Melomanía

"La abuela marihuanera" revela su receta de galletitas

La abuela Biesel, originaria de Berlín, Alemania, ha luchado contra el dolor crónico por 60 años. A los 19 fue diagnosticada con escoliosis. Una condición que hace que tu espina dorsal se curve fuera de su lugar. Nunca había sentido que había una solución hasta que probó las galletas de marihuana.

Fotos e información: VICE US
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«Mi nieto me trajo para probar unas galletas un día» explicó. Sin decirle qué tenía, el jóven estaba convencido que ayudaría a su abuela a lidiar con el dolor. «Las comí y no se alivió el dolor, pero ya no lo sentía. No pensaba en él, además no estaba tan triste. Inmediatamente consulté a mi doctor», comentó en una entrevista para la revista VICE.

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A la abuela Biesel su doctor le prescribió dos tipos diferentes de marihuana medicinal, para ayudarla a manejar el dolor en la mañana. Ella prefiere no fumarse un porro, porque fumar le daba problemas con la circulación. Su nieto le regaló un libro con recetas de marihuana, pero su favorita son las galletas.

Ingredientes:

1.5 gramos de marihuana «desmenuzada».
200 gramos (1 taza y media) de harina.
100 gramos (media taza) de mantequilla.
50 gramos (un cuarto de taza) de azúcar.
Un «pellizquito» de polvo para hornear.
Una yema de huevo.

La abuela separa los ingredientes para la masa y la marihuana, coloca todo mezclado para la masa en un envase y lo envuelve con papel contact. En un sartén coloca una cucharadita de mantequilla y la marihuana. Espera a que se cocine un poco, y le resulta algo que parece salsa pesto.

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Mientras el cannabis se enfría, precalienta el horno en 220 grados. Después agarra la mantequilla de marihuana y la aplica sobre la masa, antes de terminar «raspa la olla», para que nada se desperdicie.

Después de reposar la masa una hora, agarra un vaso de shot y hace 30 marcas (para 30 galletas) y mete la bandeja en el horno por 12 minutos.

«La gente que dice que la marihuana es un narcótico, pero no conocen el verdadero dolor», afirma Biesel. Nunca come lo suficiente para drogarse. Bueno, menos aquella vez con su nieto que fue sólo por diversión. «Estábamos sentados afuera del jardín y me comí 3 galletas», recuerda con cariño la abuela. «Me sentí como si hubiese tomado dos copas de vino», concluyó.

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