent, escribió a su hermana Elizabeth que Van Gogh le dijo: “La tristessa durera toujours”. Traducido: la tristeza durará toda la vida.
Sé que en el fútbol nacional eso no será así.]]>

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