Viciosidades

El las villas olímpicas hay más sexo que en Woodstock

Cerca de 90% de los 10.000 atletas que participarán en Río 2016 regresarán a sus países sin medallas, y querrán llevarse otro tipo de recuerdos de lo que quizás será una experiencia irrepetible. “Entre 70% y 75% de los deportistas que acuden andan en una movida sexual. En la Villa, el amor se hace al aire libre, en la grama, en las áreas comunes”, atestiguan algunos medallistas

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Di la frase “Juegos Olímpicos” y, si eres un televidente venezolano, probablemente lo primero en que pensarás es en Willie Oviedo, el comentarista de TVES que en Beijing 2008 afirmó que Adolfo Hitler se negó a entregarle las medallas a Michael Phelps en la edición de Múnich 1972. O en una coreografía pavosa con túnicas griegas ideada por Joaquín Riviera en los buenos tiempos de Sábado Sensacional. O en el profesor Robert Rodríguez diciendo la palabra “hipertrofia” en Meridiano TV. O en un partido de fútbol o básket que se interrumpe en el momento más emocionante para dar el pase en vivo a un atleta criollo que pide perdón al país y se justifica por haber llegado detrás de la ambulancia: “Las zapaticos me apretaban y las medias me daban calor”.

Lo mejor de los Juegos Olímpicos nunca será televisado. “El sexo es parte fundamental del espíritu olímpico. Todo el que diga de manera ingenua que no tiene idea de lo que pasa en la Villa Olímpica se está mintiendo a él mismo y a los demás. Los atletas lo saben, los delegados lo saben, hasta los periodistas lo saben pero nunca escriben de eso. El Comité Olímpico Internacional jamás hablará abiertamente del tema, pero igual no puede escapar de la realidad. ¿Por qué crees que se ha ido incrementando juego tras juego la cifra de condones que se reparten en la Villa?”, afirmó un medallista de oro estadounidense que habló de manera anónima para CNN en Londres 2012.

-Medio millón de “camisinhas”-

El declarante de algún modo anticipó el récord de preservativos digno de los 100 metros planos que se establecerá en Río 2016: 450.000 “camisinhas de Venus”, como los llaman en Brasil, 100.000 de ellos para protección íntima femenina.

Una cifra que triplica la de Londres y cuadruplica la de Sidney 2000, y que alcanzaría para que cada uno de los 10.000 deportistas en la Villa haga el amor seis veces al día durante las dos semanas y piquito que duran los Juegos desde el viernes 5 hasta el domingo 21 de agosto. Uno de los motivos que se esgrime es el zika, que se puede transmitir por los zancudos pero también por otro tipo de aguijonazos. Pero obviamente, incluso en invierno, la ciudad dela Chica de Ipanema es un sitio en el que el amor permanentemente está flotando en el aire.

Extremistas por naturaleza

“Si no tienes disciplina, el sexo puede ser una gran distracción. En los Juegos Olímpicos hay mucho sexo en marcha, y sin ningún recato: al aire libre, en la hierba, en las áreas comunes. Los atletas siempre son extremistas: cuando entrenan, cuando beben y cuando hacen el amor”. Quien habló así no fue un hombre, sino una chica: Hope Solo, la guardameta estadounidense campeona en el fútbol femenino de 2008 y 2012 y que volverá a Río 2016, en un reportaje antológico que publicó ESPN hace cuatro años.

Aunque teóricamente está vedado el acceso a la Villa Olímpica para los que no son deportistas, en ese texto Hope Solo confesó que se las había arreglado para hacer ingresar a su habitación a una “celebridad” no identificada de Hollywood con la que pasó una noche. “Es mi secreto olímpico”, se limitó a revelar. Turistas, voluntarios que trabajan en la Villa e incluso enfermeras y enfermeros que atienden las lesiones de los atletas también participan en el festín orgiástico. “Hay más sexo que en Woodstock”, en palabras de Matthew Syed, que compitió como tenista de mesa para el Reino Unido en 1992 y 2000. “El primer lema olímpico es Citius, Altius, Fortius. El segundo es: lo que sucede en la Villa, en la Villa se queda”, según la nadadora retirada Summer Sanders.

-Siete razones obvias-

¿Y por qué hay tanto sexo olímpico? Algunas explicaciones elementales:
1. En una Villa Olímpica conviven hacinadas alrededor de 10.000 personas jóvenes y sanas. “Cuando te instalas en la Villa es como el primer día del colegio. Todo el mundo está súper nervioso, excitado y tratando de ligar como sea con alguien”, según el waterpolista estadounidense de origen brasileño Tony Azevedo.

2. En general, son personas atractivas: “Es como una fuente de soda de una universidad, pero con la diferencia de que aquí todo el mundo es bello. Es puro colirio. Terminas preguntándote: ¿por qué demonios estaré casada?”, admitió la también futbolista estadounidense Julie Foudy.

3. Cuando los atletas llegan a los Juegos Olímpicos, generalmente ha bajado el período de cargas más fuertes de sus entrenamientos. Siguen comiendo alrededor de 9.000 calorías diarias y tienen mucha energía para descargar. “Es el sitio con más testosterona sobre la faz de la Tierra”, en palabras del tirador (en el sentido deportivo) australiano Russell Mark. El sexo es una forma de relajarse antes de las pruebas. “Mi entrenador montaba guardia delante de mi cuarto la noche antes de mis finales, pero al menos en mi caso, la relación entre sexo y bajo rendimiento deportivo siempre ha sido un mito. Cuando corría después de tener sexo, sentía mis pies más ligeros”, aseguró el medallista anónimo de atletismo consultado por CNN.

4. En general, los atletas hablan un mismo idioma, y no solo nos referimos al inglés como lengua universal. “A diferencia de un bar ordinario, en el comedor de la Villa es fácil socializar y entablar conversación. Todos tienen algo en común. Basta con preguntar: ¿qué deporte haces tú?”, en palabras de Hope Solo.

5. 90% de los atletas regresará a su país sin medalla de oro, plata y bronce. Eso no quiere decir que necesariamente vayan de paseo, pero muchos están conscientes de que probablemente será su primera y última vez, y quieren llevarse algún tipo de recuerdo para el resto de sus vidas. “Entre 70% y 75% de los deportistas que van a los Juegos Olímpicos están en una movida sexual”, saca cálculos el nadador Ryan Lochte.

6. Como ocurre entre los actores de teatro, no es extraordinario ver a atletas desnudos o semidesnudos cerca de sus espacios de trabajo. “Mi socialización casi siempre ocurre en la bañera de recuperación llena de agua congelada. Los que tienen los mejores cuerpos son los chicos de la natación y el waterpolo. Los más ‘cuchis’ son los que practican atletismo”, según la gimnasta Alicia Sacramone. “Los italianos son los menos pudorosos, siempre dejan las puertas de sus habitaciones abiertas y los ves en su ropa interior sintética o sin nada puesto”, atestigua la bicicrosista Jill Kintner.

7. En la Villa está reflejada toda la diversidad de los más retorcidos gustos humanos: diminutas tenismesistas asiáticas, esbeltos fondistas kenianos, machorras y dominantes luchadoras o lanzadoras de martillo, trillizas de Estonia que parecen salidas de una estantería de Barbies.

También la comunidad GLBT

La primera edición en la que se supo de un reparto más o menos velado de 8.500 condones a los atletas por parte de los organizadores fue Seúl 1988, cuando se llegó a emitir un comunicado prohibiendo tener sexo fuera de las habitaciones de la Villa, debido a la gran cantidad de preservativos lanzados a los techos de las residencias y otros espacios abiertos. Barcelona 1992 inicia una era: la primera distribución abierta y oficial de 90.000 profilácticos.

La revista Time reportó el caso de Beaux Greer, un lanzador estadounidense de jabalina que, aunque nunca pudo pasar de un puesto 12 en Sidney 2000 o de la casilla 22 en Beijing 2008, se marchó de los Juegos australianos con la más inolvidable de las medallas: aseguró haber tenido sexo con tres mujeres diferentes cada día durante dos semanas, y ya de regreso a su país, copuló en el baño del avión con otra deportista olímpica. “Cuando hablas de atletas, aunque las caras sean de 7 puntos, los cuerpos siempre son de 20 puntos”, agregó Greer.

“La Villa es como el reino de Alicia en el País de las Maravillas en el que todo es posible. Quizás puedas ganarte una medalla de oro y acostarte con el tipo más hot de tu vida”, según Carrie Sheinberg, esquiadora con experiencia en los Juegos de Invierno Lillehammer 1994. “La Villa es como Las Vegas: pronto aprendes a no hacer preguntas”, en palabras de John Godina, medallista de impulso de bala. “Es una escena realmente salvaje. La Villa es, en sentido 100% literal, el más grande crisol de razas que he visto en mi vida”, dice un nadador, Eric Shanteau.

Hasta ahora hemos hablado de sexo heterosexual, en gran medida porque la homosexualidad siempre ha sido tabú en el mundillo de los deportes, sobre todo en las disciplinas masculinas de conjunto (en las femeninas, por el contrario, el lesbianismo a veces se da casi por descontado). Lo que no quiere decir que la homosexualidad no se exprese de manera espontánea y cada vez más abiertamente en la Villa.

“En mis primeros Juegos Olímpicos en Montreal 1976, apenas tenía 16 años y todavía estaba explorando mi personalidad. Trabé mucha amistad con los clavadistas de la Unión Soviética y me sorprendió su sentido de liberación sexual. Traté de llegar a algo con uno de ellos: nos abrazábamos, nos acurrucábamos el uno en el otro y me sentía muy protegido a su lado. Lamentablemente él chico ruso ya tenía una pareja dentro de su propio equipo”, relató a ESPN Greg Louganis, uno de los casos más célebres de atleta abiertamente gay. Grindr, una aplicación de citas dirigida al mercado homosexual, colapsó cuando los deportistas empezaron a llegar a la Villa en Londres 2012.

En los primeros Juegos Olímpicos, los de Atenas 1896, no hubo mujeres: el barón de Coubertin, fundador del olimpismo moderno, consideraba entonces que su participación era “impráctica, antiestética. Incorrecta y aburrida”. La primera Villa Olímpica como tal se estrenó en Los Ángeles 1932, pero las 126 chicas que compitieron no estaban alojadas, allí, sino en hoteles; eso sí era aburrido, señor Coubertin. Olimpismo moderno el de ahora.

Periodistas venezolanos acreditados en Brasil: ahora ya saben las preguntas que sí queremos que les hagan a nuestros atletas. Hay temas mucho más interesantes que un “saldré a dar el ciento por ciento”.

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