Venezuela

Tachirenses padecen falta de medicamentos por cierre fronterizo

El cierre imprevisto de la frontera entre Venezuela y Colombia, como medida preventiva en medio de la pandemia de coronavirus, revive uno de los dramas que miles de venezolanos tienen que llevar a cuestas por mucho tiempo: la escasez o ausencia de medicinas esenciales para la supervivencia

Escasez en Táchira. Foto: Rosalinda Hernández / Medicamentos
Archivo El Estímulo
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Cúcuta ha sido, en los últimos años, el salvavidas de los venezolanos para la adquisición de tratamientos y medicamentos. Después del sábado 14 de marzo la dinámica cambió, la frontera se cerró y las posibilidades de viajar por provisiones a Colombia son casi imposibles.

Se restringieron los pasos hacia los municipios de frontera (Bolívar y Pedro María Ureña). La zona quedo aislada del resto de Táchira y de Venezuela, así lo dio a conocer el representante del gobierno nacional en Táchira, Freddy Bernal.

Colombia abrió, la mañana del martes 17 de marzo, un canal humanitario. El paso era para pacientes crónicos colombianos (oncológicos, renales, diabéticos) que habitan en municipios venezolanos y hacen su tratamiento en Cúcuta.

A los venezolanos que querían cruzar al vecino país se les negó la posibilidad. Migración Colombia dijo que aún no hay posibilidad de un paso humanitario para las personas con requerimientos médicos.

La preocupación y el desespero invaden a familiares y pacientes, que temen agotar el inventario que tienen de reserva. Constantemente se preguntan: ¿Qué vamos a hacer cuando se termine?

Lo complica todo

Iraima Luna es madre de una adolescente de 15 años de edad diagnosticada con leucemia (linfoma agudo común), hace apenas un par de meses. La familia Luna vive en Valencia, estado Carabobo y se le ha dificultado mucho adquirir los medicamentos para la quimioterapia en el país.

Se venían comprando en la ciudad fronteriza de Cúcuta a donde viajan cada 21 días, señaló Luna. Purinetol 50 mg; citarabina 100 mg, metrotexato 500 mg, leucovarina 50 mg; vincristina 1 mg y doxorrubicina 50 mg, es el tratamiento que debe cumplir la adolescente venezolana.

“Hace un mes nos enteramos. La familia está destruida, es única hija y ahora esto lo complica todo”, agregó un familiar de Luna.

Los medicamentos para su traslado hasta la ciudad deben ser refrigerados y con las limitaciones de transporte que existen actualmente veo difícil que lleguen la semana próxima a Valencia, fecha señalada para la próxima quimioterapia.

Los tengo pero ¿cómo pasan?

Dependiendo de la disponibilidad económica, Laura Sobral viaja desde San Cristóbal, Táchira hasta la ciudad colombiana de Cúcuta a comprar el tratamiento de su madre, paciente con arritmia cerebral que amerita tratamiento neurológico.

Trileptal (Oxcarbazepina) de 300 o  600 miligramos, Levetiracetam (kepra, kopodex, ceumid) de 500 o 1000 miligramos, en pastillas son los medicamentos que debe consumir con puntualidad la madre de Laura Sobral.

“A veces vamos a Cúcuta por el medicamento una vez por mes; en otras ocasiones dos veces al mes. Todo depende de la disponibilidad de  dinero porque el tratamiento mensual tiene un costo de 100 dólares”, dijo Sobral.

La última vez que se compró el medicamento se hizo para un término de 15 días y no hay reservas. Tampoco existe la manera de adquirirlo en territorio nacional porque no se consigue, aclaró.

“Hicimos un recorrido por todas las farmacias de San Cristóbal y en ninguna se consigue. Cuando uno va a preguntar los vendedores nos miran extraño, ponen una cara como queriendo decir: eso aquí no existe”, agregó.

Para la tachirense la situación se complica al no encontrar la dosis requerida de alguno de los medicamentos formulados por el médico. De faltar alguno, a las pocas horas su cuerpo muestra síntomas de descompensación.

“Tenemos un familiar en Cúcuta que nos ha comprado el tratamiento pero el problema es ¿cómo hacerlo llegar a San Cristóbal, si el paso por la frontera está cerrado y los municipios  Bolívar y Pedro María Ureña han sido aislados”, explicó.

El drama y la preocupación continúan latentes en la familia Sobral, teniendo en cuenta que Colombia no tiene previsto por ahora abrir un canal humanitario para venezolanos que requieran comprar medicinas en ese país.

Vidas en riesgo

Ana Suarez tiene 65 años de ead; cada 15 días debe cruzar la frontera a través del puente Francisco de Paula Santander, en Ureña para llegar a Cúcuta, en busca de las pastillas de su hermana Florinda de 68 años de edadque padece de Alzheimer, presión arterial y tiroides.

“Normalmente paso con mi hermana en silla de ruedas, porque ella camina muy poco. Yo también estoy enferma de Parkinson y las pastillas solo las consigue en Colombia. Aquí en Venezuela eso no volvió a llegar”, dice con decepción, Ana.

La situación de incertidumbre e impotencia al no poder cruzar de manera normal los puentes internacionales para ir a Colombia y proveerse de medicamentos, angustia aún más a las habitantes de la frontera.

“Mi hermana tiene un seguro colombiano y le da los medicamentos que necesita, el próximo tres de abril es la fecha fijada para la entrega de medicinas y seguramente no podremos pasar”, señaló Ana Suarez.

Para el 26 de marzo, tiene la cita para practicarse unos exámenes de laboratorio, comentó con notable nerviosismo.

“Me siento un poco alterada, no te imaginas cuánto y esta situación me acelera el Parkinson”, dijo con voz entrecortada.

Mientras pasan los días, la incertidumbre aumenta en la población venezolana que dependía directamente de Colombia para adquirir medicamentos.

Hasta ahora las autoridades nacionales ni las colombianas se han pronunciado al respecto, en medio de la pandemia de Covid-19 que ya llegó a ambos países

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