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Médico transgénero denuncia discriminación en el Materno Infantil de Caricuao

Yohanyelis Rojas presentó una denuncia ante el Ministerio Público por discriminación: es una mujer transgénero y en el postgrado de Ginecología y Obstetricia un grupo de médicos le indicaron que debía cambiar su apariencia para poder seguir sus estudios

médico transgénero
Daniel Hernández
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Yohanyelis Rojas, una mujer transgénero venezolana de 27 años de edad, lo tuvo claro desde que se graduó en 2020 como médico general en la Universidad de las Ciencias de la Salud (UCS): su futuro lo dedicaría por completo a la Ginecología y Obstetricia, una especialidad que conoció y aprendió a querer durante su etapa estudiantil.

La verdad es que su oportunidad no tardó mucho. A finales de 2021, el Hospital Materno Infantil de Caricuao abrió las postulaciones para este postgrado y no lo pensó dos veces a pesar de que, en el fondo, sabía que podían decirle que no por su identidad de género.

Y aunque desde un principio lo dejó claro, ya que sus documentos de identidad y académicos tienen el nombre que le dieron sus padres, su presentimiento se hizo realidad: una semana después de iniciar, las autoridades le negaron continuar si no cambiaba su apariencia.

Su caso lo lleva el Ministerio Público, donde este miércoles 19 conoció al fiscal encargado de su caso, y esta es la versión de la historia que contó a El Estímulo.

Seguir su intuición

«Antes de comenzar el postgrado yo notifique a la doctora Gisela González, jefa del área académica, que era una mujer transgénero y médico. Yo le notifiqué y le pasé fotos por WhatsApp para postularme al postgrado de Ginecología y Obstetricia. Le pregunté si no iba a tener problemas y me dijo que no».

Tras recibir esa respuesta, la médico general entregó a las autoridades todos sus documentos en una carpeta y le indicaron que iniciaría su preparación como residente del primer año de la especialidad el 3 de enero de este año.

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Durante la primera semana de formación, Rojas no se enfrentó a ninguna queja o comentario por su identidad de género, pero eso cambió.

La semana del 10 de enero se incorporarían a sus actividades los médicos R1, R2 y R3 de la especialidad y los adjuntos, siendo tres de este último grupo  quienes la llamaron frente al resto de los alumnos para conversar en privado sobre un «caso».

«Aceptamos un médico hombre, no una mujer»

Rojas cuenta que le pareció extraña la manera y que en el fondo intuyó que hablarían sobre su identidad de género.

«Lo primero que me dijeron era que no me debía sentir discriminada, que no se trataba de un rechazo por ser una mujer transgénero, pero que realmente ellos estaban contratando era a un médico hombre porque legalmente yo no tengo el cambio de nombre. En el título no dice Yohanyelis Rojas, sino el nombre con el que me presentaron».

Rojas indicó que estos jefes de cátedra afirmaron que «la mayoría de los adjuntos se quejaron y dijeron que cómo hizo una médico transgénero para ingresar al postgrado».

«Eso es discriminatorio. Ellos no pueden discriminarme por eso. Más bien deberían alegrarse de que una mujer transgénero quiera progresar y ser profesional», afirmó.

Además indicó que sus superiores pretendieron imponerle condiciones para quedarse: «No podía tener el cabello largo. No podía maquillarme. No podía usar zarcillos. Tenía que cambiar mi apariencia».

Sin embargo, Rojas destaca que eso es imposible por dos razones: la primera es que ella es una mujer. Y la segunda, es que su proceso de transición inició cuando cumplió 15 años de edad.

Seguir su sueño

Rojas creció en la ciudad de Mérida. Cuenta que en su etapa de bachillerato, cuando empezó a transicionar, tuvo compañeros que la veían y se reían: «Me decían cosas fuera de lugar, pero no les prestaba atención y me daba a respetar. Si no te haces respetar como mujer, nadie te va a respetar ni valorar por lo que eres».

Yohanyelis Rojas primero empezó primero la carrera de Odontología en la Universidad de Los Andes (ULA), pero por falta de recursos económicos la dejó. Sin embargo, con el apoyo de amigos y algunos familiares, llegó a Caracas en el año 2014 para estudiar Medicina, su verdadera pasión. Y en la capital descubrió que se sentía un poco más libre de ser ella misma: «Mérida todavía es muy machista. No hay aceptación para las mujeres transgénero ni para los homosexuales. No son aceptados».

No duda en admitir que su historia con su profesión es de vieja data: «Yo siempre quise ser médico. Para mí es algo fantástico, algo maravilloso. Es algo que llevas por dentro. Ese título, y lo que conlleva, es muy delicado. Es la responsabilidad más grande que hay. Nuestro propósito de estudiar y prepararnos es salvar vidas. Garantizarle a la población calidad. No podemos estudiar para matar personas».

Otros hospitales, otra historia

La médico señala que durante su primera etapa de formación trabajó en Hospital José Gregorio Hernández de Los Magallanes de Catia, en el Hospital Periférico de Catia, en la Clínica Popular de Catia, en el Seguro Social y no experimentó situaciones de rechazo por parte de sus superiores.

«Corrí con mucha suerte en mi etapa universitaria. La mayoría de los doctores que me dieron clases fueron mujeres y no tuve nunca un acto de agresión o discriminación por ser una mujer transgénero. No hubo un momento así. Lo estoy viviendo ahorita, después de graduada e iniciando un postgrado», cuenta.

Ser más que una etiqueta

«Yo creo que esto sucedió con un propósito: hacer que las personas cambien. Llevar un mensaje a la población venezolana, a la humanidad, de que ser una mujer transgénero no es razón para ser discriminada o etiquetada», expresa.

«Ya debe parar el prejuicio de que solo somos trabajadoras sexuales, de que vendemos contenido sexual, que somos peluqueras o maquillistas. Yo no tengo nada en contra de estos oficios, pero somos más que eso. Podemos superarnos, podemos estudiar y prepararnos para ser mejores cada día. Somos capaces de demostrar a nuestra nación y al mundo que valemos como seres humanos», aclara Yohanyelis Rojas: «Somos seres humanos. No somos diferentes por ser mujeres transgénero. Esos son prejuicios sociales».

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