Viciosidades

Política, sexo y polémica: así terminó Cannes

No solo fue el cine el protagonista en el Festival de Cannes. ¿O sí? Acá va un resumen del evento en el que un director surcoreano y el actor Antonio Banderas se llevaron lo mejor

Texto y fotos: EFE
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Cannes no sería Cannes sin su correspondiente dosis de polémica, y en esta 72 edición del festival cinematográfico, que dio su Palma de Oro al surcoreano Bong Joon-Ho por «Parasite», política y sexo tuvieron tanto protagonismo como el cine mostrado en sus pantallas.

Bong cargó contra el clasismo con una potente comedia negra con tintes de drama social, y el abandono de las periferias llegó de la mano de «Les misérables», del francés Ladj Ly, premio del Jurado «ex aequo» con la brasileña «Bacurau», crítica a su vez con la situación en Brasil.

Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne se sumergieron en la radicalización de los jóvenes con «Le jeune Ahmed», premio a la mejor dirección, y la senegalesa Mati Diop, obtuvo con «Atlantique» el gran premio del jurado por su mirada sobre la inmigración y fue la primera mujer negra en todo Cannes en lograr una distinción.

La alfombra roja se alzó además como escenario desde el que lanzar un mensaje al mundo: el argentino Juan Solanas, autor de «Que sea ley», la tiñó de verde con su pañuelazo en favor del aborto legal, y los codirectores de «For Sama», Waad al-Kateab y Edward Watts, la usaron para pedir el fin de la guerra en Siria.

La delegación colombiana, con Ciro Guerra y Franco Lolli en cabeza, reclamó justicia por el asesinato del cineasta Mauricio Lezama, y un beso en la boca entre las protagonistas de «Adam», las marroquíes Loubna Azabal y Nisrine Erradi, saltó la frontera para provocar un escándalo en su país natal.

Nada comparable a los veinte minutos de sexo oral de «Mektoub, My Love: Intermezzo», provocación sin argumento del tunecino Abdellatif Kechiche, o a la también explícita «Liberté» del español Albert Serra, premio especial del jurado de la sección Una Cierta Mirada.

A su pesar, el actor francés Alain Delon captó la atención tanto por la Palma de Oro honorífica como por la petición lanzada por una asociación estadounidense para que se la retiraran por sus declaraciones misóginas y racistas.

En un año en que Cannes se había esforzado a favor de la conciliación, con la apertura de su primera guardería, no pudo evitar que un fallo de comunicación hiciera que la directora británica Greta Bellamacina viera denegado su acceso al Palacio de Festivales por ir acompañada de su bebé.

Además, las promesas en favor de una mayor paridad no se cumplieron: de los 21 filmes en competición, solo cuatro estuvieron dirigidos por mujeres, y de ellas destacó, con el mejor guion, la francesa Céline Sciamma por «Portrait de la jeune fille en feu».

Hubo casi más controversias que estrellas: el certamen empezó fuerte con «Los muertos no mueren», del estadounidense Jim Jarmusch, pero desde la llegada de Bill Murray, Adam Driver o Selena Gómez la alfombra roja no volvió a vibrar hasta que Leonardo DiCaprio y Brad Pitt la revolucionaron con «Once upon a time… in Hollywood».

Penélope Cruz y Antonio Banderas, premio al mejor actor por «Dolor y gloria», saciaron igualmente las expectativas de un público satisfecho con Elton John («Rocketman»), pero decepcionado por la ausencia de Diego Maradona, que no asistió a la proyección del documental sobre su vida.

AntBanderas

Sylvester Stallone se ganó a la audiencia con una clase magistral, mientras que en la paralela Quincena de Realizadores el también estadounidense John Carpenter desgranó con buen humor los secretos de una carrera en la que se ha alzado como leyenda del terror.

Pero no solo las grandes estrellas acapararon los flashes: sorprendió con una muñeira -baile típico gallego- la española Benedicta Sánchez, protagonista de «O que arde», con la que Oliver Laxe obtuvo el premio del jurado de Una Cierta Mirada, y el líder indígena Raoni pidió ayuda para el Amazonas ataviado con su característica indumentaria.

Y en una alfombra roja sin excentricidades, la actriz estadounidense Elle Fanning, integrante del jurado, pagó con un desmayo las consecuencias de un vestido demasiado apretado, que le acabó cortando la respiración en medio de una fiesta.

Bong Joon-Ho y Antonio Banderas: los jefes
La 72 edición del Festival de Cannes se cerró con un palmarés que supuso la consagración del cineasta surcoreano Bong Joon-Ho, que se llevó la Palma de Oro por «Parasite», y el reconocimiento internacional para Antonio Banderas, mejor actor por su papel en «Dolor y gloria», de Pedro Almodóvar.

Se le escapó de nuevo la Palma de Oro a Almodóvar, en la sexta ocasión en la que competía en Cannes, pero a cambio, Banderas, uno de los actores con los que más ha trabajado y con el que mejor se ha entendido, se llevaba el premio a mejor actor y, precisamente, por interpretarle a él.

«Aunque el personaje se llama Salvador Mallo, no es ningún secreto que Salvador Mallo es Pedro Almodóvar», dijo al recoger el galardón Banderas, que agregó: «Le respeto, le admiro, le quiero, es mi mentor, me ha dado tanto en la vida que no tengo más remedio que dedicarle este premio».

Banderas se había situado desde el primer momento como uno de los favoritos a hacerse con el premio, aunque en los últimos días se apuntaba a la posibilidad de una Palma de Oro para Almodóvar que hubiera impedido cualquier otro reconocimiento.

Pero la Palma fue para Bong Joon-Ho, con un filme aplaudido unánimemente por la crítica y por el jurado presidido por Alejandro González Iñárritu.

juradoCannes

La comedia convertida en tragedia de Bong es una crítica certera y muy directa a la sociedad de hoy en día, a las desigualdades sociales y al capitalismo que saca los peores instintos del ser humano.

Fueron los dos galardones más celebrados por los periodistas en la sala de prensa, junto al Premio del Jurado, «ex aequo» para la brasileña «Bacurau», de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, y la francesa «Les misérables», ópera prima de Ladj Ly.

Dos filmes centrados en los más desfavorecidos, pero desde visiones cinematográficas opuestas.

Los brasileños apuestan por la comedia, el terror y la locura para denunciar la venta de su país a los extranjeros, una película crítica con las autoridades y cuyo premio hoy dedicaron «a todos los trabajadores brasileños de la ciencia, la educación y la cultura».

Mientras que Ly utilizó su propia experiencia para contar la difícil vida que llevan los franceses de origen extranjero en los barrios marginales de la periferia parisina.

Más discutido fue el Gran Premio del Jurado para «Atlantique», otra ópera prima, en este caso de la senegalesa Mati Diop, primera mujer negra en competir en la sección oficial de Cannes.

Una historia bienintencionada sobre los jóvenes que en los años noventa abandonaban Senegal en masa para tratar de llegar a España a través del mar y en la que los elementos espirituales juegan un importante papel.

Supo a poco el premio del guion a Céline Sciamma, por «Portrait de la jeune fille en feu», una delicada historia de amor que apuntaba más alto.

Y también se quedó corta la mención especial para el palestino Elia Suleiman por «It Must Be Heaven», una certero retrato sobre la violencia en el mundo y la búsqueda de una tierra de acogida como metáfora de la situación en su país.

Mientras que el galardón de interpretación femenina para Emily Beecham por «Little Joe», de Jessica Hausner, dejó más bien frío al auditorio.

Emily Beecham

Así como el de guion para los hermanos Dardenne por «Le jeune Ahmed», un filme que trata un tema interesante y de actualidad, la radicalización islámica de los más jóvenes, pero que está lejos de los mejores trabajos de los cineastas belgas.

El palmarés se completó con la Cámara de Oro a la mejor ópera para el guatemalteco César Díaz por «Nuestras madres» y los premios en la sección de cortometrajes, para el griego Vasilis Kekatos por «The Distance Between Us and the Sky», con mención especial para la argentina Agustina San Martín por «Monstruo Dios».

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