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Mujeres ante la pandemia: 4 liderazgos eficientes

¿Existen diferencias entre hombres y mujeres a la hora de encarar la pandemia de COVID-19? A juzgar por la lista de las naciones que han obtenido mejores resultados en este momento tan complejo, algo hay. Alemania, Taiwán, Nueva Zelanda y Finlandia tienen eso en común: acertada gestión y mano femenina

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El SARS-CoV-2 sigue siendo el mismo en todos los países, pero cambió su impacto según las acciones de sus dirigentes.
El informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades asegura que las respuestas de Alemania, Taiwán, Nueva Zelanda y Finlandia, Islandia, Noruega y Dinamarca han sido las mejores frente a la pandemia. Son siete naciones lideradas por mujeres y siete modelos de eficiencia máxima para la disminución del margen de error, de contagios y de muertes en un mundo con menos del 7% de liderazgo femenino global según las estadísticas de la Unión Interparlamentaria en 2019.

En entrevista para el programa Café CNN el 30 de abril, la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, señaló cuatro aspectos comunes en la gestión de las líderes: “Previsión, transparencia, rigor y empatía. Particularmente los últimos tres están más cercanos del liderazgo de las mujeres y un poquito más alejados del liderazgo muy cargado de testosterona”.

Las presidentas y primeras ministras tomaron las medidas para prevenir los contagios a tiempo y así evitar la saturación del sistema de salud y el pánico generalizado. Además, han sabido hablar con la franqueza y claridad que exigen sus ciudadanos, entendiendo que son los Estados los que están al frente de sus emergencias sanitarias, pero delante y por encima de ellos están los virólogos, médicos, psicólogos, juristas, cuerpos de seguridad, profesores de universidades, maestros de escuelas y hasta niños.

Ahora que apenas comienza a vislumbrarse el inicio de la nueva normalidad en estas siete naciones, sus líderes siguen generando confianza en sus instituciones y ciudadanos, continúan motivando la responsabilidad colectiva a través del seguimiento de las instrucciones y, sobre todo, redefinen el significado del liderazgo como uno que, manteniendo la unidad política y social, es capaz de crear países ejemplares en cuanto a la aplicación de medidas audaces, previsoras, colaboradoras y muy compasivas durante las crisis.

Estos son cuatro de las siete jefas de Estado más eficientes.

1. Alemania: Angela Merkel, la científica en jefe

Alemania logró el objetivo: frenar la propagación del virus.

Ya a mediados de mayo el país más poblado de Europa inició el levantamiento gradual de su confinamiento con la perspectiva de restituir las actividades totalmente en junio. Pero el reto es aún mayor: junto con otros gobiernos europeos, el gobierno de Merkel levantará los controles fronterizos dentro de la zona de Schengen este 15 de junio.

Realidades que desde el inicio se vislumbraron posibles y no tan distantes por tener claro el objetivo e idear todas las maneras posibles para alcanzarlo: no detener al coronavirus, sino ralentizar su propagación para ganar tiempo en el desarrollo de un medicamento o de la vacuna y evitar la sobrecarga del sistema sanitario.

En marzo la canciller anunció que se enfrentaban al mayor reto desde la Segunda Guerra Mundial. Pero la física y doctora en química cuántica no decretó un confinamiento total ni un estado excepcional, tan solo el cierre de la vida pública y el aislamiento de los contagiados y de sus contactos en las últimas dos semanas. De inmediato, Merkel activó todos los recursos sanitarios, tanto para los centros de salud como para las empresas de biotecnología y facultades de medicina. Y aprobó una partida extraordinaria de hasta 1.000 millones de euros para las contingencias derivadas de la pandemia.

Aun siendo la mayor potencia de la Eurozona y teniendo holgura fiscal tras casi una década de crecimiento económico ininterrumpido, la líder insiste en trabajar en la contención y con cautela hasta no evaluar las consecuencias del virus sobre la economía alemana y europea. Durante las restricciones más extremas implementadas hasta el 20 de abril, se mantuvieron las actividades laborales y los puestos de trabajo tanto como fue posible. Incluso los pequeños comercios y start-ups recibieron ayudas económicas de los gobiernos regionales y del gobierno federal.

Su llamado a “una actuación común y solidaria por parte de todos” tuvo grandes resultados: para el 26 de abril, 12.000 de las 40.000 camas habilitadas continuaban vacías y aunque apenas el 7,5% de los tests habían dado positivo, no cesaron las pruebas masivas. Los centros de salud pública y los laboratorios continúan trabajando alineados, y los ciudadanos usan cada “poquito más de libertad” de manera responsable y comprendiendo que, aunque las restricciones limitan sus derechos civiles, siguen siendo necesarias.

El 27 de mayo la solidaridad alemana se hizo aún más explícita para sus vecinos de la Unión Europea con la propuesta del plan de recuperación para ayudar a los países miembros a enfrentar sus crisis tras la pandemia. El plan valorado en 750.000 millones de euros plantea la mutualización de la deuda entre el bloque europeo y los países miembros. La canciller insiste en que “Alemania solo prospera cuando la UE prospera”.

Ahora que los alemanes inician la reapertura de la vida, Merkel ha recuperado su popularidad: según el sondeo de Euronews, para el cierre de mayo, 78% de 1.500 alemanes consultados considera buena la gestión de su gobierno durante la crisis del coronavirus.

Por ahora, siempre apoyada de datos científicos y sin triunfalismos, la mandataria alemana continúa llamando a la prudencia: “Sería deprimente si tuviésemos que volver a las restricciones que queremos dejar atrás porque queremos demasiado, y demasiado pronto”.

Dotes de liderazgo de Merkel: temperamento racional y rigor científico, escucha activa de asesorías multidisciplinarias, toma de decisiones paso a paso, calma para dar explicaciones entendibles, capacidad para lograr consensos y cooperación interinstitucional con el objetivo de resolver problemas sin sacar ventaja política de los mismos.

2.Taiwán: Tsai Ing-wen, elogiada por el mundo e ignorada por la OMS

El 20 de mayo la primera mujer en ocupar el cargo presidencial en Taiwán inició su segundo mandato afirmando lo que es ya es bien propagado: el coronavirus “incluso cambió la forma en que la comunidad internacional ve a Taiwán”.

A pesar de encontrarse a tan solo 130 kilómetros de China continental y de no contar con el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a presiones del gobierno chino, la gestión encabezada por la presidenta logró controlar la propagación del virus sin recurrir a cierres fronterizos, ni suspensión masiva de clases presenciales, ni cuarentena total. Para el inicio del segundo mandato de Ing-wen, se habían presentado 440 contagios, siete fallecidos y al menos 324 recuperados entre los 23.000.000 de habitantes de la isla. Taiwán registra el menor número de casos por millón de personas en todo el mundo.

Como en ningún otro país las autoridades taiwanesas lograron anticiparse a lo que a finales de diciembre de 2019 era un brote emergente con alta posibilidad de contagio. Así, el Comando Central para el Control de Epidemias reactivó las medidas adoptadas para enfrentar el SARS en el 2003, una epidemia que debieron encarar sin apoyo de la OMS. Las 124 medidas implementadas desde enero permitieron entonces la detección, prueba, localización y aplicación de cuarentenas para detener la propagación del coronavirus en Taiwán.

La infraestructura tecnológica sólida y puesta al servicio del Seguro Nacional de Salud es determinante en el éxito taiwanés: a través de la tarjeta electrónica con los datos personales de los ciudadanos, el sistema de salud logró rastrear e identificar a quienes poseen los síntomas o la sospecha de contagio para aislarlos en casa, en donde recibieron ayuda económica y una caja de alimentos semanalmente.

Poniendo en práctica el objetivo “Taiwán puede ayudar”, los mensajes de salud transparentes, precisos y oportunos emitidos por la doctora en economía y ciencia política no solo mantuvieron la calma, sino que invitaron a la corresponsabilidad ciudadana en aspectos como evitar culpabilizar a otros y colaborar con el gobierno a difundir información veraz.

En cuanto a las decisiones económicas para la protección de los intereses ciudadanos, la presidenta taiwanesa adoptó medidas proactivas dirigidas a mantener la actividad laboral general y el impulso económico del sector industrial. Así es como Taiwán se ha convertido en el mayor productor, exportador y uno de los mayores donantes de mascarillas en el mundo. Desde el 4 de mayo los servicios públicos fueron reanudados.

Hasta la fecha no se registran nuevos contagios.

Dotes de liderazgo de Ing-wen: reconocimiento temprano de una crisis, conocimiento de gestión de emergencias, toma de decisiones proactivas y rápidas, compromiso en la contribución global, promoción de cooperación y responsabilidad individual a través de la comunicación clara y constante con los ciudadanos.

3.Nueva Zelanda: Jacinda Ardern, la más estricta

En marzo, cuando apenas seis casos fueron confirmados, la estrategia de la primera ministra no consistió en mitigar y aplanar la curva, sino en destruirla y eliminarla a través de un plan que inició con el confinamiento de sus ciudadanos, el cierre total de fronteras, la prohibición de entrada de extranjeros, el aislamiento de los ciudadanos que regresaron al país y el distanciamiento social. En un país que depende en gran medida del turismo, las medidas fueron consideradas la restricción de movimiento más dura en la historia moderna neozelandesa.

Paralelamente, Ardern masificó las pruebas generalizadas, el rastreo de contagiados y el lema “Actúa como si tú tuvieras COVID-19. Esto salvará vidas”. Sin guantes de seda ni de látex, la líder degradó del cargo a su ministro de salud, David Clark, tras descubrirse que estuvo en la playa después de ordenarse el confinamiento. Además, activó una línea telefónica policial para recibir denuncias que señalen a aquellos que incumplen las normas.

Todas las medidas iniciales permitieron avanzar a tiempo en la instalación de estaciones de prueba y tratamientos hospitalarios, así como prepararse para el peor de los escenarios que no se desarrolló en esta nación.

Para mantener la estabilidad económica y social, el gobierno de Ardern suspendió los pagos de hipotecas. Tanto empresas como trabajadores independientes reciben apoyo económico y las familias con más bajos recursos han recibido módems y canales televisivos educativos gratuitos. Pero la medida económica más aplaudida ha sido la reducción de 20% de su sueldo, así como el de otros trabajadores del sector público, exceptuando al personal de primera línea.

La estrategia de la neozelandesa fue considerada la alternativa más estricta y agresiva, y hasta exagerada, del mundo para mitigar los riesgos. Y funcionó: tras un mes de alerta máxima, ya “no existía transmisión comunitaria generalizada no detectada”, es decir, aunque el coronavirus no esté erradicado, de existir nuevos casos, podrían identificarse el origen y limitar su contagio.

La eliminación paulatina de las cadenas de transmisión fue exitosa. Nueva Zelanda inició entonces el desconfinamiento con un retorno cuidadoso a las actividades laborales, escolares y regulares manteniendo el distanciamiento social, pues está claro que no se está a salvo de un posible empeoramiento aunque sea considerado el “país más exitoso para enfrentar el coronavirus” y que la meta sigue siendo eliminar el virus, no controlarlo.

Dotes de liderazgo de Ardern: disciplina, firmeza y capacidad técnica para tomar decisiones contundentes, ejecutivas y con foco en la protección social.

4.Finlandia: Sanna Marin, la millennial

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La primera ministra más joven del mundo -34 años- demuestra que el liderazgo no es llegar a un cargo público, sino que los ciudadanos sigan las indicaciones y sugerencias de sus gobiernos. Su “estrategia millennial” fue cuestionada, pero seguida y el 15 de mayo se anunció su resultado: Finlandia logró frenar la propagación de la COVID-19 de manera leve, pero constante.

La estrategia inicial de Marin, además del aislamiento temprano y el bloqueo de fronteras, se centró en la masificación de información relevante. Se hizo de manera singular: sabiendo que no todos sus ciudadanos leen prensa ni siguen las noticias, la licenciada en ciencias administrativas convocó a los influencers finlandeses de todas las edades y de diversas redes sociales para convertirlos en agentes sensibilizadores de la población a través del suministro de información científica y gubernamental para el manejo responsable de la pandemia.

El desarrollo de una app para rastrear las cadenas de infección fue otra de sus propuestas en desarrollo más elogiadas en el país más digitalizado del mundo, así como la puesta a disposición de todo el material médico-quirúrgico y protector acumulado durante décadas por la Agencia Nacional de Abastecimiento de Emergencia.

Desde el 15 de mayo, los finlandeses adoptan la “estrategia híbrida”: flexibilizar ciertas restricciones del confinamiento y del cierre de fronteras aumentando los tests, los seguimientos de las cadenas de contagio, y los aislamientos y cuidados médicos de los infectados. Esto sin descartar volver a introducir medidas en caso de ser necesario.

Dotes de liderazgo de Marin: conocimiento del comportamiento ciudadano, creatividad en las soluciones y aplicación de políticas transformadoras.

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