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Marcas que reviven la nostalgia por la Venezuela de ayer

El venezolano emigrante lleva consigo sus maletas, sus sueños a cumplir en el nuevo destino, y por supuesto, su cultura, que más allá de arpa, cuatro y maracas, se refleja en las marcas a las que estaba habituado en su tierra.

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Lo interesante de los grupos de venezolanos en el exilio y de las cuentas de redes sociales de onda retro que acicatean la nostalgia por los productos que consumíamos en el siglo XX, es cómo resaltan las marcas de alimentos y chucherías, toda una provocación en estos tiempos de hambre.

Guste o no, hay que reconocer que las marcas son un intangible que forman parte de los pasivos de las empresas y que pueden adquirir gran valor económico, como ha ocurrido con la de McDonald´s o Coca-Cola, pero también forman parte del patrimonio visual y se pueden integrar al imaginario de los usuarios como parte de su identidad, lo cual han entendido jóvenes diseñadores gráficos como Samuel Schoenberg de Iconos Venezolanos (@iconosvenezolanos), Gabriel Ordaz de Iconos Puerto Ordaz (@iconospzo) y Mario Dávila de Modo Gráfico (@modografico), quienes llevan adelante proyectos que han calado muy bien entre los venezolanos dispersos en el mundo.

El fenómeno común entre los venezolanos es el apego a la arepa, que se ha unido al nombre y la imagen de Harina P.A.N. de Empresas Polar, pero también hay otros sabores que se asocian a marcas verbales e identificadores gráficos apreciados, como El Chichero, Pirulin y Frescolita, así como emblemas que identifican tiendas, medios de comunicación y otros productos o servicios que forman parte de nuestro bagaje cultural. La publicidad, sin dudas, jugó un rol importante para instalar varias marcas de consumo masivo en nuestro inconsciente colectivo.

Marca centenaria

En el 2010 Maizina Americana logró la proeza de cumplir un siglo en este país de vaivenes económicos y políticos. Se ha impuesto como sinónimo de tradición culinaria, hasta el punto de que ha suplantado al término genérico del producto, que es almidón de maíz o maicena. Nació como Maizina Americana marca El Aguila, producida por Alfonzo Rivas & Cía., un alimento para niños y ancianos.

Como hábil comerciante, don Santiago Alfonzo Rivas diseñó volantes que difundió por toda Caracas en los que reproducía imágenes de muchachitos rozagantes y felices. A partir de 1938, ARS se encargó de la publicidad hasta el sol de hoy, siendo los creadores del famoso eslogan: “La Maizina Americana, gran producto nacional”.

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Para Alfonzo Rivas & Cía, el pivote de la marca es su empaque, al que se le han dado ciertos retoques de diseño a lo largo del tiempo, pues ha intentado mantener la caja amarilla sobre la que aparece impreso el logotipo “Maizina Americana” acompañado por la imagen de un águila con las alas desplegadas que en sus garras porta el grito de guerra “enriquecida”. Al abrirla, se halla una bolsa violeta que protege el producto. En 1972, la agencia de José Cremades realizó el primer “lifting de la marca” y en 2010, con motivo del centenario, se contrató al estudio Nasa para efectuar una segunda intervención, que estilizó aún más la identidad del producto.

Durante los años recientes la crisis ha afectado el aspecto del característico empaque, porque hemos visto en los anaqueles cajas que ya no son amarillas como el maíz, y también se han tenido que colocar bolsas de celofán transparente en su interior.

La marca del puro sabor venezolano

La Savoy Candy fue fundada en 1941 por los hermanos Rodolfo, Roberto y Fernando Beer, de origen austríaco, expertos en pastelería y bombonería, junto con el venezolano de ascendencia escocesa John Miller. Su catálogo de productos nació con barras de chocolate y fue creciendo hasta incorporar confitería cubierta de chocolate como Toronto, Ping Pong y Bolero, y lanzar en 1956 las galletas Susy, Cocosette y Carlton. El Toronto se ha convertido en todo un símbolo del deseo, con una imagen prácticamente inalterada, mientras que las desaparecidas mascotas de Ping Pong -el osito amarillo-, y el charrito de Bolero del que sólo quedó el sombrero, aún permanecen en la memoria de muchos.

logo-savoy Nestle

En 1988 Savoy fue adquirida por la multinacional suiza Nestlé, que la ha mantenido vigente, dado su excelente posicionamiento. En cuanto a la marca, se trata de un logotipo en tipografía cursiva en rojo, que originalmente llevaba una corona sobre la letra “V”, la cual fue sustituida en 1990 por la palabra “Nestlé”, incluso en la famosa valla de neón que estuvo en la cúspide del edificio Pigalle en Bello Monte hasta hace poco.

El clásico para dibujar

Caribe es la marca que ha acompañado a muchos venezolanos al colegio, ya que CAPACO, siglas de Caracas Paper Company, ha sido durante años la empresa líder en la producción de cuadernos, carpetas manila y demás material de papelería.

Capaco es una empresa familiar que comenzó a operar en 1953, y el block de dibujo Caribe es quizás su producto más conocido. Posee la peculiaridad de su portada ha sido la misma, al menos durante 40 años, convirtiéndose en todo un clásico de las listas de útiles escolares.

BLock CAribe

Su marca gráfica presentaba el logotipo “Caribe” junto a la efigie figurativa de un indígena, en clara connotación étnica. En 2007 el identificador visual fue objeto de un refrescamiento que integró la parte verbal con la icónica para convertirlo así en un logo-símbolo, al encerrar ambos elementos en una orla y sintetizar el dibujo del indio con el tocado de pluma.

Un pintor inspirado en el campo checo

Los hermanos Hans y Lothar Neumann llegaron a Venezuela en 1949 huyendo del comunismo soviético que se había instalado en su país, Checoslovaquia, después de la Segunda Guerra Mundial.

En una casa de la calle Nivaldo en la Alta Florida los Neumann iniciaron una fábrica de pinturas que bautizaron con el mismo nombre de la que había sido la empresa familiar en Praga, expropiada por el gobierno: Montana, que en latín significa “algo que viene de la tierra”, refiriéndose a los pigmentos que se utilizaban como materia prima para preparar sus productos.

Los hermanos Neumann coincidieron en Caracas con un paisano pintor llamado Guillermo Heiter, que había trabajado en una prestigiosa agencia publicitaria en Praga. Le pidieron que les diseñara un logotipo y seleccionaron el de un simpático pintor que estaba inspirado en el pictograma de un jardinero que promocionaba una distribuidora de semillas en su país natal. La braga era la misma, pero Heiter le puso bigote y sombrero, tropicalizándolo, para convertirlo en “Montanito”.

Montanito actual

Lothar se fue de Venezuela y Hans quedó a cargo del conglomerado que terminó convirtiéndose en el Grupo Corimon, el cual entró en crisis y fue vendido en 1995 al grupo económico que se mantiene como propietario en el presente. No obstante, Montanito ha resistido los embates del tiempo, luciendo remozado en color y forma , adaptándose al estilo que demanda el siglo XXI.

@disenoenvenezuela

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