Viciosidades

Hablemos de Poliamor: ¿Compartirías a tu pareja?

Cuando descubrí que mi pareja tenía una amante, quería “matarlo”. Y lloré. Lloré imaginando cómo haría para echarlo definitivamente de mi vida. Quise agarrar toda su ropa y quemarla. Botarle todos sus más preciados libros. Cortar a pedacitos todos sus documentos. Pero nada de esto que imaginaba sería lo suficientemente sano para mí, porque lo que realmente deseaba era no verlo más, ni a él, ni a su amante.

TEXTO: ASTRID SALAZAR (@ASTRIDSTEPHANYS) | FOTOGRAFÍA: PIXABAY.
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Luego de esta primera y precaria reacción, respiré profundo, y supe que no valdría la pena una venganza como esa. Después de doce años conviviendo, con proyectos y sueños juntos, aún lo amaba y le perdoné su traición. Acepté que se quedara pues en el fondo creía que nuestra unión era más fuerte que ese desliz. Más allá de su amante lo nuestro era mayor, y esa otra mujer para mí no era amenaza.

A partir de ese momento, nuestra relación comenzó a ser otra. Poliamor le llaman, relaciones que por mutuo acuerdo, se permiten a ambas partes enamorarse y ejercer la función sexual con otras personas. Por muchos meses, mi pareja iba a ver su amante dos veces a la semana. Compartimos cada una de las experiencias, existió durante más de seis meses un conocimiento pleno de todo lo que hacíamos, pareja-amante-yo. La tríada perfecta.

En esos meses me vi enfrentada a miles de comentarios de mis amigos, “Estás loca”, “Bótalo pa’ la mierda”, “Ese no te quiere”. Así como otros comentarios de “Tú siempre has sido muy libre, te llegó el verdadero papel”, “Ya se la pasará, es una nueva etapa”, “Al final nadie es monógamo del todo”. Con cada uno de los comentarios estuve de acuerdo, todos mis amigos daban grandes discursos, e inclusive muchos me dieron ideas de grandes venganzas.

Fueron momentos duros, sí, para mí lo fueron. Pero a su vez, como estaba totalmente segura, que la monogamia es una utopía, decidí relajarme y adaptar mis rutinas con este nuevo ingrediente agregado a la sopa de mi vida en pareja.

Hasta que un día, mi pareja planificó un viaje con su amante y en ese viaje iban también mis amigos. Comenzó a ver a su amante interdiario. Y ya mi estado de relajación pasó a ser un estado de tristeza constante. No estaba cómoda, pues mi pareja dejó de protegerme, de cuidarme. Ya no era su prioridad. Mi pareja ahora comenzaba a andar con ella, la amante, por todos los rincones de la ciudad. Brillaban. Siendo luz para todos quienes los miraban.

Entonces supe que debía retirarme, no quería, no quise esto de apostar a la carta de la libertad. Perder exclusividad, nunca fue mi fuerte y esto era la mayor prueba de ello. Y le dije que se fuera de casa. Agradeciéndole la oportunidad de saber que para esto del poliamor nací a destiempo porque como diría Simone de Beauvoir en ‘La mujer rota’: «Llega un momento en el que es necesario saber retirarse».

Astrid Salazar | Instagram: astridstephanys | Twitter: @astridstephanys

Poeta, editora, sexóloga, docente y directora de Ediciones Dirtsa Cartonera nacida en Maracay. El poema es su lugar y la poesía el camino que transita. Piensa que la vida es más llevadera si tiene una dosis de café diaria.

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