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Qué bolas eso de La Biruma, ¿no?

En la 6ta transversal de Altamira funcionó durante 65 años la Frutería La Biruma. Todas las casas a su alrededor fueron demolidas. Faltaban ellos y la orden de un tribunal acabó con el negocio de la familia Paredes. Pero de momento no lograron sacarlos: ahí también está su hogar, detrás de los escombros

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Biruma

Está harto. Casi desde que salió el sol está aquí contando cómo fue que se quedó sin el negocio que manejaba con su hermana desde hace más de 60 años. Aquí, parado frente a los escombros de la frutería La Biruma ya está rojo por el sol, o rojo por la rabia que le sube porque aunque diga que no quiere hablar más y que no debe declarar por consejo de abogados, no puede evitarlo.

Así que esto es todo extraoficial. No hay citas entrecomilladas. Ni él ni su hermana quieren dar más declaraciones hasta no reunirse con el abogado. Y lo que se recoge aquí ante los restos del local demolido, hablando con este y con aquel, escuchando al que acaba de llegar, al que ya tiene horas aquí, al que pasa un rato y al que le pide a su fotógrafo que haga una toma así desde atrás mientras mira la desgracia de paredes tumbadas y calabacines y berenjenas al sol, se resume en una expresión: qué cagada esto, vale.

Es una buena manera de resumirlo: esta gente vive acá desde hace más de 70 años y esto que han echado abajo en apenas horas es su negocio y su sustento principal desde hace 65 años. Entonces sí, es una cagada. De las grandes. Lo ves en los rostros impresionados de todos los conductores que disminuyen la velocidad cuando pasan por al frente y hasta bajan los vidrios. Lo dice la flaca en licras que se da cuenta de repente: “a la madre, esta es la frutería”.

Era, flaca. Ya no es. Todo lo que hacía de esto una frutería se lo llevaron anoche: martes 8 de febrero. Se llevaron neveras, mobiliario, aparatos y frutas y hortalizas. Se llevaron incluso cosas de la casa de esta familia. Porque el hogar de los Paredes está detrás de lo que antes era La Biruma.

Y digo está porque no lo tumbaron. O no del todo. Para entrar hay que mover a un lado una puerta que quedó fuera de su marco. Está nada más puesta ahí, como para que no pasen ni se asomen los curiosos. No quieren que entremos. A veces, por alguna razón, se cae y puedes ver que allá hay una casa que parece pequeña, que se ve revuelta y a la que quizás le falten paredes. No lo sé con certeza.

Dicen que le revolvieron todo. Que se llevaron cosas. Incluso una moto y bicicletas. Hasta la ropa. Alguien supone que eso debe estar a resguardo en alguna parte. Ajá, ¿pero dónde? ¿Quién se hace responsable?

Uno pregunta y no hay respuestas claras. La historia es que anoche llegaron unos tipos y mostraron una orden de desalojo de un tribunal, que coparon casi toda la acera de al frente con camiones, que tumbaron, que cargaron con casi todo y que entre esos tipos había gente de la Alcaldía de Chacao. Y si preguntas un poquito más sale a flote la rabia contra el alcalde Gustavo Duque. Y si preguntas un poco más, hasta los políticos y concejales que pasan por acá parece que llegan a la misma conclusión: qué bolas que la alcaldía hizo esto.

Un concejal entró a la casa, habló un buen rato con los hermanos y su expresión al salir es la misma: qué bolas.

La Alcaldía, claro, dice que no. Lanzó un comunicado. La moda de los comunicados: mira yo no fui, fue un tribunal. Queda para la historia de los récords la ejecución express de la orden un tribunal: parece que en cuatro horas movilizaron camiones, personal y arrasaron con La Biruma.

La Biruma estorbaba para algo. Todo lo que había en la cuadra fue demolido. Faltaban ellos. Y el nombre Traki, suena y suena. La alcaldía dice que no ha dado permisos para nada. Ajá, ¿entonces alguien se tomó la molestia de tumbar toda la cuadra por puro gusto? Una casa que había allí estaba invadida, la otra de más allá también. Cuentan que una de las invasoras era familia de alguien importante en términos municipales. Y los que estaban negociaron: agarra estos dólares y te vas. El mismo tratamiento le quisieron dar a los Paredes. Y no hubo acuerdo posible. Así que aunque no quieran declarar, lo intento.

-¿Pero ustedes son propietarios?
-Hermano, tenemos más de 70 años viviendo aquí y 65 con el negocio. ¿Tú qué crees?

No me consta, no lo sé. Esto, como dije, es extraoficial. Pero uno puede creer que si tienen tanto tiempo allí, por algo será. Algún derecho tendrán. O al menos se habrán ganado el derecho de que no les tumben la frutería por la simple decisión de un tribunal.

Coincido con todos aquí: la embarrada es grande. Y seguramente en los próximos días tengamos pistas más claras de quién está detrás. Porque esta es otra impresión que queda: no parece que los Paredes se vayan a doblegar ni a resignar sin dar la pelea.

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