Venezuela

Hace rato nos apagaron la luz

Un día te robaron a ti y a mí y mataron a alguien cercano a ti y a mí. Un día nuestros jóvenes empezaron a irse del país, y también parejas, y familias, cientos de familias.

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Foto: Andrea Hernández

Un día Venezuela llegó al llegadero de su obsesión carismática con los gobernantes, y se dejó engañar por una falsa promesa de revolución dizque humanista.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día proclamaron que había pueblo y había escuálidos y que los escuálidos no eran venezolanos.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día el Supremo se llenó de furia y llamó amor a su odio.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día el Supremo decretó que robar estaba bien si se tenía hambre.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día el Supremo ordenó que a los malandros ni con el pétalo de una rosa.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día se nos dijo que la libertad era la libertad que ELLOS decían.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día le entregaron la soberanía a una pequeña isla que no ha sido más que un gran fracaso ideológico.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día empezaron a regalarle dinero y petróleo a esa pequeña isla.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día el Supremo decidió que no habría más un canal de televisión, y no lo hubo más.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día empezaron a comprar y a comprar medios de comunicación, porque a la «mentira» había que callarla.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día el Supremo decidió que lo mejor era expropiar (expoliar) las tierras para dárselas al «pueblo». Luego esas tierras se quedaron así, sin producir.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día un hombre murió en huelga de hambre luchando porque le devolvieran su pedazo de terreno y al Supremo no le importó.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día se dieron cuenta que la economía de un país era muy difícil de manejar y que mejor era inventar una guerra económica y agarrarse mientras tanto el dinero de las arcas públicas.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día descubrieron que el narcotráfico con poder político y militar era también un negocio lucrativo, mucho más lucrativo.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día perdimos la dignidad de los militares.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día el Supremo enfermó de muerte y aun así terminó de gastar lo que había de dinero (del país) en su campaña presidencial.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día el Supremo se creyó rey y designo al más inútil de heredero.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día descubrimos que el heredero inútil está lleno además de maldad.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día la ley se convirtió en una excusa para mantener el poder y erradicar al opositor.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día no quisieron que la gente protestara y la reprimieron con todo.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día murieron jóvenes, un día torturaron jóvenes, un día los encerraron en calabozos terribles, y ahí los dejaron, hasta hoy (no sé si decir, hasta el sol de hoy…)

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día el gobierno dejó que los pranes se apoderaran de las cárceles.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día los llamados colectivos y las bandas criminales se agarraron las calles.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día los policías y los malandros se dividieron la semana para atracar sin que eso implicara enfrentamientos entre ellos.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día, una oscura brujería se apoderó de un montón de personas.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día apareció gente desmembrada dentro de bolsas negras.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día, ya a las ocho de la noche, no hubo nadie en las calles y los negocios estuvieron cerrados.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día ya no pudimos comprar casa ni carro, tampoco un tiquete para viajar a otro país o incluso para cualquier otra ciudad de nuestro propio país.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día estos señores se dijeron que, para preservar el poder en la debacle tenían que ser más malos que nunca.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día se cogieron todo lo que había sido destinado para que este país tuviera electricidad y agua.

Hace rato nos apagaron la luz.

Un día ya no hubo medicinas, los niños epilépticos convulsionaron, las madres se colgaron y los enfermos y los recién nacidos en los hospitales empezaron a morir.

Un día fuimos testigos de cómo mataban gente y más gente en las calles para robarle cualquier cosa, y cómo la gente, ya harta, reaccionaba, tomaba justicia por mano propia y linchaba y quemaba a los malandros.

Un día te robaron a ti y a mí y mataron a alguien cercano a ti y a mí.

Un día nuestros jóvenes empezaron a irse del país, y también parejas, y familias, cientos de familias.

Un día empezamos a insultarnos, a ser violentos entre nosotros.

Un día se hicieron largas colas frente a los mercados.

Un día apareció la ira y el amedrentamiento del bachaquero.

Un día encontramos las estanterías vacías. Y otro día y otro y otro.

Un día, a los marrulleros les dio por matarnos de hambre.

Un día empezamos a tener miedo, mucho miedo del pran, del iracundo miembro del colectivo, del malandro, del motorizado, de cualquier sombra bípeda en la distancia, del vecino, del colega, del amigo, de la bachaquera en leggins, de la locutora famosa que habla de sus viajes a Europa como si nada estuviera pasando… Porque es así, a personas ciegas como estas hay que tenerles mucho miedo.

Hace rato, sí, hace rato nos apagaron la luz.

Y los días, los días ya comienzan a ser noche a pleno sol.

*Este artículo fue publicado el 27 de abril de 2016.

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