Venezuela

Manual de la Venezuela socialista: 7 razones por las cuales el chavismo gana elecciones

Cuando hablamos de elecciones el chavismo está como pez en el agua. La de este domingo fue la vigésima cuarta (24) elección en 19 años y, una vez más, los rojos salieron ganadores, aunque con la mayor abstención en la historia democrática del país y un reelecto Presidente cuestionado por parte de la comunidad internacional. Con excepción del referéndum constitucional de 2007 y las parlamentarias de 2015, la revolución bolivariana ha encontrado siempre en las urnas a su mejor aliado para demostrar legitimidad. 

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FOTO | El Estímulo / Daniel Hernández

A pesar de la abstención y de la muerte de su líder Hugo Chávez, el oficialismo puede seguir presumiendo de una muy bien estructurada maquinaria electoral y de movilización que se articula con diversos mecanismos coaccionadores, que se han ido afinando con los años con el fin de sortear su pérdida de popularidad.
Los rojos han blindado su ya macizo armazón y los escasos reveses que han sufrido les han servido para frisar las grietas y, en esta ocasión, asegurarse el triunfo de Nicolás Maduro, un líder impopular, pero que logró perpetuar su poder hasta 2025.
Tras casi 20 años en el poder y enfrentando la peor crisis económica de la historia de Venezuela, resulta sorprendente que el Gobierno siga siendo competitivo en el plano electoral. Más allá de las irregularidades denunciadas por la oposición y de la teoría del fraude, es necesario entenderlo como un fenómeno multifactorial, dicen los analistas. Un fenómeno del que se desprenden no solo virtudes de los movimiento chavista sino también defectos de sus adversarios.
Sobre esta base, El Estímulo recopiló siete razones por las cuales el chavismo continúa ganando elecciones:

1. Control institucional

Para Franz Von Bergen, periodista y autor del libro Auge y declive de la hegemonía chavista (2016), el control institucional es “quizá el factor más importante” en lo que se refiere a la capacidad de triunfo del chavismo y es la pieza angular de un poderío que se mantiene, “a pesar de que las encuestas, desde ya hace mucho tiempo, señalan que es un movimiento político minoritarío”.
“El chavismo tiene una enorme capacidad para influir en lo que es todo el proceso de la elección, desde determinar fechas hasta seleccionar cuáles son las condiciones y esto lo utiliza enormemente a su favor”, explicó Von Bergen.
A su juicio, este dominio no se remite únicamente al Poder Electoral, sino que se expande al resto de los poderes públicos, por ejemplo, el Judicial.
“Incluso, tiene la ventaja de poder definir o influir en quiénes son los rivales que enfrenta, por ejemplo, el caso de las inhabilitaciones, con lo cual pone en una situación muy difícil a la oposición porque muchos de sus candidatos o los líderes más reconocidos al final están inhabilitados”.
Este control se ha profundizado a partir de la instalación de la polémica Asamblea Nacional Constituyente (ANC), elegida el 30 de julio de 2017 en unos comicios en los que solo participaron partidarios del Gobierno. Esta instancia, en su condición de suprapoder, “está por encima de todo poder constituido”, por tanto, siendo chavistas todos sus integrantes, constituye un mecanismo eficaz de control.

2. Compromiso ideológico y fidelidad con Hugo Chávez

Luis Vicente León, presidente de la firma Datanálisis, considera que el control institucional en Venezuela antes se limitaba a ser un «condimento», que se sustentaba básicamente de la popularidad de Hugo Chávez. «El corazón del triunfo era esa conexión gigante de Chávez con la gente. Terminaba ganando en condiciones, además, ventajosas, pero eran la mayoría. El caso Maduro es completamente distinto», afirmó.

Según números de Datanálisis, Hugo Chávez mantiene, aún cinco años después de su muerte, unos niveles de aprobación que por encima de 50%, mientras que Maduro no ha superado el 30%, en sus mejores momentos.

3. El voto duro

Si nos apegamos a los números de las encuestadoras, el chavismo ganó el domingo con su «voto duro». Es decir, una base de electores que representa 5 millones de personas que votan a favor «llueve, truene o relampaguee».  “Quizás al final más que preguntarse por qué ganan elecciones, más allá de las instituciones públicas, sería por qué el chavismo sigue manteniendo una popularidad alrededor de 25%, a pesar de que la crisis económica se ha ido agravando tanto en los últimos años”, propone Von Bergen.

Esta constante pone al chavismo, de nuevo, dos pasos más adelante frente a la fluctuante participación opositora.

4. Desmovilización opositora

“Puede haber abuso institucional, pero aquí hay un elemento que es nuevo y es que que la oposición no vota masivamente. Hay una altísima concentración de abstención opositora”, puntualiza León. La participación de los comicios del domingo cerró alrededor del 48%. 

Según el presidente de Datánalisis, la abstención parte de  dos aristas: una, que tiene que ver con las desilusiones que ha vivido la masa opositora y la falta de credibilidad de sus líderes; y otra que es la capacidad del Gobierno de aprovechar este sentir y su voluntad de incrementarlo (apatía provocada).

“El Gobierno muestra su disposición a no permitir que ganen y eso se mezcla, claramente, con la frustración de la masa opositora por el voto y también una gran desconfianza por la capacidad de sus propios líderes para poder provocar un triunfo electoral”.

El chavismo “estimula a los radicales dentro de la oposición para que ataquen el tema electoral”. Esto, aunado al descrédito internacional, les permite asistir a unos comicios con el camino despejado. Sin mayor competencia, los rojos se convierten en la mayoría del voto, aunque no sean la mayoría de la preferencia, apuntó León.

5. Capacidad de renovación

Von Bergen resalta el cambio de estrategia de Maduro de cara a la reelección: la conformación de Somos Venezuela como partido para capitalizar sectores de la sociedad que se le resisten.

En tiempos de Chávez, el Gobierno se apoyaba en los partidos de la alianza chavista Gran Polo Patriótico (GGP) para canalizar el apoyo de diferentes sectores de la izquierda que no simpatizaban con el “partido hegemónico”, pero con el pasar de los años esa sensación de que estas organizaciones eran “algo distinto” se extinguió, y surgió la necesidad de renovarlas.

“Hay dos sectores que al “nuevo chavismo” le está costando mucho: el electorado de las mujeres  y el de los jóvenes, y hemos visto ya en los últimos meses cómo ellos han ido presentando medidas justamente para llegarles a estos dos grupos, medidas sociales y algunas misiones y etc.».

En palabras de Von Bergen, esta plataforma les permitirá a esas personas descontentas sentir que están ‘castigando’ al PSUV, aunque en la práctica no lo estén haciendo. “Al final les estarían dando su voto, que es lo que al chavismo al final le importa”.

“Esto ha sido una jugada que siempre le ha salido muy bien al chavismo, incluso si uno ve las presidenciales, solo en la del 2006 gana Chávez con los votos del MVR únicamente, todas las demás siempre han ganado por ese valor agregado que le dan los votos del GPP, desde la primera elección hasta la elección de Maduro en 2013. Siempre, los votos del GPP son los que generan diferencia entre oposición y chavismo”, juzga el periodista.

6. Estrategia y organización partidista

La dirigencia del PSUV, a través de diversas organizaciones de base, se garantiza una cobertura casi total del territorio nacional.  Recientemente, se incorporó un nuevo ‘modus operandi’. Previo a la elección de la ANC, el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, hizo pública “la operación 4×4”, integrada por las UBch, los consejos comunales, el Movimiento Somos Venezuela y los Comités de Localización y Abastecimiento Popular (CLAP) con la finalidad de sacar a votar a “Raimundo y todo el mundo”. Esta estructura fue implementada en los comicios regionales y municipales dando exitosos resultados y funcionó también en las presidenciales.

7. Razones clientelares

En un reportaje hecho por El Estímulo, la profesora y especialista en Opinión Pública, Mariana Bacalao, consideró que el chavismo que queda es meramente clientelar, que siente miedo de perder las ayudas que si bien no lo sacan de la pobreza, le permiten sobrevivir.

En un contexto tan precario, en el que, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi), 84,5% de la población asegura no contar con recursos suficientes para comprar alimentos básicos, los bonos económicos a través carnet de la patria y los CLAP se vuelven indispensables para muchos.

La capacidad de dominio de estos instrumentos ha ido en aumento y se ha convertido en un bastión electoral que se fortalece a la misma medida que el desabastecimiento y la hiperinflación se agudizan.

Esta instancia no solo es fundamental en el desarrollo de la campaña, periodo en el que se reparten cajas llenas de alimentos de manera masiva, sino que también cumplen un rol logístico el domingo del sufragio. En las votaciones más recientes, se han denunciado casos en los que los llamados puntos rojos, usualmente ubicados en las adyacencias de los centros electorales, hacen entregas de cajas con alimentos.

El excandidato presidencial, Henri Falcón, que desconoció los resultados de las elecciones del 20 de mayo incluso antes de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciara los números finales, denunció que en los puntos rojos se estaba ofreciendo hasta una aproximado de 10 millones de bolívares para quienes votaran, una muestra de la ampliación «del chantaje político y social», consideró.

No obstante, los chavistas aseguran que ni el carnet de la patria, ni los puntos rojos influyen en los resultados electorales.

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