Viciosidades

Pensé que iba a morir dentro de una Virgen

Después de recorrer varios estados llegamos a Guárico. No nos pudimos comunicar con el pana que nos iba a recibir, así que nos pusimos a dar vueltas para hacer tiempo.

TEXTO: ANDRÉS GERLOTTI (@AGERLOTTI) | FOTOGRAFÍA: PIXABAY
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Vimos una estructura burda de fea en el monte y decidimos visitarla. Era el monumento de la Madre Candelaria de San José, una estatua como de veinte metros de altura construida en lo alto de un mirador turístico desde donde se puede apreciar todo San Juan de los Morros.

Subimos el cerro en carro y, según los otros que iban conmigo, todas las señales indicaban que no debíamos estar ahí. El olor a baño público, la basura y los grafitis sugerían que era un lugar que había sido abandonado hace algún tiempo.

Tomé esa foto apenas entré.

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— Lástima que está lloviendo, una foto desde arriba quedaría brutal. Supuestamente desde los ojos la vista es increíble.
— Sí, pero yo me quedo, no sabemos qué puede haber arriba.
— No, vale. Vamos a subir, qué coño. Ya estamos acá.

No me costó tanto convencerlos de seguirme.

A cada rato se asomaban por las pequeñas ventanas que había en los descansos de la escalera para asegurarse de que nadie se iba a meter para acorralarnos.

No llevaba mucho tiempo lloviendo, y el viento empujaba el agua entre las ventanas formando charcos en el suelo.
Estaba un poco adelantado del resto cuando vi una huella húmeda en uno de los escalones y los esperé para avisarles.

Señalando la marca les dije: «Marico, alguien ya subió primero.».

«¿Sí? ¿Un bicho de 1.80?», me dijo el güevón de Luis, incrédulo, insinuando que había sido yo.
Más gafo fui yo que seguí subiendo.

Subí un piso más y nos gritaron: «¡Quietos ahí!», mientras se escuchaban las armas cargándose. En lo alto de la Virgen estaba muy oscuro como para detallar la escena pero me dio tiempo de ver al menos a tres tipos apuntándonos.

Inmediatamente me sentí culpable. «No querían subir, los convencí, y ahora nos van a robar, nos van a entrar a coñazos y con suerte solo nos van a secuestrar.», pensé.

Luis no estaba tan lejos de mí cuando nos sorprendieron, se quedó quieto a mi lado. Los otros estaban como medio piso más abajo y echaron el pique de su vida apenas escucharon las voces.

No entendí por qué corrieron, pero los vi bajar a toda velocidad y me dije: «A la mierda, no me van a matar a mí solo.». Y comencé a bajar justo antes de arrepentirme de esa decisión. Era demasiado fácil asomarse por esas escaleras y meternos unos tiros.

Eran cuatro personas. Nos empezaron a perseguir dos mientras los otros nos seguían apuntando. Luis se había quedado con ellos. «Déjalos que se vayan», gritaron los de más arriba cuando vieron que Luis tenía nuestra vía de escape: las llaves del carro. Nosotros seguimos bajando a toda mecha.

Cuando salí, los otros estaban afuera mirando hacia la cara de la Virgen. Los tipos nos hacían señas desde las ventanas para volver a subir, pero obviamente no íbamos a hacer eso.

— Son guardias, aunque pudieron haberse robado los uniformes. — dijo uno de nosotros.

Como todavía tenían a Luis y no se había escuchado ningún disparo, los esperamos en la entrada. Efectivamente eran guardias, y nunca había estado tan feliz de ver a unos.

«¿A qué se dedican?» «¿De dónde son?» «¿Qué hacen acá?» «¿Por qué corrieron?» «¿Han escuchado el nombre del Picure? Bueno, esta es su tierra, cómo van a venir así sin conocer?» nos decían mientras nos revisaban absolutamente todo.

En verdad se comportaron bien con nosotros; estaban haciendo su trabajo. No nos sacaron nada. Pero sí nos advirtieron que no debíamos volver porque esa era zona de tráfico de armas y drogas, y que los malandros de la zona utilizaban la atracción para cazar turistas.

Los primeros en correr no vieron ni siquiera que nos estaban apuntando. Pensaron que solo eran unos drogadictos que nos querían robar y por eso corrieron. Luis sí vio que eran funcionarios, por eso no corrió. Su único miedo era que nos dispararan a nosotros por intentar escapar. Yo pensé que habíamos caído, de una manera muy estúpida, en una trampa de malandros. Estaba seguro de que no iba a salir vivo de esa Virgen.

No hagan turismo en Guárico.

Andrés Gerlotti | Instagram: @agerlotti | Twitter: @agerlotti

Estudiante del quinto semestre de Comunicación Social. Alto y flaco. Le gusta la fotografía y el video. Coach motivacional de los que no quieren pedir otra ronda de cervezas.

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