Viciosidades

Bibliocactus, la conexión latinoamericana en Atlanta

Se trata de una librería que también es una especie de club de lectores. Era un viejo sueño de Carlos Carrasquero, emigrante venezolano instalado en Atlanta. Hasta que lo logró: y ya suma más de 8 mil títulos en sus anaqueles

TEXTO: PEDRO PARIS FOTOS: CORTESÍA CARLOS CARRASQUERO
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Carlos Carrasquero emigró de Venezuela y con él se llevó un sueño, uno al que después de mucho esfuerzo, trabajo y dedicación, ha logrado darle forma y nombre: Bibliocactus Librería, un singular espacio en Atlanta en el que la literatura opera como punto de encuentro.

Graduado de ingeniero de sistemas en la década de los años 90, Carrasquero trabajó en el sector eléctrico -Energía Eléctrica de Barquisimeto y en el Sistema Eléctrico Nueva Esparta- durante un tiempo hasta que llegó el momento de tomar decisiones: “En 2002, con mis hermanos Elio (mi gemelo, ingeniero civil) e Iván (1974, ingeniero industrial) decidimos emigrar a Atlanta, Estados Unidos. Ya presentíamos el desmoronamiento de la democracia en Venezuela”.

Si hay algo por lo que los venezolanos son conocidos es por ser personas “echadas para adelante”, una frase que comúnmente se utiliza para describir a quienes no desisten fácilmente de sus ideas hasta verlas materializadas y convertidas en un éxito.

“En mayo de 2003, llegamos a Atlanta. Aquí nació mi segundo hijo y comenzó nuestra aventura de inmigrantes. Al principio tuvimos que hacer todo tipo de trabajo: mesonero, pintor de brocha gorda, obrero en una agencia de festejos, y fui hasta lector de medidores. Y aquí quiero hacer una reflexión: el plan del inmigrante, tenemos que tenerlo muy claro, es a mediano/largo plazo”.

Una de las partes más difíciles de un proyecto es empezarlo, no por nada existen muchos negocios o emprendimientos que no logran cumplir sus metas. Y Carrasquero las fue cumpliendo. En 2007 empezó una carrera en el mundo de los seguros, un negocio que no conocía previamente. Y en 2012 instaló su propia oficina. Pero le faltaba algo: “Siempre tuve la meta de tener una librería, era un sueño personal porque siempre me ha gustado leer”.

Entonces encontró la idea en un libro de Leonardo Padura: Herejes. Allí, Mario Conde, el emblemático investigador de las historias del narrador cubano, se busca la vida comprando y vendiendo libros usados, libros raros, en La Habana.

“Decidí copiar al personaje de Padura y comencé a comprar libros usados en Venezuela y traerlos aquí a Atlanta”, explica Carrasquero.

Todo esto surgió en medio de una época turbia, allá en marzo de 2017, en plenas manifestaciones y conflicto. Logró establecer una red de compradoras/vendedoras de libros y cuando el inventario llegó a una cantidad importante (alrededor de 8.500 libros), empezó la remodelación de la oficina en Atlanta y así nació Bibliocactus Librería, ubicada en la 1255 Grimes Bridge Rd 30075 Roswell, Atlanta, Georgia.

“La intención de este proyecto es incentivar a la comunidad latinoamericana en Atlanta a leer y también invitamos a la comunidad americana, tanto a los que saben español como a los que no, para poder compartir los clásicos literarios”, dice.

Bibliocactus Librería no solo es un sitio donde puedes ir a comprar uno entre tantos libros, sino que además ofrece un club donde por una membresía anual te da la oportunidad de llevarte dos libros, leerlos y devolverlos para llevarte otros dos que podrás leer.

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Cuando las personas le preguntan si es un hobby o un negocio él responde: “Sí, realmente es un hobby que me llena mucho desde que era un chamo, leer sobre novelas de historias, de Latinoamérica. Cuando emigramos de Venezuela a Estados Unidos hace 17 años los libros en español y sobre todo de Latinoamérica se convirtieron en un nexo, en un ancla, en una conexión muy personal con nuestro país de origen”.

Eso quizás explique la consideración de la “venezolanidad” como uno de los “géneros” en los que se organizan los textos en Bibliocactus. Y, guaro al fin, Carrasquero saca una bandera: entre los títulos más buscados destacan los del narrador barquisimetano Juan Carlos Méndez Guédez.

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Aunque buena parte de los libros son de autores venezolanos, no hay fronteras en esos anaqueles. La conexión de la palabra escrita funciona para todos los que dejaron sus países: “Nuestros clientes son de México, Colombia, Centro América y, obviamente, muchos venezolanos. Todos tenemos una historia que contar, una nostalgia que compartir, un pasado al cual no volveremos. Y eso crea un nexo muy fuerte en nuestra comunidad latina”.

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