Opinión

Keith Richards no es estrella pop y los políticos son mecánicos chimbos

¿Por qué nuestros políticos serán así?, se pregunta y se responde el columnista ante el momento Disney en el que los malos no quieren nada con "muchachos"

TEXTO: ERVIN "WINCHO" SCHAFER COMPOSICIÓN GRÁFICA: JUAN ANDRÉS PARRA @JUANCHIPARRA
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Incompleto

Martes 11am. Se trata del paciente Andrés Delgado Villasmil. De 61 años de edad. Referido por el Dr. (médico psiquiatra) Asdrúbal Kübler, para continuar estudios conductuales y terapia de psicoanálisis. El paciente se encuentra en tratamiento con antidepresivos desde hace unos 19 años aproximadamente. Observamos tendencia muy marcada hacia el aislamiento. Se observa también cierto tipo de fobia social. El paciente procura evitar reuniones numerosas y lugares ruidosos. Hace ya diez años que abandonó su trabajo regular en una empresa de avalúos. Es ingeniero civil graduado en Universidad Central de Venezuela y también trabajó largos años como docente en la escuela de ingeniería de la Universidad Simón Bolívar en Caracas. Actualmente, de estado civil divorciado. Sin hijos. No mantiene relación afectiva. Sus padres fallecieron hace muchos años. No tiene hermanos. Hoy inicia tratamiento psiquiátrico con el Dr. Héctor Quintero Zimmer. Cuéntame, Andrés, ¿cómo te has sentido esta semana? Físicamente, creo estar bien. Ya retomé mis caminatas hace poco más de un mes y lo hago todos los días. Una hora. Y voy al gimnasio un par de veces por semana. Me gusta una instructora de spinning. La verdad, es que voy a verla a ella. La música es infame. Ajá, entiendo. ¿Qué es lo que entiende, doctor? Bueno, que tienes un interés afectivo y eso es buena señal. ¿Buena señal? Eso me tiene trastornado porque no me atrevo a hablarle. Andrés, es mejor ir despacio en esas situaciones. Según tu informe, hace años que no estás en una relación de esa naturaleza. ¿Cuál naturaleza? Bueno, con una mujer más joven que tú. Y la conoces muy poco. Ve despacio. El mundo no va despacio. ¿por qué habría de actuar despacio? Bueno, es primera vez que tú y yo conversamos y noto cierta ansiedad ante esta situación. No hay situación alguna. Simplemente me gusta y ya. Bien. Es bueno que contemples qué tipo de sentimientos se pueden despertar en ti y cómo esperas manejarlos. Disculpe, doctor, pero no tengo 14 años. Me molesta que me trate como a un niño. Soy ingeniero y tengo 61 años. Disculpa, Andrés. No fue mi intención. Quiero decir que uno se llena de expectativas cuando nos gusta una mujer… ¿Y qué, doctor? ¿No tengo derecho? Desde luego que sí. A veces me provoca vender todo e irme pal´coño de una vez. Andrés, no te pongas agresivo. Doctor, ¿usted no ve el país en que vivimos? Más agresivo que esto no existe. Ya veré si avanzo con la instructora. La verdad, no importa. Me basta con mirarla cada vez que voy al gimnasio. Eso podría convertirse en patología… Para ustedes, todo es una patología. ¿Acaso le ha pasado por la cabeza que si usted no estuviese casado, podría también gustarle alguna mujer en un gimnasio? Usted debe tener mi edad. ¿No cree? Mi edad no es importante. Y estoy felizmente casado… Doctor, no me joda. Nadie está felizmente casado. Y la convivencia es un tema difícil. Es más, se puede ir a cagar de una vez. No pienso volver. Martes 11.47am. Se trata del paciente Jesús Contreras…

Música de fondo

En la recepción del matrimonio Acosta Oropeza todo parece normal. Sin embargo, se siente que algo no encaja. Es como forzar un mueble en un espacio insuficiente. “Espacio insuficiente” es una expresión profunda. Y las fiestas siempre han sido poco profundas. Buena parte se nos va en posar para la foto. La pose. La pose alegre con el trago en la mano. La sonrisa rígida. Mucha energía se va en eso. Energía para lo que viene. Y lo que viene es la convivencia. La convivencia con las mañas de uno y las costumbres de la otra. Volviendo al presente, se escucha música de fondo. Un adorno más. Se trata de un cuarteto de cámara. Dos violines, viola y cello. Parece barroco. Tal vez Mozart. En todo caso, música vanidosa. De los novios, Roberto resulta el más vanidoso. No para de tomarse fotos y arreglarse el cabello. Dani luce más tranquila. Más aterrizada. Lleva meses sopesando los riesgos del matrimonio. Una vez un tipo me dijo en la panadería, “el riesgo se puede medir”. Claro. La pregunta es, ¿cuál es la unidad de medida? ¿Centímetros? ¿Kilos? ¿Estrés? ¿Amor? ¿Desamor? ¿Tranquilidad? ¿Paz? ¿Salud mental? ¿Cuál es la unidad de medida para el riesgo? Nada de eso pasa por la cabeza de los asistentes. Tragos van y vienen entre sonrisas espontáneas y otras más forzadas. Sonrisas de rigor. Se respira algo de tensión. El novio por su lado con algunos amigos y la Dani un poco distante. Como si realmente no estuviese ahí. Quizás ya necesita el espacio que brinda la luna de miel. Toca esperar, querida. Es su voz interior. Su mejor amiga. La verdadera Dani. La Dani que vive afuera es sólo carrocería. La Dani que vive afuera simplemente escucha a la otra. A la verdadera Dani. Pero de un tiempo para acá se distanciaron. Y nadie sabe por qué. Quizás por el matrimonio. Toca volver a la acción. Hola, prima. Estás bellísima. ¿Y Roberto dónde está? Por ahí. Con sus panas. Ven, vamos a tomarnos una foto con Clarita. ¿Cómo está Clarita? Está inmensa. Toda una mujer. Acaba de llegar del aeropuerto. ¿Se vino directo? Sí, la loca viajó vestida y peinada. Esa es imparable. Clarita es hija de Alejandra. Y Alejandra es la prima de Dani. Son amigas cercanas. Siempre se hicieron compañía. Y la buena compañía vale mucho. Sobre todo en estas fiestas sobreactuadas. Siempre han estado una para la otra en momentos especiales. Ellas parecen más un matrimonio. Hay algo incondicional en su amistad. Se aceptan como son y siempre fue así. Ahora empieza la otra música. La música bailable. Y nadie baila. Para calentar la pista hacen falta unos tragos. Ya no existen bailarines espontáneos. Todo es actuación. Y mala actuación. La verdad, prefiero que no me vean mucho. Sigo enamorado de Dani. Termino este trago y me voy.

La otra naturaleza

José Ignacio lleva la vida como un playlist. Cambia el orden de las canciones, pero todo es más o menos predecible. Hace años que se hartó de su trabajo y ese ambiente, pero ahí sigue: fingiendo que no pasa nada. A veces la vida se le torna vacía y esta sensación lo persigue y atormenta un poco. Pero al igual que la mayoría de nosotros tiende a escaparse en los tragos y las distracciones que el mundo ofrece. La vida pareciera reducirse a trabajar, pagar las cuentas y procurar pasarla bien mientras todo se ejecuta de manera automática. Uno no se lo cuestiona y así pasan los días. Sus amigos conocen su lado melómano y siempre lo llaman para que vaya a poner música en fiestas. Y esto se ha ido convirtiendo en una especie de oficio alternativo. No es un ingreso estable, pero a veces fantasea con la idea de dedicarse a pinchar música y estar siempre feliz. Tiene un par de amigos del cole que se dedicaron a la música electrónica y hoy viven de eso. Y siempre están de viaje. José Ignacio sólo desearía que Valentina bajara sus expectativas y lo aceptara como realmente es. Un tipo de gustos simples con ganas de efectuar un cambio en su forma de vida. Y tiene razón. No nos enseñan a vivir. No se aprende en casa ni en la escuela. Ni en el trabajo. Muchos dejan este mundo sin haber aprendido a vivir. Es una pena. Ni siquiera hay tiempo a veces para contemplar la música y escucharla de verdad. Ni siquiera para eso. Y José Ignacio está harto de vivir así. Harto de ese playlist.

Mecánicos chimbos

¿Por qué nuestros políticos serán así? ¿Así cómo? Diría que son como esos mecánicos que te van a reparar el carro y se quedan con una pieza que les conviene. Se quedan con algo y no te lo dicen, ¿sabes? Te dejan el carro medio reparado y más tarde o más temprano, el carro ya no anda. Sí, es verdad. Nuestros políticos son unos mecánicos chimbos. No sé si todos serán así. Pero sin duda, es una tendencia. Mira como tienen a todo un país. Es sólo que ahora son muchos mecánicos y todos se quedan con una parte. Va uno y se queda con los amortiguadores. Otro se queda con el alternador. Otros se quedan con las correas. Los frenos, la transmisión, la dirección, el motor, empacaduras, la caja, cauchos, batería. Se van quedando con una parte y luego el carro ya no anda. Y en eso está un montón de gente. Militares de todo rango y calaña. Los arrimados a la política. Familiares y amigos de políticos de antes y de ahora. Es como una lista interminable de mecánicos chimbos y todos le metieron mano a tu carro. Y uno se queda como si te hubieran violado entre varios. ¿A quién vas a acusar? La lista es interminable y la situación es humillante. ¿Te imaginas poner esa denuncia ante un organismo competente? ¿Organismo competente? Bueno, imagina esa situación: todos esos mecánicos le han metido mano a tu carro, el carro no funciona y decides poner una denuncia. Vas a la oficina correspondiente y declaras: “mi carro fue revisado por todos estos mecánicos y sigue dañado”. Y el funcionario de turno se te queda mirando confundido y a la vez puedes notar en sus ojos que siente una gran pena por ti. Algo en su rostro te dice: “Tu caso está perdido. Eres como una de esas mujeres que fueron violadas en la Segunda Guerra y nadie irá a prisión”. Al menos tienes tu dignidad y no te violaron. Sólo te engañaron. Se aprovecharon de ti. Y así han sido la mayoría de nuestros políticos. Unos mecánicos chimbos. ¿Y por qué lo hacen, si también se trata de su país? Es la pobreza. ¡Cuál pobreza si todos tienen mucha plata! Es la pobreza de espíritu. Y la plata no cura esa pobreza. La plata apenas quita el hambre.

Keith Richards no es estrella pop

No toda la música es entretenimiento. A ver, explícate. Y no todo el cine es entretenimiento. Y es por eso que se le llama el séptimo arte. Si trabajas en cine, trabajas en el entretenimiento. Igual ocurre en la radio y la televisión. Y si vendes cotufas y chucherías en el cine, ¿también trabajas en el entretenimiento? En ese caso eres un vulgar comerciante y eres un accesorio de la industria. Nada más. ¿Viste el documental de Keith Richards en Netflix? Sí, lo vi. ¿Viste que el tipo dice en un momento que él ya no es estrella pop? Y que no desea serlo. ¿Ves la vaina? Bueno, muchos músicos no desean ser estrellas pop y lo son. Es más, son parte de la industria del entretenimiento. No, no, no. Nada de eso. Me haces el favor y te retractas. Bueno, si te hace sentir mejor, Bach y Beethoven eran estrellas pop. No lo sabemos. Quizás lo fueron en su momento, ¿sabes? Recibían ese trato especial. ¿Trato especial? Esos señores murieron en la pobreza. Eran músicos de oficio. Compositores. Nada de trato especial. Bueno, ¿y adónde quieres llegar? Lo que intento decir es que ser estrella pop es una cagada, es como vender Coca Cola. O cigarrillos. Es vender una musiquita ahí para distraer a unos pavos bolsas, ¿pillas? Veo que tienes un tema con el hecho de tener que venderte y resulta que todo el mundo se vende. De una u otra manera. Todos se hacen promoción. Todo es marketing. Y si no te gusta, pues mejor será que te conformes con mirar y no hagas nada. Si haces galletas, tendrás que salir a venderlas. Y así con todo. Bueno, es verdad, tienes razón. Pero la vaina me ofende. No te ofendas. No tienes que rogarle a nadie que compre tus galletas. Las vendes y ya. No importa lo que diga Keith Richards.

Narcos en el bosque y la oposición Disney Channel

Mire, Figueroa, usted ya ha hecho mucho real con nuestra empresa. Si va a vender su parte, le sugiero que también se vaya del país. Si no soy yo, otros irán a buscarlo y a preguntarle por qué vendió. Ya sabe cómo funciona este negocio. Se exige mucha discreción. Es más, le aconsejo que envíe primero a su familia y vaya sacando la plata. Usted es mi amigo y hace años que trabajamos juntos. Pero los socios no son como yo. Gracias por el consejo, mi general. No se preocupe. Tengo familia en Panamá y en Argentina, y me están ayudando con los papeles. Mi mujer se va con los niños el mes que viene a Panamá. Y yo me voy unos meses a Argentina a invertir una plata por allá. Muy bien, Figueroa. Es mejor tener bastante cancha. Siempre lo he dicho. Invertir el dinero del país en otros lugares siempre trae dividendos. Ese dinero es de todos. Ya lo decía mi comandante. Así es, mi general. Así es. La gente no imagina la gran responsabilidad que estamos asumiendo. Todo trae sus riesgos. Es verdad. La gente ni se imagina lo que es esto. Sólo el año pasado perdí 78 millones de dólares en mercancía confiscada. Dígame, Figueroa, ¿con qué cara asume uno esa pérdida? De verdad, la ponen difícil y no lo dejan trabajar a uno. ¿Y ahora qué le parece toda esta bulla del nuevo conejo de oposición? Pobre muchacho. Se aprovechan de él. Esa gente ve mucha televisión. Mucho Disney. ¿Lo ve? Uno aquí sacrificándose por el país, y estos paracaidistas haciendo bulla. Qué falta de seriedad. Así es, mi general. Esa gente no es seria. ¿Cómo se les ocurre jugar así con el pueblo? Y mire cómo tienen la economía los empresarios. Es una pena. Qué falta de amor a la patria. Bien dicho, Figueroa, bien dicho. Falta de amor a la patria. Y ese pobre muchacho no tiene madera para esto. Imagine que ese muchacho consiguiera cuadrarse y le den el puesto. ¿Cómo va a lidiar con los socios del país? Y con nuestros socios, mi general. Todos estamos en esto. Humildemente, le confieso que yo preferiría negociar con gente seria y no con niños. Así es, Figueroa. Bien dicho. Y además, esa gente que lo apoya. Ni siquiera dan la cara. Todos están afuera, en Miami, Madrid… Todo es muy raro. ¿Lo ve, Figueroa? Esa gente nunca hizo nada por el país. Pero si nosotros nos descuidamos, ahí sí nos van a querer poner presos y quitarnos todo. Y tanto sacrificio para nada. Esa gente no valora el esfuerzo de los demás. Y por eso estamos así. No se puede hablar con ellos, se ponen irracionales. Bueno, Figueroa, basta de perder el tiempo en cháchara de señoras. Vamos a trabajar. El motor de la revolución no puede parar jamás. Así es, mi general. Así es.

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