Máquinas

Girocóptero: la nueva forma de volar

Para muchos es un vehículo deportivo. Para otros es un simple medio de diversión. Otros, como en sus inicios, lo utilizan para el trabajo. Sea como sea, lo cierto es que el autogiro o girocóptero ha demostrado ser una aeronave versátil que puede ser esto y mucho más, algo que queda demostrado con las cada vez más numerosas escuelas para pilotos, empresas de paseo y aficionados que echan mano de este inusual vehículo aéreo para diversas actividades

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Se trata de un invento del español Juan de la Cierva, quien en 1923 desarrolló un aparato considerado el precursor del helicóptero pero que aprovecha también las ventajas del avión convencional para crear un híbrido capaz de ofrece una sensación de vuelo única, en particular por la seguridad que brinda y la posibilidad de realizar 80% de las maniobras que efectúan los aparatos de hélice y de propulsión.

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Evolución de los modelos utilizados en la época de entreguerras y que fueron desplazados cuando apreció el helicóptero a principios de los años 40, los autogiros modernos utilizan los mismos conceptos mecánicos de sus primogénitos: una aeronave que vuela como los aviones impulsado por un motor y una hélice que el permite el avance horizontal, pero que además cuenta con un rotor de grandes aspas que gira libremente gracias al viento que las atraviesa de abajo hacia arriba.

El resultado es un vuelo acompasado que puede alcanzar velocidades muy lentas –aunque no puede detenerse en el aire como un helicóptero- de unos 25 kilómetros por hora, o bastante rápidas de hasta 240 km/h, por lo que es ideal para paseos rutinarios y traslados en distancias de corta o media distancia.

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Entre las ventajas de estos aparatos está que puede despegar de forma casi vertical como si se tratara de u helicóptero, por lo que prácticamente puede despegar y aterrizar en cualquier lugar sin necesidad de pista alguna. En todo caso, los modelos menos sofisticados requieren de entre 10 y 100 metros para despegar y poco menos de 20 metros para aterrizar.

Dependiendo del modelo y tamaño del motor, puede recorrer más de 1.000 kilómetros y mantenerse en el aire por más de cuatro horas, volando a altitudes de hasta 3.000 metros (los hay que ascienden más), aunque lo ideal es hacerlo más cerca de suelo.

Otra de las grandes ventajas de estos aparatos es que no hay posibilidad de que se desplome. Incluso si el motor fallara en pleno vuelo, el autogiro planea y comienza a descender por acción de la autorrotación de las palas, que proporcionan la sustentación necesaria para aterrizar sin mayores consecuencias.

Para todos los gustos

Aunque son muchos los autogiros de fabricación casera que solo cuentan con una estructura tubular, existen varios fabricantes especializados que confeccionan naves abiertas, de cabina semicubierta o totalmente cerrada elaboradas con materiales de avanzada como aluminio, cromo-molibdeno y plásticos reforzados para dar mayor solidez y disminuir peso, tomando en cuenta que se trata de vehículos cuyo peso varía entre los 120 y 240 kilos.

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Los hay para uno dos ocupantes. El biplaza o tándem es especial para escuelas de pilotos y empresas de paseo, pues permiten al segundo ocupante poder familiarizarse con los sencillos controles del aparato pero dejando al conductor la responsabilidad de dirigir en todo momento el aparato. También los hay con mando doble, ideales para vuelos de larga distancia o para trabajos específicos, como fotografía aérea e incluso labores agrícolas.

Aunque mucho más económicos que un helicóptero, el autogiro no es una nave para cualquiera. Si bien los de confección amateur pueden costar menos de 10.000 dólares, un monoplaza de fabricación comercial cuenta al menos 25.000 dólares, mientras que el precio de avanzados modelos tándem superar los 100.000 verdes.

Texto: Jesus Hurtado

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