La fotografía intimista de Martín Castillo

Nacido en San Felipe pero actualmente residenciado en Buenos Aires, la obra fotográfica de este venezolano es una explosión de espasmos, fluidos y estímulos que retuercen el estómago y revuelven la cabeza. Conoce en esta entrevista como se puede desvanecer la intimidad e inspírate con las imágenes que nos permitimos mostrarte de su obra

Eric Colón Moleiro

10 de diciembre, 2015 06:01 pm

Retrato: Carlos Crinigan

Una mano de uñas rojísimas aprieta un pene erecto en plena eyaculación. Lo que parece ser solo una delicada silueta femenina es en realidad una escena triple x de explícito felatio. Cuatro cuerpos entrelazados orgiásticamente sobre una mesa de comedor. El primer plano de una masturbación femenina bajo el agua.

Las imágenes que salen de la cámara de Martín Castillo Morales también salen de su cabeza en un ejercicio infinito y casi obstinado de reflejar la intimidad como un aspecto más de la cotidianidad irrelevante.

Su trabajo es bastante conocido en el universo nacional y ha expuesto en España, Estados Unidos, Argentina, Chile, México, Bolivia, Uruguay y Venezuela entre muchos otros países. También ha participado en diversos salones y Ferias de reconocimiento mundial siempre apegado a la evocación íntima como eje central de su obra.

Egresado del EFTI de Madrid también estudio en Francia e Inglaterra.

Desde el año 2007 vive en la capital argentina aunque mantiene vínculos estrechos con la ONG Organización Nelson Garrido y con el pulso del arte contemporáneo en Venezuela.

La posesión del objeto personal. El desciframiento de los secretos del individuo. La negación del espacio íntimo y el sexo desde una perspectiva casi biológica que nos arrojan a un inesperado naturalismo digital. La obra plástica de Morales es un delirio de los sentidos para quien se atreva a apreciarla.

A propósito de su última exposición en la apertura de la Galería de Arte Colada perteneciente a la revista del mismo nombre en la ciudad de Buenos Aires, nos sentamos a hablar un rato con Martín, luego de asomarnos a los confines de su posesión más preciada: un disco duro de 2 teras que es más explosivo que una bomba H.

-¿Eres un fotógrafo del erotismo?

-No, la verdad es que no se trata de abordar la óptica del erotismo sino más bien el tema de la intimidad de los espacios y cómo interactúan con el individuo. Sus espacios privados y su desenvolvimiento en la intimidad.
“Diría incluso que a pesar de lo explícito de las imágenes se trata más bien del espacio que del individuo. Por ejemplo, tengo una serie nueva que se llama “Orden” en donde trato de recoger los testimonios de personas que de alguna u otra manera han compartido un espacio conmigo y con mi estricto orden de las cosas.

-¿Te consideras obsesivo-compulsivo?

-No, en realidad no pero me gusta tener las cosas en su lugar.

–¿Qué le responde a la gente que dice tu trabajo es pornografía?

-Mmmm… la verdad es que no me molesta la etiqueta.

-¿Se trata entonces de una provocación a la sociedad?

-No diría que es una de mis búsquedas pero a veces me produce cierta alegría escandalizar al público. En todo caso, creo que es mejor provocar y escandalizar que pasar sin pena ni gloria. Digo que no es una provocación porque lo que busco más bien es “naturalizar” algunas situaciones que la mayoría de la gente tiene “idealizadas”. Por alguna razón, se separa la intimidad de las diferentes situaciones y facetas que tiene la vida cotidiana.

-¿Cómo terminaste viviendo en Buenos Aires?

-Bueno, la madre de mi hija es de aquí y siempre veníamos hasta que un día decidimos quedarnos. En realidad no me fui de Venezuela huyendo de nada, fue hace más de 6 años. También he vivido en otras ciudades del mundo pero la única que no me ha cansado es Buenos Aires.

-¿Qué es lo que te atrapa de la ciudad?

-Que siempre hay algo nuevo que descubrir. Nunca se acaba, hay muchos sitios ocultos, barcitos en donde jamás podrías imaginar, recovecos, tiendas, nunca se agota. Además, siempre tuve mucha afinidad con la cultura de acá, la literatura, la música y eso es algo que está muy presente cuando haces vida acá.

-¿Encuentras semejanzas entre venezolanos y argentinos?

-No mucho la verdad. Es otro modo de asumir la vida, aquí te subes al subte o a cualquier autobús y todo el mundo está leyendo por ejemplo. Eso es algo que no pasa en Venezuela… la gente acá vive hacia afuera, en la calle, en los parques, de paseo, con los niños. Se vive realmente la ciudad, la dinámica es muy diferente. No es en carro.