Hace 20 años la juventud tenía una brújula

fotografía: archivo personal de E. Colón
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El Rambo de La Lecuna. Un grupo de “ravers” que se transformaban en vampiros en Los Caracas. Orgías en Cerro Verde. Pin Pan Pun. Canta el jibarito. Maracaibo, meca del techno. Crusing en La Castelllana, malandros sifrinos, The Flower. Chávez, cool and fresh. Los Andes Electrónicos. La escupe hielo. El Caso Vegas. Faxea tus ideas. Premios Urbe. Perro Verde. Generación X.
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Los colombianos de Aterciopelados. Una de tantas portadas internacionales
Ciertamente, los temas abordados por aquella publicación se convirtieron en verdaderas leyendas urbanas que han prevalecido hasta estos tiempos huecos y faltos de memoria. No sospechábamos entonces- los miembros de esa gesta periodística- como iban a verse las cosas 20 años después.
Aquella Venezuela de finales de siglo estaba a punto de ebullición. La insurrección flotaba en el ambiente y la juventud parecía ser la protagonista de un inminente Y2k. Los medios tradicionales no le hablaban a los más jóvenes y el gigantesco movimiento cultural de vanguardia era incontenible: nuevas bandas, nuevas tendencias, nuevos autores, techno, djs, drogas de diseño, radio participativa, piercings, graffitis, colectivos, crews, y nada menos y nada más, que el nacimiento de internet. Una verdadera convulsión que trastocó a la civilización mundial y que hoy es estudiada como teoría comunicacional en aulas de universidades.
Sin embargo, en nuestro país, todo aquello venía complementado – con baranda – por un cambio abrupto del tablero político. El traumatismo a la democracia empezó a recibir sus primeros “ganchos de izquierda” en aquellos años. La ascensión de Chávez como figura del nuevo orden de poder en Venezuela fue sin duda, vale la pena recordarlo, el suceso más estrafalario de esa última década del milenio.
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1997. En la redacción de Urbe: Eric Colón (jefe de redacción) y Roberto «Chumi» Nunes (Director de Arte)
Pero hoy. Veinte años después, la aparición del semanario impreso en tricomía, ese “fanzine” que primero salía “un jueves si y un jueves no”, cobra una importancia insospechada para las nuevas generaciones de comunicadores. Nuestros “millenials” autóctonos; amordazados, autocensurados, amenazados, vilipendiados, recluidos, asustados, desconocen el contexto histórico que en aquel momento dio pie para el nacimiento, de lo que tiempo después, llamaron “el nuevo periodismo”. Y a esa lista se suman una serie de revistas y publicaciones especializadas, de tendencias, en formatos innovadores, que definitivamente le dieron uso pleno y universal a lo que legítimamente se conoce como libertad de expresión.
Es un hecho evidente que el retroceso endógeno de la revolución bolivariana no solo infectó la economía, la ética, la salud, la seguridad, la educación, los valores sociales y pare usted de contar, sino que también dividió-enfrentó-polarizó, la perspectiva ciudadana sobre la tolerancia y los derechos individuales. Atragantados en la promesa de hacer un gobierno progresista, incluyente, diseñado para las minorías, la mayoría de estos medios independientes hoy no existen. Y la prensa libre vive su peor momento de nuestra historia reciente. Hoy en día, hay –como quien dice- que explicar el chiste después de echarlo, no vaya a ser que alguien se ofenda. Hasta los humoristas son perseguidos y cualquier cosa que se diga en los medios puede llegar a ser mal interpretada por un tribunal.
Parece mentira que cuesta imaginarse nuestra realidad con medios de comunicación rebeldes y desenfadados que hasta hace muy poco eran referencia primordial de la vida nacional. Desde la “Radio Rochela” hasta El Camaleón y por supuesto, el desaparecido semanario Urbe. «El semanario más vendido de Venezuela. Brújula de este país».
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1996. Navidad en la Paninoteka: Eric Colón (redactor), Joaquín Urbina (director de arte), Gabriel Torrelles (redactor)
Pero seguimos tratando. Desde aquí o desde donde toque hacerlo. Atrincherados en la web, la prensa libre parece tomar oxígeno, y son varios los emprendimientos que poco a poco comienzan a ganar espacio dentro de la opinión pública nacional y más allá de nuestras fronteras.
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Entrevista a Gustavo Cerati (Caracas Hilton. 1998)
Prima lejana de aquel semanario Urbe, la revista UB (digital o impresa) asume su herencia legendaria en el mapa mediático local, recogiendo un legado que sin duda, arrojó talentos y voces que hoy más que nunca se hacen imprescindibles en medio de este silencio incómodo: Eli Bravo, Carla Tofano, Enríque Enríquez, Alejandro Rebolledo, Edmundo Bracho, Juan Ignacio Cortiñas, Gabriel Torrelles, José Andrés Mora o hasta la misma nena del pelo azul.
De cualquier manera, hay que reconocer que otros han prevalecido en la nube informativa nacional. Bajo rayos y centellas. Desde Tom Monasterios hasta Carlos Flores y, por supuesto, quien suscribe. Que por alguna extraña razón, terminó dando la vuelta en esta misma U, luego de un periplo fantástico del tercer tipo en medios impresos locales.
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Adriana Lozada en la actualidad
Urbe hablaba francamente con la generación que le tocó representar y asimiló el vacío de una sociedad prometedora que vislumbraba un futuro próspero y modernizado a mediano plazo. Así lo decía la economía, así lo convenía la sociedad en ese momento. Y así también lo escribía Adriana Lozada en el editorial de esa primera edición que iba “del 22 de junio al 06 de julio de 1995”:
“Esta es la generación emprendedora, con sus comercios, sus ideas y problemas, sus propias disqueras, sus programas, sus deportes arriesgados, sus toques clandestinos y desde hoy, su propio periódico. Porque no teníamos un periódico”.

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Parte del Crew de Urbe en el programa «Ni Tan tarde» que transmitía Televen: Alejandro Marín, César Cortéz, Laura Caramés, Ana Isabel Lozada, Eric Colón
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Reportaje Especial «y con todo»: la vida de un «perrero». Eric Colón.( 1998)]]>

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