Sexo para leer

Sexo en discapacitados: de lo que nadie quiere hablar

Esta condición los ha dejado excluidos de la sexualidad, hasta ahora. En los minusválidos, el impedimento es determinante. Sin embargo, para ellos no existen excusas a la hora de intimar con otra persona que presente una discapacidad. La minusvalía se presenta como debate cada vez con más frecuencia y ellos apuestan a que su sexualidad sea cada vez más libre 

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Además de querer ser vistos en la sociedad como seres sin distinciones, estas personas quieren ser aceptados sexualmente a pesar de estar llenos de limitaciones. La minusvalía o discapacidad es aquella condición bajo la cual ciertas personas presentan alguna deficiencia o limitación física, mental, intelectual o sensorial.  Ellos quieren, ante todo, ser aceptados. Ser capaces de interactuar y participar sexualmente en la sociedad. No quieren seguir a escondidas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que «la sexualidad conforma una parte integral de la personalidad de cada uno: hombre o mujer; es una necesidad y aspecto básico del ser humano que no puede separarse de otros aspectos de la vida». Y aunque hay quienes creen que las personas con discapacidad no desean tener una vida sexual activa, ellos desean – a pesar de sus diferencias – ser tocados y amados como todo el mundo.

Desde el apogeo de la revolución sexual en los en los años 60’s hasta este milenio, el mundo fue testigo de la aparición de la píldora femenina, el sexo sin protección, el VIH y la apertura social a la pornografía. Todos estos acontecimientos, dejaron de lado la sexualidad de las personas con discapacidad –  que hasta nuestros días sigue siendo un tema poco conocido –  donde el matrimonio, también, pasó a ser un contrato penal a la asociación libre y consentida por ambas partes. Sin embargo, esta década fue decisiva para la lucha de los derechos civiles de la gran parte de los gremios.

Tabú en la discapacidad 

Después de largos años de lucha social y personal la sexualidad de las personas con discapacidad empieza, muy por debajo, a ser debate en los medios de comunicación. Foros, grupos en las redes sociales, conferencias, cortometrajes y hasta películas que han sido llevadas a la gran pantalla relacionadas con el tema. La sexualidad de las personas con diversidad funcional no es algo de lo que se escuche en nuestro país, pero estas personas no dejan sus esperanzas para que sean tratados como colectivos, a los que se les describe por lo que no pueden hacer; y entre esas capacidades que se les niega, se encuentra sin duda, el sexo.

«Sí, nosotros follamos»

El documental argentino Yes, we fuck ha propiciado la apertura de las personas con diversidad funcional y su capacidad de tener una vida sexual y sentimental activa y satisfactoria.  Además de ser un film, es un proyecto donde las personas se abren al debate: diálogo y participación,, pero sobretodo la importancia que ejerce la voz de este grupo en las redes sociales para la difusión de este tema tan importante en el mundo entero. El documental, no solo ha comprobado que todo esto se trata meramente de sexo, sino de la curiosidad de cómo es posible conocer – y sentir – cada centímetro de tu cuerpo al tener este tipo de minusvalía.

La finalidad es única, que el mundo visualice, principalmente, el sexo en las personas con discapacidad funcional como algo común, sin complejos y censuras, sin prejuicios  y discriminaciones. Donde se  pueda darle el visto bueno al disfrute del sexo entre personas con discapacidad o con alguna limitación psicológica. Asimismo, sirve como conexión entre los diferentes grupos «cuestionables» vinculados al sexo: homosexuales, transformistas, feministas, etc.

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Raúl de la Morena, director de la cinta,  junto con Antonio Centeno comenta al portal  S moda de España:

“Quisimos mostrar no solo lo que la vivencia de la sexualidad puede hacer por las personas con diversidad funcional, sino también qué puede aportar la realidad de este colectivo a la sexualidad humana. En mi caso, me ha servido para aprender muchas cosas sobre mi propia sexualidad”.

Gabriel: un testimonio localNo existen posiciones sexuales especiales, lo que se espera es probar y ver lo que gusta.

«Al principio, hay mucho miedo», nos comenta Gabriel, jóven venezolano que sufrió las consecuencias de una fiebre muy alta cuando era niño y perdió la movilidad de sus piernas y sensibilidad en su órgano sexual, lo que lo condenó a quedar en silla de ruedas de por vida.

«Es algo muy difícil con lo que lidiar todos los días. En principio, hay mucho miedo. No sabes cómo lidiar con este tipo de situaciones. Yo soy homosexual y no es fácil conseguir a alguien con quien puedas tener intimidad sin sentirte diferente y desplazado. En mi caso, mis erecciones son mentales, para poder llegar al clímax necesito estimular mi mente».

Gabriel añade que el proceso para poder  lograr «orgasmos mentales» fue muy duro.

«Fue un arduo trabajo de concentración y ayuda profesional con un psicólogo, llegó un punto que se convirtió realmente agotador».

Acompañante sexual especializado

En la ciudad de Buenos Aires, especialistas, trabajadoras sexuales y activistas propusieron la regulación de la figura del «acompañante sexual», convirtiendo a Argentina en el primer país latinoamericano en reconocer este tipo de trabajo.

No solo se trata de tener sexo con la persona que contrata el servicio. Las acompañantes también pueden asistir a parejas de discapacitados que quieren tener relaciones, por ejemplo acomodando sus cuerpos y facilitando el encuentro físico entre ellos o ayudándolos a colocarse un preservativo.

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